JUAN CHÁVEZ. El covid-19, con sus variantes e incrementos de infecciones (casi 4 millones en México), ha hecho víctimas directas a los estudiantes de todos los ciclos, desde pre-escolar hasta los niveles superiores.
Las clases a distancia, por casi dos años, atizaron más daños en matemáticas y lectura.
Todavía hoy se discute sobre las clases presenciales y suman más de una decena de estados que se oponen a la reapertura de las aulas.
Y no es para menos, este 26 de enero, se registró la cifra récord de infectados con 48 mil 627 y más de cinco centenas de fallecidos y hay más de 300 escuelas que han sido cerradas por los niños que han adquirido el terrible mal.
Hasta la fecha continúa la discusión sobre el regreso a las clases presenciales, pero el daño está hecho. La asociación Mexicanos Primero da cuenta del atraso en matemáticas y lectura, sostiene la postura de volver a las aulas, pero con la condición de que se cubran cinco horas a la semana.
Además, exige que se cuente con agua suficiente, jabón, sanitizantes, mascarillas, ventilación, un programa de refuerzo en el aprendizaje y apoyo socioemocional.
La falta de una estrategia adecuada y oportuna impactará por lo menos a dos generaciones de niños y jóvenes que en los últimos dos ciclos escolares no contaron con las condiciones indispensables para el aprendizaje, el desarrollo, físico, mental y de convivencia; entre otras limitaciones a causa de la falta de herramientas, espacio y seguimiento.
Los vaivenes de la pandemia exhiben la incompetencia de las autoridades educativas de principio y hasta la fecha.
En la primera etapa, a pesar de que se tuvieron más de tres meses para preparar la llegada del Covid-19 apostaron a las clases por televisión que hubieran sido útiles para un período corto, pero no para la segunda parte del ciclo escolar.
Hubo tiempo para trabajar un proyecto de ampliación de las redes de internet, con un acuerdo con las empresas especializadas y la red de la CFE. Tiempo hubo para comprar tabletas o computadoras personales. ¿Sabe Usted que los maestros del sector público no contaron con equipos de cómputo ni recursos para elaborar materiales?
Miles de niños estuvieron condenados a seguir sus clases a través del teléfono celular de sus padres, otros tantos contaron con el compromiso de muchos maestros que dieron un seguimiento personalizado.
Con todo y el impacto en las variantes, la pandemia en México ha sido un tanto cuanto predecible porque ha dado un margen que no ha sido aprovechado para hacer los preparativos.
Cuando en el mundo se tomó la decisión de regresar a las clases presenciales se advirtió la necesidad de que en las escuelas maestros y alumnos fuesen sometidos a pruebas, adaptar los salones para asegurar la sana distancia, ventilación, agua, jabón, gel y mascarillas.
Imposible, cientos de planteles de México fueron vandalizados, les robaron de todo, el problema del agua sigue con pandemia y sin pandemia.
Hay miles de niños y jóvenes con un fuerte impacto a causa del encierro, la inactividad y el aislamiento; no será fácil reencauzarlos ni nivelarlos con otros compañeros que han tenido un mayor aprovechamiento. Ya es una realidad la brecha académica que tendrá un mayor impacto entre los alumnos de escuelas privadas y las públicas.
La deserción es otro problema, se registró casi en todos los niveles, con mayor énfasis en secundaria y preparatoria; será difícil que regresen a las aulas.
Además de la falta de equipos y herramientas hay que agregar las pruebas y las vacunas.
Pruebas simplemente no ha habido y las vacunas a los niños se las han negado desde la presidencia.
No hay duda que todos en el mundo arrastramos las consecuencias de la pandemia, pero el impacto es mucho mayor en las dos generaciones que han pasado dos años de sus vidas y casi dos ciclos escolares sin recursos ni la debida atención.