ADRIANA DELGADO RUIZ/ @AdriDelgadoRuiz
“Crece la inseguridad que agobia a nuestra sociedad. Pobreza, corrupción y delincuencia, tres eslabones de una cadena maldita que obstruye la vía del progreso”, solía decir Ignacio Ovalle en los años en que encabezó y dio cursos en la institución privada Humanismo Contemporáneo A.C., mientras manchaba la cuarta transformación del presidente López Obrador.
Incluso, el mandatario asume con tristeza: “esa es la mancha que me llevo”. Pero ¿es sólo un caso de “descuido” y “mala suerte” en que Ovalle fue engañado y traicionado por sus colaboradores? Él no está siendo investigado e incluso sigue siendo funcionario en la Secretaría de Gobernación.
Segalmex fue creada para hacer autosuficiente a México en los cuatro granos básicos: maíz, trigo, arroz y frijol, además de la leche. Hoy sabemos que los malos manejos en sus primeros años de operación llevaron a desfalcos por unos 15 mil millones de pesos.
Uno de sus operadores, Bernardo Fernández Sánchez, quien se desempeñó como director de operaciones de Liconsa, fue contratado aun cuando sus antecedentes incluyen ser director corporativo y socio de Grupo Kosmos, empresa que ha sido señalada de obtener contratos con corruptelas, proveer comida en mal estado al sistema penitenciario y lavado de dinero mediante el envío de alimentos a sobreprecio a Venezuela.
El mecanismo de la empresa Libre Abordo es el más ilustrativo. Un acuerdo de 2019 con la Corporación Venezolana de Comercio Exterior fue un negocio muy irregular de 200 millones de euros. La parte mexicana enviaría mil camiones cisterna para agua y 210 mil toneladas de maíz blanco de Segalmex. A cambio, Venezuela entregaría 6.2 millones de barriles de petróleo crudo pesado, en un mecanismo para burlar el bloqueo económico impuesto por Estados Unidos: no se hacía ver como una venta, sino como un intercambio humanitario.
Este era uno de los tantos negocios de la red creada por el testaferro de Nicolás Maduro, Alex Saab, quien fue arrestado en 2021 y liberado por Estados Unidos en 2023 a cambio de 10 de sus ciudadanos detenidos en Venezuela.
Durante todo ese periodo de enorme corrupción, Segalmex hizo muchas tropelías mediante múltiples empresas fantasma como la compra de leche en polvo infestada de cucarachas para el DIF de la Ciudad de México y Veracruz, operación denunciada por legisladores.
Segalmex no tenía siquiera una estructura orgánica establecida formalmente, ni vigilada por la Secretaría de la Función Pública. La consecuencia más nociva, que entonces tampoco había una política interna de prevención de malos manejos ni mecanismos de sanción.
La mayor parte del equipo de Ignacio Ovalle estaba formada por sus conocidos de décadas, desde la época del priismo. Cuando fue director general de la Compañía Nacional de Subsistencias Populares (Conasupo) entre 1988 y 1990, el director de su sistema de distribución, Diconsa, era Fernando Peón Escalante, quien ya en Segalmex se desempeñó como director de operaciones y orquestador de muchos de esos negocios. ¿Traición a esos niveles?
Después del PRI, Ovalle se fue a Movimiento Ciudadano donde llegó a presidir el Consejo Directivo Nacional, encargado de sus valores institucionales.
Mientras, Segalmex, el emprendimiento humanista en pos de la alimentación, estuvo muy lejos de serlo en esa etapa oscura. El avance de las investigaciones fue reservado por cinco años, ¿será ese el legado?
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