EL OTRO DATO

México y Ucrania, víctimas del expansionismo (4)

(Paréntesis obligado: El Tratado de Paz y la cesión de más de la mitad del territorio mexicano a Estados Unidos, como compensación de la guerra con México, puso fin a la sangrienta guerra; luego Santa Anna, en su último período en la Presidencia, vendió La Mesilla a EU).

JUAN CHÁVEZ. Los Estados Unidos prepararon la incursión a gran escala a México, igual que Rusia lo ha hecho desde febrero 24 que le declaro la guerra a Ucrania.

Para abrir la guerra el general Winfield Scott bombardeó en marzo de 1847 el puerto de Veracruz. La invasión estadounidense fue considerada por los estadounidenses como un paseo, pues no se ofreció más resistencia que la batalla de Cerro Gordo. El ejército de Scott permaneció dos meses estacionado en Puebla, mientras Santa Anna llevó a cabo una de sus intrigas para distraer a Scott y, al mismo tiempo, preparar la defensa de la capital.

Las batallas para tomar la ciudad de México se libran en agosto de ese año con la derrota en Padierna del general Valencia y la resistencia en Churubusco por parte del general Pedro María Anaya. La resistencia mexicana fue feroz, pero las limitaciones del ejército le hicieron perder la guerra.

Al acercarse Scott a Anaya y pedirle que entregara todo el parque restante, Anaya le respondió con orgullo: «Si hubiera parque, no estaría usted aquí».

Dentro del ejército de Scott se encontraban 200 soldados irlandeses que, por divergencias religiosas, deciden desertar y pasan al bando gubernamental; en castigo por ello, después de la derrota, Scott ordenó que se les juzgara por felonía, y ahorcó a 50 de ellos.

Niñas y mujeres mexicanas fueron violadas frente a sus padres y esposos, las ciudades tomadas fueron saqueadas para tomar provisiones y cientos de civiles fueron asesinados (considerado un crimen de guerra) cuando se rebelaron desde el 16 de septiembre de 1847, fecha en la que se celebraba el 26 aniversario de la Independencia de México y cuando se izó la bandera estadounidense en Palacio Nacional hasta el 2 de febrero de 1848 para simbolizar la derrota mexicana.

Legalmente el Tratado de Guadalupe Hidalgo puede ser revocado si el Presidente del gobierno mexicano emite una demanda legal en la Corte Internacional de Justicia, pues México tiene a su favor que en el artículo III del Tratado de Adams-Onis (firmado en 1819 por España y Estados Unidos y posteriormente en 1832 por México y Estados Unidos.

Pero, obvio, AMLO no se atreverá hacerlo, así que los mexicanos no recuperaremos más de la mitad del territorio nacional que “costó” la guerra contra Estados Unidos.

Entre el 22 de agosto y el 6 de septiembre tiene lugar un armisticio. El enviado plenipotenciario estadounidense Nicholas Trist y los comisionados mexicanos Luis Gonzaga Cuevas, Bernardo Couto y Miguel de Atristáin llegan a un acuerdo para concertar la paz. Las negociaciones, sin embargo, no tienen éxito, y la guerra se reinicia. Las últimas batallas se libraron en Molino del Rey y el Castillo de Chapultepec.

Las acusaciones de traidor para Santa Anna apelan a cosas que no están basadas en la verdad. Se le acusa de traidor por haber aceptado la Independencia de Texas en el Tratado de Velasco de 1836, cuando en realidad él estaba preso.

De hecho, en ese tratado no reconoce la Independencia de Texas. Tuvo muchas discusiones con sus captores. Lo podemos ver por la cantidad de borradores que rechazó aun sabiendo que era un presidente preso y que, como tal, su firma no tenía validez.

Lo que acordó en ese documento fue aceptar que una comisión texana fuera a México a proponer la idea de la Independencia de Texas, sabiendo perfectamente que el congreso iba a rechazar la propuesta…

Se dice también que vendió la mitad del país y no fue así. El territorio se perdió tras perder la guerra contra Estados Unidos en el Tratado de Guadalupe Hidalgo de 1848, que firmó el gobierno de Manuel de la Peña y Peña (y que por cierto tiene una calle que lleva su nombre en la CDMX), compuesto por liberales moderados que intentaban detener la guerra.

Santa Anna, en tanto, quiso continuar la guerra yéndose a Oaxaca para formar un nuevo ejército, pero no sucedió porque Benito Juárez (el Benito Juárez del nuevo López despreciable y ruin) no quiso apoyarlo y le prohibió la entrada. Después de este hecho, Santa Anna se va al exilio.

El pueblo capitalino opuso una resistencia suicida a los invasores, quienes finalmente toman la capital el 15 de septiembre.

