EL OTRO DATO/ Dónde queda la mentada austeridad

JUAN CHÁVEZ. Cayó el “Paquete Económico” 2023 en la Cámara de Diputados con un presupuesto que contempla un gasto total de 8,3 billones de pesos (millones de millones), un 11% más en términos reales que lo aprobado para este año y cuyo mayor gasto es para las políticas sociales (el regaladero del dinero con vistas a las elecciones 2024), y nulo crecimiento productivo.

La política social se llevará casi la mitad, 3,9 billones de pesos, casi 4 millones de millones de pesos de los 8,3 billones propuestos. Un aumento del 9%.

No obstante, el secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, ha tachado el paquete de “equilibrado, responsable y realista” durante la presentación en la Cámara de San Lázaro.

El proyecto de presupuesto, centrado en los programas sociales, también está dirigido a los deseos prioritarios del presidente López Obrador, como el Tren Maya.

La secretaría del Bienestar, responsable de la mayor parte de los programas sociales, ve crecer su presupuesto un 37% respecto al proyecto de presupuesto de hace un año. La dependencia está en el centro de la agenda de “primero los pobres” y lo estará aún más el año que viene, el penúltimo del sexenio antes de las elecciones de 2024.

Van a fortalecerse las pensiones para adultos mayores y para personas con discapacidad. Hay un claro objetivo electorero.

¿Dónde queda la austeridad republicana o “la franciscana” que AMLO esgrime de continuar la inflación al alza?

Para el quinto año de gobierno el mayor reto es lograr crecimiento económico y mejorar la calidad de vida de las personas. El PIB en promedio anual creció 1.9% con Fox, 1.8 con Calderón, 2.4 con Peña y llevamos un -1.2 con López Obrador. Aunque el presidente ha insistido en que ésta no debe ser la medida para calificar de bueno o malo el desempeño de un gobierno, lo cierto es que sin crecimiento económico y mayores recursos las promesas no pueden transformarse en derechos y sin éstos no puede haber felicidad o bienestar.

A pesar de la política de austeridad impuesta por L(i)opez, el gasto gubernamental no ha parado de crecer. Pasamos de 5.8 billones de pesos en 2019 a 7.1 billones para 2022 y a 8.3 billones en 2023.

Lo que cambio fueron las prioridades y los gastos inevitables. Empezamos con el gasto no programable, es decir, aquel que se destina al cumplimiento de obligaciones como pagos pendientes de años anteriores, gastos destinados a cubrir comisiones e intereses de la deuda pública.

También figura en el cuadro del gasto inevitable, el gasto corriente, es decir el cuantioso pago a la nómina de la burocracia. Además, el de pensiones que en este 2022 fue de 2 de cada 10 pesos y que en 2023 le estará pisando los talones al 3 por cada 10.

El cuadro de dependencias más beneficiadas lo completan Agricultura, que ha ganado peso recientemente con los planes del gobierno para combatir la inflación, con un aumento del 33%, y Turismo, con un 121%. El salto de esta última se da en medio de los esfuerzos del Ejecutivo para acabar el polémico Tren Maya a finales del año que viene. Con el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) ya terminado y la refinería de Dos Bocas en la recta final, el ferrocarril es el gran pendiente del presidente.

El presupuesto federal proyectado para 2023, constituye la expresiva pintura de los caprichos presidenciales. No más. Para proyectos productivos, cero pesos cero centavos.

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