JUAN CHÁVEZ
No soy catastrofista ni deseo males para nadie pero el año que acaba de nacer apunta, por las circunstancias que se vivieron en 2024, a convertirse en un año negro, según lo ven algunos analistas.
Otros piensan que será gris, con infinidad de desafíos.
Será, dicen de graves consecuencias políticas, tanto a nivel nacional como internacional.
Destacan, para nosotros los mexicanos, las elecciones federales en nuestro país y las ocurridas en Estados Unidos.
En México, el electorado decidió no dar marcha atrás al proyecto propuesto por el expresidente López Obrador, y su movimiento, lo que abre una serie de incógnitas para el futuro de la oposición en nuestro país.
Indudablemente, el siguiente horizonte político es el 2027, año importante para reiniciar, si todo sale bien, un nuevo pluralismo en México.
Por ahora, el mapa político de nuestro país se ha pintado de guinda, el color de Morena, al tener este el control de una gran mayoría de las gubernaturas y alcaldías de México.
Pero Morena y sus aliados tienen un gran desafío frente a sí: evitar una crisis económica como consecuencia del mal manejo de la economía el pasado sexenio, impedir un problema de falta de credibilidad por las posibles malas administraciones tanto a nivel federal como local, y poder encarar la ofensiva del gobierno de Trump en los próximos meses y años.
En cuanto a este último, su retorno a la Casa Blanca, impactará no sólo a su país, sino a México y al mundo en general. Dentro de Estados Unidos las intenciones del trumpismo son fundamentalmente destruir o debilitar lo que llama el Estado Administrativo, es decir la burocracia federal que, se alega, siempre ha beneficiado al Partido Demócrata.
En cuanto al impacto del triunfo de Trump en el mundo, este se dejará ver en los tres teatros críticos del escenario internacional: el Medio Oriente y la crisis del conflicto eterno entre Israel y Palestina, la guerra iniciada por Rusia en contra de Ucrania, así como las ambiciones de China en el Pacífico, sobre todo en lo que tiene que ver con el caso de Taiwán.
Sí Trump puede salir airoso de estos tres desafíos, entonces podría ser considerado uno de los más grandes presidentes en la historia de Estados Unidos.
Por lo que respecta a la relación de la administración Trump con México, los principales puntos de discordia serán el migratorio, donde el presidente estadounidense busca expulsar a 11 millones de personas sin la documentación requerida, la mayor parte no mexicanos, pero que podrían terminar en nuestro país.
En segundo lugar, el problema comercial, donde Trump ha amenazado con elevar aranceles a exportaciones de nuestro país – lo que sería catastrófico para México – -y poner trabas durante la renegociación del T-MEC.
Finalmente, se encuentra el problema del narcotráfico, donde recientemente el próximo inquilino de la Casa Blanca acaba de denominar como grupos terroristas a los carteles de la droga.
Si consigue el reconocimiento internacional de considerar a los cárteles de la droga como grupos terroristas, México la pasará mal. Digamos que, en efecto, verá el “año negro”, dado que con misiles y drones con explosivos, Estados Unidos atacará a esos “grupos terroristas”, sin importarle que la presidenta Sheinbaum lo llame “injerencista” por atacar a mexicanos y en territorio mexicano.
Ese es el tamaño de los retos para el 2025. El pronóstico es tiempo nublado, pero no es imposible que el día se aclare si se toman las decisiones correctas. Qué así sea.