JUAN CHÁVEZ. A las 10 de la noche del domingo, cayó la última paletada de tierra en la tumba del PRI en el estado de México.
Aunque pareciera sorprendente, Alejandra del Moral, la candidata del Revolucionario, fue la encargada de arrojar esa postrera paletada al santo sepulcro tricolor, cuando salió, como “mujer valiente”, a reconocer que la elección favorecía a la maestra morenista Delfina Gómez que, así, se convertirá en la primera mujer que gobernará la entidad mexiquense que durante 94 años dominó el PRI, hoy convertido en “partidito”.
Tras admitir su derrota ante la morenista, la candidata de la alianza “Va por México”, reconoció a las autoridades electorales y felicitó a los habitantes mexiquenses que expresaron su voluntad con toda claridad en las urnas.
Alejandra, en un breve mensaje “Saludo a la maestra Delfina Gómez Álvarez y le deseo todo el éxito por el bien de todas las familias del estado de México”
“Para saber ganar hay que saber perder”, sentenció.
La jornada registró una participación, de acuerdo con el conteo rápido de entre 45 y 46 % de los 12.5 millones de votantes inscritos en el padrón electoral, algo así como cerca de 6 millones de electores.
Algo que hace pensar. ¿Quiénes prefirieron no asistir a las urnas? ¿Quiénes prefirieron el paseo dominical en lugar de asistir a votar?
El llamado voto duro que tanto presumió el cadavérico PRI o los que por décadas integraron el corredor azul de la entidad.
Lo que es menester apuntar es que la clase media del estado de México si participó en las elecciones. Me consta porque en las tres casillas que recorrí en Atizapán de Zaragoza, observé que eran más largas las filas de automóviles estacionados frente a las mesas de votación que los votantes en las urnas.
¿Qué sigue ahora? El conteo de los votos de las más de 20 mil casillas que se montaron, dar a conocer los resultados finales y entregar a la maestra Delfina la constancia de mayoría para que tome posesión el 16 de septiembre próximo.
En el inter, el desboque de la corcholatas del AMLO por la candidatura presidencial por definir cómo será la encuesta de Morena –¿cómo? y ¿cuándo?—que habrá de nominar a la candidata o candidato.
No habrá sorpresas. El presidente empuja a más no poder a Claudia Sheinbaum para a convertirla en su sucesora y la que garantice la continuidad de la cuarta transformación.
La lucha real se dará abajo. En la disputa de las candidaturas a la Cámara de Diputados y el Senado que a López Obrador le urge ganar para consolidar su proyecto de controlar los tres poderes de la Unión: Ejecutivo, Legislativo y Judicial, antes de que abandone Palacio Nacional, el 31 de septiembre de 2024.