EL OTRO DATO/ El factor Marcelo

JUAN CHÁVEZ

Marcelo Ebrard será pieza clave en el gobierno de Claudia Sheinbaum.

La Presidenta electa lo ha situado en la secretaría de Economía, en un afán por mantenerlo en las sombras, sin que destaque políticamente.

Pero Ebrard, es mucha pieza. Es una enorme pirinola que se mueve a gran velocidad y que, con su inteligencia, hace dar maromas al minúsculo trompo que él… se encarga de ponerle tamaño.

Lo apunto como vicepresidente. Además de actor de la economía nacional, va meter su cuchara en las generalidades políticas de la Presidenta.

Perdió la encuesta para determinar la candidatura presidencial que AMLO se encargó de que resultara dirigida a Sheinbaum, que muchos consideran la marioneta que el tabasqueño moverá a su gusto desde su finca en Palenque. Y en el gabinete será un saltimbanqui.

No hay que olvidar que Ebrard quiere ser Presidente de México y que desde el principio de su nueva gestión, a partir del 1 de octubre, se moverá en esa dirección, para ser la tercera ocasión que buscará la silla del águila.

Su acción será decisiva para la calidad de la gestión pública de la nueva administración. Con una visión comprometida con la lucha contra la desigualdad y una vasta experiencia en la vida pública, Ebrard tendrá en sus manos factores cruciales para México: la relación con sectores nacionales y extranjeros, la promoción de inversiones, la política industrial y la revisión del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá.

Ebrard asume este rol en un contexto global de debate sobre el futuro del capitalismo. Por un lado, están quienes defienden un estado de bienestar robusto, con mayor regulación para contener los excesos del mercado. Argumentan que el crecimiento económico del neoliberalismo ha aumentado la desigualdad, y abogan por una mayor igualdad económica.

Marcelo Ebrard no sólo posee el conocimiento, sino también las relaciones con los actores más influyentes del sector económico financiero.

Por otro lado, están quienes defienden un Estado mínimo, siguiendo las tesis de Robert Nozick, el profesor de Harvard que fundamenta el pensamiento libertario, el cual aboga por una sociedad meritocrática con mínima intervención estatal.

Este debate no es meramente académico; ha permeado rápidamente la política. Ambas posturas coinciden en que es necesario revisar el modelo de desarrollo seguido en las últimas décadas, proponiendo soluciones diametralmente opuestas no solo para la economía, sino también para la estructura política.

La experiencia del futuro secretario de Economía incluye haber negociado con influyentes figuras conservadoras, logrando acuerdos beneficiosos para México en situaciones complejas.

En medio de este debate, que ha llegado a la agitación política y donde los conflictos parecen inminentes, es meritorio que la Presidenta electa haya designado a personas con visión y experiencia. La navegación en la que estamos inmersos enfrenta aguas turbulentas.

En las naciones democráticas, este debate se refleja en narrativas que buscan movilizar a las personas apelando a sus sentimientos. En México, se cuenta, López Obrador supo centrar la lucha contra la desigualdad y obtener el apoyo de las mayorías, fortaleciendo la capacidad de consumo mediante acciones públicas, como son sus programas sociales, el reparto del dinero a diestra y siniestra en tarjetas Bienestar a los adultos mayores y becas para los escolares. La oposición, sin un discurso propositivo, quedó relegada, y el resultado electoral fue contundente.

México se encamina a tener una posición cada vez más relevante en el ámbito internacional, en medio de un debate político que trascenderá en los próximos años. El nuevo equipo de Gobierno tiene las credenciales para gestionar los intereses de México con profesionalismo.

En México, el camino hacia la lucha contra la desigualdad tiene una enorme oportunidad gracias a la legitimidad política del nuevo Gobierno.

La designación de Marcelo Ebrard como secretario de Economía fortalece esta posición, asegurando un manejo responsable de los asuntos más importantes para construir políticas sociales más profundas en un mundo cada vez más convulso.

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