JUAN CHÁVEZ. Voy a ir al Zócalo. Mi vocación democrática me lo exige. Arrastraré mi bastón y mi humanidad de 90 años, pero no quiero un México dictatorial de nuevo.
Llenar el Zócalo por la democracia y contra la reforma electoral de AMLO, es llamar la atención a la Suprema Corte de Justicia de la Nación para que cuanto antes, la declare inconstitucional y el INE sobreviva para garantía de unas elecciones limpias en 2024.
Por lo que significa la democracia en la vida de México es que estaré en el Zócalo el domingo 26; la concentración es la carta que garantiza el valor de la libertad.
Mi ausencia convalidaría un nuevo maximato, un dictadorcito que pretenda arrastrar al país a una mayor destrucción de sus instituciones. Por eso, por estar en contra de la ambición de poder que modela el presidencialismo de AMLO, voy a estar presente en el Zócalo.
Sin democracia no hay libertades y por eso, la democracia ¡debe permanecer intocada!
El Plan B de reforma electoral aprobada finalmente por el Senado es la falaz y atascada mano del hombre de Palacio que pretende prolongar su poder más allá de su sexenio.
El peor daño que pretenden las nuevas leyes secundarias aprobadas por el Senado es el desmantelamiento de la secretaría ejecutiva y el servicio profesional electoral. Parecería que el presidente quiere que el INE fracase en la organización de las elecciones… aparte de que con la nueva legislación lo vaya a destazar.
Por eso hay que ir al Zócalo y exigir a la Corte que las declare inconstitucionales. Es urgente, cuestión de mantener tranquilo a un pueblo que se lanzaría a la revuelta si no son atendidos los reclamos por la democracia que se manifestarán en más de 80 ciudades del país este domingo, a partir de las 11 de la mañana.
Será una protesta más numerosa que la del 13 de noviembre.
El peor daño que pretenden las nuevas leyes secundarias es el desmantelamiento de la secretaría ejecutiva y el servicio profesional electoral. Parecería que el presidente quiere que el INE fracase en la organización de las elecciones, que no pueda asegurar el cumplimiento de las garantías que hemos tenido hasta ahora. Preocupa también la reducción de sanciones, lo que permitirá que quienes violen las reglas de financiación o usen recursos públicos para propósitos electorales no puedan ser castigados con la cancelación de la candidatura.
El presidente dice que quiere proteger la democracia de los fraudes electorales del INE: «Es una reforma electoral para que haya democracia». Decide olvidar que los fraudes electorales terminaron cuando Gobernación dejó de organizar elecciones y la responsabilidad la asumió el IFE primero y el INE después.
Afirma también que quiere reducir los costos. Pero había muchas formas de bajarlos sin volver inoperante al INE. El financiamiento público de los partidos es un ejemplo. En este 2023, un año sin elecciones federales y con solo dos estatales, los partidos recibirán 5,936 millones de pesos del erario. Es un monto que se puede recortar de manera drástica sin afectar la democracia.
En el “Plan B” persiste el claro afán oficial de desmantelar el INE en busca de restarle capacidades de operación, y así debilitar la independencia y autonomía del árbitro electoral. Entre otras cosas, ordena reducir 85 por ciento el servicio profesional del INE, baja el número de vocalías, consejos distritales, quita prestaciones y permite nombrar representantes de partido de última hora.
Una reforma regresiva, por donde se le vea, y que atenta contra los avances que en materia democrática se han logrado en el país luego de muchos años de lucha contra los tiempos autoritarios del PRI a los que AMLO y Morena parecen querer volver.
Además de la segunda jornada de marchas ciudadanas a la que se ha convocado en todo el país para defender al INE y al voto libre el próximo domingo, una vez que el “Plan B” sea publicado en el Diario Oficial de la Federación vendrá toda una lluvia de amparos, de trabajadores del INE y de ciudadanos en general inconformes con esa nueva Ley, ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) y ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN).
El domingo 26 sabremos si los ciudadanos estuvimos a la altura de las circunstancias que hoy nos exige el país.
En nuestra decisión está participar en la madre de todas las manifestaciones. No vamos en favor de algún partido o de algún líder. Iremos a impedir que destruyan nuestra incipiente democracia.
Si llenamos el zócalo de la CDMX y las plazas de múltiples ciudades, habrá un mensaje claro: #elinenosetoca.
La presión no será para quien vive en un palacio, sino para los ministros de la Suprema Corte de Justicia. En ellos recae la responsabilidad de que Morena no “destruya” al INE, que no lo mate por falta de recursos. Que no despida impunemente a los servidores públicos de carrera encargados de llevar a cabo la elección del 2024.
Los ministros saben lo que está en juego. El Plan B de López Obrador pretende agujerear y vaciar al INE para que la elección del 24 sea una pachanga y nadie sepa dónde quedaron los votos.
Cuando el gobierno quiere manejar la elección, llega el verdadero peligro de convertirnos en una república bananera como Nicaragua.
El silencio de Palacio ante las transgresiones de los derechos humanos en Nicaragua y la medalla del Águila Azteca a Miguel Díaz Canel, dictador de Cuba son un pésimo augurio.
¿Ese es el modelo? Fuera máscaras. La tentación totalitaria está viva. No hay forma de explicar la triste posición de nuestro México en contra de los pueblos de Cuba, Nicaragua, Venezuela y Perú. De espaldas a los oprimidos y del lado de los dictadores y golpistas.
El fuero militar va en contra de todo lo que la izquierda morenista prometía. Apunta a un matrimonio de conveniencia donde el gobierno cede poder y recursos al Ejército a cambio de futuros apoyos en caso de necesidad. Cambiaron principios, modelo, promesas y todo lo que se oponga.
Si no es hoy, cuándo; si no es aquí, dónde; si no somos nosotros, quiénes. Hay más en juego hoy que en 2000, 2006 o cualquier otro momento de nuestra corta historia democrática.
Midamos nuestra fuerza para demostrar que este país dejó de ser de un solo partido o un solo hombre. Venzamos la inercia del asistencialismo cuyo motivo verdadero es obtener votos al costo que sea.
Pintemos las calles de rosa mexicano. Llevemos alegría y coraje a la vez, porque esta lucha nos hermana en la defensa del INE. Derechas, centristas, liberales, izquierdistas y conservadores, mujeres y hombres que creen en las instituciones y la democracia. Demostremos que más allá de la ideología, los colores y los proyectos, está la vocación democrática.