EL OTRO DATO/ ¿Cuándo Claudia lo mandará a la chingada?

JUAN CHÁVEZ

Aprobada la reforma judicial por la mayoría calificada de la Cámara de Diputados, el fast track que la mayoría del Senado amenaza con aplicar a la minuta que San Lázaro le remitió de inmediato, podría navegar buen rato si no hay, entre los opositores, un senador traidor que se sume a los morenistas para conseguir la mayoría constitucional.

Es una esperanza fútil, sí, pero esperanza al fin.

Viene la aprobación, ahora, de la desaparición de siete órganos autónomos, entre ellos el INAI, la modificación del INE y otras más que le dejarán a Claudia Sheinbaum la ventaja de gobernar sin contrapesos, pero también un “infierno” de protestas y manifestaciones en su contra.

La reforma fue aprobada no obstante a las protestas de los opositores y de los estudiantes de la UNAM y de otras universidades de la CDMX y otros estados.

Es de esperarse –otra esperanza–, que no pase mucho tiempo en que Claudia, ya sentada en la silla del águila, mande a la chingada al que todavía es su jefe por los días que le quedan a septiembre.

Ella recibió el bastón de mando, pero no el del poder. Este se lo entregaron en las urnas 35 millones de votantes a los que está obligada a responder aun cuando siga insistiendo en su sobada frase de que va a construir el segundo piso de la transformación.

El mes de la Patria, adelantado por Hidalgo que tenía planeado iniciar la lucha independentista en octubre, se ha caracterizado por los terremotos del día 19. Tal vez ahora, con la banda presidencial cruzando su pecho, Claudia se atreva a la lanzar la primera cimbra de su gobierno.

La iniciativa propuesta por López Obrador pretende reformar el Poder Judicial y en ella se contempla reducir de 11 a 9 los miembros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) y eliminar sus dos salas; establecer un Tribunal de Disciplina Judicial; reemplazar el Consejo de la Judicatura Federal (CJF); implementar la figura de ‘jueces sin rostro’ para proteger a quienes manejen casos de narcotráfico y terrorismo y que jueces, ministros y magistrados sean elegidos por voto popular, similar a gobernantes o legisladores.

La movilización contra la reforma judicial sacó a los universitarios del pasmo en el que se encontraban desde hace casi un cuarto de siglo, al confrontarse con la realidad de una reforma judicial que ha logrado cohesionarlos.

Desde el movimiento estudiantil en la Universidad Nacional Autónoma de México de 1999 contra la actualización de pagos de inscripción y servicios que provocó la renuncia del rector Francisco Barnés de Castro, no se había registrado ninguna movilización universitaria en casi un cuarto de siglo hasta la que surgió la semana pasada en protesta por la reforma al Poder Judicial planteada por el presidente, que en pocos días logró una marcha de miles de estudiantes de derecho en el país para pedir tiempo para discutirla.

La respuesta del oficialismo fueron las burlas, las descalificaciones y, de manera riesgosa, un contra movimiento para neutralizarlos.

La movilización, que comenzó en la UNAM, donde una vez más en la historia está la placenta de una diferencia de fondo con el gobierno, descolocó a la presidenta electa Claudia Sheinbaum, que sabe que si un movimiento en esa institución, su alma mater, agarra tracción, es muy difícil detenerlo.

Lo sabe porque ella misma formó parte de uno de ellos, cuando, en 1986, como integrante del Consejo Estudiantil Universitario –varios funcionarios del gobierno federal y de la Ciudad de México saltaron de ahí a la vida política–, frenaron la reforma del rector Jorge Carpizo que pretendía cobrar cuotas de inscripción y eliminar el pase automático de las preparatorias.

Sheinbaum va a heredar un polvorín

Y pocos nos preguntamos ¿Cuál será el estilo de Claudia Sheinbaum para gobernar cuando López Obrador se vaya a su rancho “La Chingada”?

¿Replicará su sistema feudal y avasallante para hacer política?

Igual que el mandatario que se va, ¿descabezará a sus adversarios cada mañana y se los almorzará como “side” de sus tamales de chipilín? ¿Desconocerá el freno, la reconsideración, el punto medio y la transigencia en aras del segundo piso de Cuarta Transformación?

Se equivocan quienes ven en Claudia una simple ventrílocua del terco de Macuspana. En esa lectura prevalece un sesgo machista. Ningún dato en la biografía de Claudia remite al papel de sombra femenina: forjó su propia historia en la izquierda mexicana y como científica.

Va a gobernar sin contrapesos y eso le permitirá volar. ¿Con estilo científico o político, o una mezcla?

Tendrá en su contra la revocación de mandato, creada por el cacique de la cuarta transformación para mantenerla a raya. Pero ella es suficientemente inteligente para mandar al diablo la amenazante guillotina y uno de sus primeros pasos será atraerse a esa mayoría calificada de los diputados para borrar de la Constitución tan humillante acción.

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