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JUAN CHÁVEZ. Mijail Gorbachov marcó una época. Impulsó la apertura, el diálogo, la distensión y el fin de la Guerra Fría. La historia le debe un reconocimiento al más grande nivel.
El último líder de la desaparecida Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), rompió la historia a favor de la libertad.
António Guterres, secretario general de la debilitada ONU, dijo sobre Gorbachov: fue «un estadista único que cambió el curso de la historia. Hizo más que cualquier otro individuo para lograr un final pacífico de la Guerra Fría».
No es baladí que lo diga Guterres en un momento en el que la crisis que vive el Consejo de Seguridad pueda prolongarse hasta su colapso, por la invasión rusa a Ucrania.
Quiso reformar a la Unión Soviética, pero terminó rompiendo paradigmas, muros y fronteras. No quiso que la Unión Soviética colapsara, pero sus reformas fueron lo suficientemente ambiciosas que terminaron por debilitar los sólidos pilares del Partido Comunista.
El legado de Gorbachov se ramifica entre la transformación económica y la pluralidad; Perestroika y Glasnost; libre mercado y libertad de pensamiento.
Este martes, Gorbachov murió a los 91 años de edad en un hospital público.
Quiso cambiar a su país, cambió el mundo.
Le adjudicaron el impacto cruel de la economía de mercado en Rusia; lo hicieron responsable de la desintegración -humillante y vergonzosa- de la otrora orgullosa Unión Soviética. Todos los pecados y las leyendas acerca del poderío soviético, su destartalado sistema de salud, su ideologizador sistema educativo, quedaron a la vista de la ciudadanía ante la desaparición de la autoritaria narrativa soviética. El culpable unánime, Mijaíl Gorbachov.
Para sus compatriotas, Gorbachov, admirado y respetado en Occidente, se convirtió en el malo de la historia al interior de Rusia.
En tanto, aquí en México, los líderes del PRI, PAN y PRD se hundieron en una carretada de discursos para asegurar que Va por México no se “raja” y que los tres partidos van juntos en 2023 y 2024 para derrotar a Morena y López Obrador en el estado de México y Coahuila, y en la elección presidencial.
Los aliancistas ofrecieron diálogo a la 4T en la Cámara de Diputados, “sin aceptar reformas constitucionales de AMLO”.
