
JUAN CHÁVEZ
Donald Trump sigue metiendo puyas a México.
El jueves declaró que “los cárteles gobiernan a México”.
Nada más exagerado en su estilo arrogante y exagerado.
Bien podríamos considerar que en Estados Unidos gobierna Wall Street y que su población, por ser exigente demandante de las drogas para consumirlas, ostenta toda la carga del narco tráfico.
Antes de su puyazo ensalzó a la presidenta Sheinbaum. México, dijo “tiene una tremenda presidenta, una mujer muy valiente”.
Por supuesto que Estados Unidos tiene todo el derecho a defenderse, la pregunta es de qué o de quién, pues si la droga llega a sus calles es porque ellos lo permiten. Así como podemos decir que si hay empresas estadounidenses involucradas en la venta de petróleo ilegal en México es porque las autoridades de nuestro país lo han permitido.
El huachicalero, con más de 20 barcos llenos de millones de litros de combustible –diésel y gasolina, principalmente—son el contrabando de hombres ricos de Gringolandia.
Los barcos, salidos de las petroleras de Texas, han atracado en los puertos tamaulipecos de Tampico y Altamira.
Que la droga cruce la frontera estadounidense y se distribuya entre los consumidores es responsabilidad exclusiva de las autoridades de aquel lado de la frontera. Pueden, y es sin duda lo mejor, colaborar las autoridades de ambos países para combatir los delitos que nos afectan a ambos, entendiendo que cada uno es responsable de lo que pasa en su territorio.
Es necesario responder al presidente Trump: ¿Está México gobernado por los cárteles?
Por supuesto que no. Es tan exagerado y falso como decir que el Gobierno de Estados Unidos es un títere de los capitales de Wall Street. Es una caricatura. Dicho esto, es absolutamente cierto que hay regiones completas del país donde el crimen organizado suple las funciones básicas del Estado y en ese sentido podemos sostener que son un gobierno paralelo, cuando no el único gobierno en esas zonas. La región de Tierra Caliente en Michoacán es el ejemplo más evidente. Hay por supuesto muchos más.
Culpar a otro de los males propios es una vieja estrategia del poder. Para Trump es más fácil decir que está combatiendo al narcotráfico bombardeando lanchas en aguas internacionales que controlando sus propias aduanas o sus calles.
Si las fronteras estadounidenses son tan porosas es porque son igual de corruptas de aquel lado que de éste. Los bombardeos son muy efectistas, le gustan a la opinión pública, a las redes y a las televisoras que replican una y otra vez las imágenes como juego de video; sin embargo, ni reducen el contrabando ni son disuasorias. Por lo mismo es muy probable que pronto veamos una lancha de narcotraficantes mexicanos siendo bombardeada en algún lugar del Golfo de México o del pacífico.
Cualquier combate al tráfico de drogas, en ambos lados de la frontera, es positivo, pero absolutamente insuficiente mientras no se atienda y entienda que el problema es la demanda en Estados Unidos y el Estado de derecho en México.
Ciertamente, los seis cárteles más poderosos, dominan vastas zonas del territorio mexicano, pero no gobiernan al país, como Trump lo lanzó en una más de sus tenebrosas pértigas contra México. Esos cárteles son: Jalisco Nueva Generación, el cártel de Sinaloa, la Familia Michoacana, el cártel del Noreste, el del Golfo y el de Santa Rosa de Lima.
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