JUAN CHÁVEZ. Para algunos, Debanhi Escobar salió a buscar el placer sexual y encontró la muerte.
Para mí, es el caso de feminicidio más dramático que se ha presentado en los últimos tiempos y que ha puesto de relieve la ineptitud de las autoridades, estatales o federales, en sus investigaciones y carpetas abiertas en los más de 12 mil feminicidios cometidos en los tres años y medio del gobierno de López Obrador.
Qué se vaya a exhumar por segunda vez el cuerpo de la joven para someterlo a la tercera necropsia, es la demostración de la nula capacidad en las investigaciones de las fiscalías.
No se ha determinado la causa de la muerte de Debanhi. Las dos autopsias de que ha sido objeto su cuerpo, arrojan datos contradictorios que frenan las investigaciones.
El presidente López Obrador, de acuerdo con los padres de la joven desaparecida la madrugada del 9 de abril, sugirió esa tercera autopsia para esclarecer las contradicciones y posibilitar una investigación seria y definitoria del dramático caso.
La fotografía donde ella aparece esa trágica madrugada del 9 de abril, dio la vuelta al mundo y expuso la ineptitud de los investigadores del caso que 23 días después de la desaparición, encontraron el cadáver en el fondo de una cisterna en desuso del motel Nueva Castilla, a la vera de la carretera Monterrey-Escobedo donde Debanhi, parada, esperaba auxilio.
Hay un audio que cita la habitación 270 del motel, donde supuestamente entró Debanhi y están grabadas las voces de dos trabajadores de la instalación que cuentan la ayuda que prestaron a los supuestos asesinos, para envolver el cuerpo de la joven en una sábana y trasladarlo al área de perecederos en la empresa transportista ubicada enfrente del motel.
Esta información significa que el cuerpo sin vida de Debanhi fue “sembrado” en la cisterna y que el o los criminales no repararon en la “siembra” de los tenis de la joven estudiante de leyes y otros objetos, como su bolso y el celular, cuyos estudios, si es que tuvieron éxito porque resultó afectado por el agua, no se han dado a conocer.
El feminicidio de Debanhi se alza como un extraordinario manejo de la mediática que se vuelve el poder para que en los futuros casos se exija investigación a fondo de las autoridades responsables de las indagaciones.
El poder de los medios, hay que decirlo con todas las palabras, está resultando necesario para aclarar los crímenes de género. Es el poder que obliga a no parar en las indagatorias para castigar a los responsables y parar la ola de feminicidios a la que el presidente López no había prestado la menor atención.