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JUAN CHÁVEZ. Como si estuviera frente a una mesa de billar, con el taco en la diestra y le untara pizarra, López Obrador está por consumar una carambola de tres bandas en el beneficio de su artera impunidad.
Con la entrega del control de la Guardia Nacional a la secretaría de la Defensa Nacional, el domador de Palacio, en los menos de 25 meses que le quedan en el poder, seguirá con su cuarta transformación que destruye a México, sin temor de ser juzgado por la próxima administración presidencial.
La culpa, toda, será de las fuerzas armadas a las que ha investido con todo el poder con que las ha investido, poniéndolas al frente de más de 30 funciones que desarrollaban cuerpos civiles.
Ahora mismo, y para evitar que Ricardo Monreal le juegue a la torera en el Senado, ha surgido el apoyo del PRI, sin comprometer sus votos, con la iniciativa presentada el viernes pasado por la diputada priista Yolanda de la Torre para que la Guardia Nacional sea parte de la secretaría de la Defensa Nacional hasta 2028, y no hasta 2024 como se estableció en su creación.
La iniciativa rompe la moratoria constitucional acordada por la oposición, y pese a la polémica que levantó, los líderes del PRI no la han desautorizado o señalado que fue a título personal y no respaldada por el partido. Quizá no fortuito, eso es lo que quiere el Ejército para garantizar el control formal y legal de la Guardia Nacional por el resto de la década.
Así, López Obrador está construyendo su puerta de escape y los militares no quieren verlo. Toda la campaña para que la seguridad pase a manos de los militares le da una coartada para no asumir su responsabilidad al final de su gobierno y culpar del fracaso al Ejército. Podrá argumentar que les dio todo e hicieron poco, con lo que demostraron su ineficiencia y la razón para no existir.
Y no es tramoya. Los generales y demás altos mandos del Ejército, están contentos con la empapada que el tabasqueño les sigue empapando con más tareas civiles que está por entregarles.
Lo ideal para el Ejército habría sido que la Guardia Nacional se mantuviera, aunque fuera de manera formal, bajo la jurisdicción civil.
El Ejército, ganando como se ve en el corto plazo, perderá en el largo.
De paso, en el menjurje lopezobradorista, se llevará en las espuelas a Monreal, a no ser que el zacatecano tenga escondido un as que retrase la aprobación de las reformas propuestas por L(i)opez para consumar el traspaso de la GN a la Sedena, y conseguir que el PRI de “Alito” Moreno retire la iniciativa de su diputada Yolanda de la Torre.
Este martes habrá luz en el chanchullo presidencial y se verá si el Senado actúa conforme a sus reglas, como lo estableció Monreal al recibir la minuta surgida del fast track la madrugada del sábado en que los diputados de San Lázaro impusieron su mayoría morenista para aprobar el tenebroso asunto de la Guardia Nacional.
