JUAN CHÁVEZ. Dicen los que saben, que Delfina Gómez gano con holgura la gubernatura del estado de México, gracias al aporte del PT y del Verde, sus aliados, que representaron el 17% de la votación total.
Como haya sido salió victoriosa con más de 3 millones de votos y la marcada diferencia con su adversaria Alejandra del Moral que apenas rebasó el millón de sufragios.
La candidata aliancista se equivocó con su lema “valiente” de campaña, en lugar de utilizar el “soy joven”.
El voto de los jóvenes, de acuerdo con s encuestas de salida, fue de 21 por ciento de jóvenes de entre 18 y 29 años.
Si la alianza opositora hubiera movilizado en mayor medida a los jóvenes, quizá la diferencia en el resultado hubiera sido menor.
Otro punto que destaca es la baja participación ciudadana en la entidad, donde un poco más de la mitad de la población no fue a votar.
La abstención favorecía a Alejandra que, desde luego, nunca paso por su cabeza y demostró no saber ser candidata opositora.
La candidatura de Del Moral fue exigida por Alfredo del Mazo a jalones con el PAN, donde su líder, Marko Cortés, en aras de la coalición con el PRI, tuvo que negociar con la figura azul en el estado de México, Enrique Vargas, actual líder de su bancada en el Congreso local y exalcalde de Huixquilucan, a quien, a cambio de dejar de pujar por la candidatura, le ofrecieron una senaduría para él, dos posiciones más en el Senado y alrededor de 18 en la Cámara de Diputados federal y en el Congreso local.
El compromiso se mantendrá a menos de que la votación en Huixquilucan, su tierra y responsabilidad, no haya estado en los niveles acordados, lo que se verá a finales de semana con el cómputo final de los votos.
El PRI no compitió unido. A las diferencias entre Del Mazo y “Alito” Moreno se sumaron errores de Del Moral, algunos tácticos, como dedicar varios fines de semana a encerrarse en su casa a jugar con sus hijos en lugar de trabajar la tierra en los prolegómenos de la campaña, y otros estratégicos, como haber asegurado ante varios testigos que, una vez que ganara la elección, iba a aplastar al presidente del PRI y convertirse ella en la nueva líder del partido.
No aprendió del pasado, ni nadie se lo recordó. En 2018, cuando el candidato presidencial del PAN, Ricardo Anaya, dijo que de llegar a Los Pinos metería a la cárcel al presidente Enrique Peña Nieto, la campaña de José Antonio Meade se dedicó a atacar al panista y dejó el camino libre para López Obrador, que ayudó a la debacle de ambos.
En el colmo, tras arrastrar su cobija agónica, el PRI perdió Atlacomulco, su cuna en la entidad. Delfina obtuvo 88 mil 488 votos contra 71 mil 633 de Alejandra.
Como ya lo hemos anotado, Delfina echó la última paletada de tierra a la sepultura del país tricolor que gobernó el estado de México desde 1929.
El PRI se quedó sin su sagrada guarida en Atlacomulco, desde donde manejó la política mexiquense durante 94 años. Y también desde entonces, metió la mano en los destinos de México.
Delfina le pegó dónde más le duele al PRI, ganó Atlacomulco y además Cuautitlán Izcalli, tierra de su rival.
Delfina Gómez obtuvo amplias ventajas en las elecciones. Dominó la mayoría de distritos del Valle de México y de Toluca.
En los distritos electorales 23 y 46, en los que se circunscribe Cuautitlán Izcalli, municipio que gobernó Del Moral Vela y de donde es originaria, Delfina Gómez obtuvo 160 mil 460 votos, contra 131 mil 821 sufragios de su contrincante, una ventaja de 9.7 por ciento.
Las cifras, que se oficializarán en los próximos días, bien podrían ser el epitafio en la lápida del PRI, y quizá también el PAN de Markito Cortés: “Aquí yace un PRI que no aprendió a ser oposición”.