JUAN CHÁVEZ
Una ofreció la construcción de un millón de viviendas si llega al gobierno de México.
La otra, se fue más largo. Dijo que construirá cinco millones de viviendas.
Estaban en competencia de cifras, no en la seriedad de las propuestas.
Ni una ni la otra, en sus locuaces propuestas, advirtieron que una vivienda requiere, como prioritarios servicios, agua y luz, los dos problemas que, por su escasez, sacuden a México.
Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez, patinaron en el último debate presidencial.
Se rieron de la seriedad de los temas que conformaron la agenda del tercer debate.
Inclusive, Sheinbaum mostró su total desconocimiento en la constitucional división de poderes, que nos viene desde el Congreso de Chilpancingo convocado por Morelos en 1813 y que abrió las puertas a lo que después se denominó como la Constitución de Apatzingán.
En un arrebato de desconocimiento total del derecho constitucional, en la plataforma de división de poderes, señaló:
“El presidente López Obrador separó desde el principio de su gobierno, el poder económico del poder político”.
Aberración de la científica que pretende gobernar a México y que por considerarse sabelotodo, no ha sido capaz de contar con un asesor en derecho constitucional.
Para ella no existen los problemas. Para ella no existen los que piensan diferente.
Al finalizar el debate borró la sonrisa que forzó durante el encuentro, no volteó a ver a nadie para despedirse, bajó y se fue como si no hubiera nadie más que ella en el foro.
Xóchitl la buscó con la mirada.
Luego, la candidata opositora volteó a ver a Máynez, esbozó un gesto para acercarse y el candidato de Movimiento Ciudadano volteó la cara.
Esa escena final pintó mejor que cualquier frase el momento en que se encuentra el país: en la antesala de una dictadura.
Y el papel de Máynez, que le esquivó la mirada a Xóchitl para no despedirse, no fue por desprecio a la candidata opositora, sino por terror a Sheinbaum.
Durante el debate Sheinbaum no contestó, no dialogó.
De hecho no fue a un debate, sino a un monólogo de mentiras.
Con lo enseñado el domingo quedó claro que ella es la antítesis de la democracia. Es todo lo opuesto a la apertura. La rigidez personal e ideológica hecha candidata presidencial.
Si López Obrador la impulsó con la idea de que Sheinbaum sea su títere, se equivocó por completo.
Vimos en pantalla a una creyente del pensamiento único: el suyo. No oye a nadie ni habla con nadie. Tampoco mira a nadie. Es la nueva esfinge con rostro rígido, como Lázaro Cárdenas que por eso se llevó tal mote a la historia.
Mostró la frialdad del autócrata y no la curiosidad del científico, que supuestamente es.
Cualquier científico, o político con apertura de miras, sabe que para solucionar un problema primero hay que reconocerlo. Para Sheinbaum los problemas no existen.
El hecho de que una científica rechace la existencia de problemas que están a la vista de todos nos indica que, de ganar la Presidencia, no habrá políticas públicas para solucionarlos.
Su deshonestidad intelectual fue evidente en el debate.
Vivimos los días más violentos del año, hay un vendaval de homicidios en el país (en Acapulco se registraron ayer lunes 12), y ella seleccionó otros datos para dar sustento a un argumento falso: la criminalidad va en retirada.
Durante el actual gobierno el número de detenciones y expulsiones de mexicanos en la frontera ha sido histórico: 2 millones 800 mil.
La pobreza es uno de los factores que impulsan la migración, pero el principal es la inseguridad y la violencia en los países expulsores. México en primer lugar.
Se presentó como la candidata de la democracia, y Morena tiene en el Congreso la propuesta de eliminar la autonomía de la Corte y del INE.
Planteó la desaparición de los diputados plurinominales, que fueron creados para darle cabida en el Congreso a las minorías, esencialmente a la izquierda. Ahora, ya en el poder, suprímanse los pluris.
Con asombrosa sangre fría se presentó como la candidata de la honestidad, contra “ellos”, es decir Xóchitl y las fuerzas que la apoyan. Mostró gobernadores priistas y panistas tras las rejas.
Esos gobernadores fueron detenidos en los gobiernos del PRI y del PAN. Ahora, AMLO los premia con embajadas y, en cambio, persiguen a intelectuales críticos.
Sacó a colación la matanza del 68 para endosar a Xóchitl y a quienes la apoyan (“ellos”) la acusación de ser “la represión, nosotros la libertad”.
Los principales fundadores de Morena (López Obrador entre otros) entraron a militar al PRI después de la masacre y jamás dijeron nada. Se fueron del PRI cuando el partido gobernante entonces abrió la economía y creó el IFE para iniciar la democratización del país.
Lo peor está en su talante autoritario o dictatorial. Arrogante y fría, anunció que también tendrá mañaneras todos los días a las 6 de la mañana.
Se muestra como dueña de la verdad absoluta. La personificación de la antítesis de la democracia.