Ante estos resultados, el ejército de Santa Anna se divide, el general renuncia a la Presidencia y ataca la guarnición Norteamericana en el llamado sitio de Puebla, pero es derrotado por una columna de refuerzo en la batalla de Huamantla y destituido del ejército, con la amenaza de ser sometido a una corte marcial decide marchar nuevamente al exilio.

Ante la crítica situación que se vivía en el país, el presidente de la Suprema Corte de Justicia, Manuel de la Peña y Peña, se hace cargo del poder ejecutivo en la ciudad de Toluca el 27 de septiembre. Unos días después, marchará a Querétaro, junto con don Luis de la Rosa, que era el titular de los cuatro ministerios existentes.

A finales de noviembre los comisionados de paz Cuevas, Bernardo Couto y Miguel de Atristáin reiniciarán conversaciones con Trist, aún a pesar de que este último fue destituido por el gobierno de Washington. Sin embargo, es animado a continuar por Scott, ya que ambos funcionarios estadounidenses se sentían incomprendidos por la administración Polk.

Las conversaciones fueron largas y complicadas. El mayor éxito de los mexicanos fue conservar la Baja California y unirla a través de un puente de tierra a Sonora. A pesar de todo, fue necesario fijar los límites entre ambos países con base en los ríos Gila y Grande o Bravo, cediendo en total 2 millones 378 mil 539 km² de su territorio.

El tratado sería firmado en la villa de Guadalupe Hidalgo, entonces muy cercana a la ciudad de México, el día 2 de febrero de 1848 y ese mismo se celebró con misa solemne en la Colegiata de Guadalupe.

El contenido del tratado le es notificado a Polk el día 19 del mismo mes que lo envía al congreso estadounidense, donde es aprobado el 10 de marzo. Paralelamente, De la Peña y Peña logra reunir al Congreso mexicano en Querétaro. Don Luis de la Rosa presentó ante él una amplísima «Exposición», documentó que, por su realismo y patriotismo, convenció a la mayoría de los diputados a favor del tratado de paz, aún a pesar de quienes pretendían continuar la guerra.

El Tratado de Guadalupe Hidalgo o Tratado de Paz, fue ratificado y canjeado por ambas partes ese mismo año. El 30 de mayo de 1848 queda establecida la paz entre las dos naciones.

La guerra entre México y Estados Unidos empezó a gestarse cuando el diputado Ramón Gamboa comienza, desde su propia agenda política, a difundir las acusaciones contra Santa Anna.

Sin embargo, el perfil de traidor bien establecido empieza con la Restauración Liberal y con Benito Juárez. Fue una manera fácil de afrontar el trauma de la guerra contra el país vecino.

Este tipo de cosas suceden a menudo en la historia mexicana. Por esta razón también se creó el mito de los Niños Héroes en 1868. Sí hubo cadetes que lucharon, pero lo de los seis héroes y el joven que se tiró con la bandera es un mito. Son formas que se inventa un país para superar sus traumas.

En este contexto, Santa Anna surge como el gran malvado de la historia.

En el porfiriato también se generaron falsedades, como aquella que dice que fue reelegido 11 veces, cuando en realidad sólo ocupó la silla presidencial en seis ocasiones. Fue una forma de justificar las reelecciones de Díaz. Se quiso exagerar la inestabilidad de la época de Santa Anna para poder ensalzar la ‘pax’ y el progreso porfiriano.

La Venta de la Mesilla. El 30 de diciembre de 1853 se firma el Tratado de la Mesilla. Este tratado, que en los Estados Unidos de América se le conoce como «compra Gadsden», por su principal promotor, el general James Gadsden, acuerda con el gobierno de México la venta de 76 mil 845 kilómetros cuadrados de terreno, en el sur de los actuales estados de Arizona y Nuevo México, lo cual modificaba el Tratado de Guadalupe Hidalgo, a cambio de 10 millones de dólares. Aquí, sin embargo, debemos hacer notar la habilidad negociadora de Santa Anna y de su ministro de Relaciones Exteriores, Manuel Díez Bonilla, pues Gadsden pretendía adquirir no solo esta región sino la totalidad de los estados de Chihuahua y Sonora, así como la Baja California.

El ejército de los Estados Unidos se preparaba para una eventual segunda guerra en el caso de que México respondiera negativamente. Incluso hubo un intento de repetir la experiencia texana.

Finalmente, y contra todas las expectativas estadounidenses, Santa Anna aceptó la venta, hecho que lo hizo altamente impopular. Los 10 millones de dólares serían utilizados por Santa Anna en su beneficio y el boato que le rodeaba; el Congreso de los Estados Unidos aceptó el envío de 7 millones de dólares, y 1 millón de dólares se perdió antes de llegar a la capital. Estos 6 millones de dólares le permitirían a Santa Anna mantener plenos poderes por unos años más.

¡La corrupción era de alto calibre!

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