ADRIANA DELGADO RUIZ/ @AdriDelgadoRuiz
“Podría matar a un burro a pellizcos”, dijo en 2017 Enrique Peña Nieto, para describir la actitud voluntariosa y necia del entonces gobernador de Campeche, Alejandro Moreno Cárdenas, actual dirigente del PRI desde 2019, quien pretende mantenerse ahí hasta 2032. ¿Cómo puede un partido político en un sistema democrático tener un mismo líder por 13 años? ¿Eso es matar al burro a pellizcos?
Siendo un partido tan desprestigiado, ¿debe importarnos su vida interna? Por supuesto. Los partidos políticos viven de nuestros impuestos. Solamente en 2024, el PRI habrá obtenido más de 1,900 millones de pesos. ¿Qué nos da a cambio? Ese es el principal escándalo.
El discurso divisivo de ‘Alito’ empeora la situación. Amenaza con expulsar a personajes como Manlio Fabio Beltrones y Francisco Labastida, señalándolos de delitos sin denuncias legales. Justifica su permanencia al frente del PRI con una narrativa falsa en que acusa a Dulce María Sauri de aferrarse al control del partido dos años más, luego de haber perdido la elección presidencial del 2000.
Esa historia es muy distinta. Tras aquella derrota, lo primero que Sauri hizo fue poner su renuncia sobre la mesa. Fueron amplios sectores al interior del partido, como el popular y el campesino además de los gobernadores, quienes le demandaron que permaneciera ante la posibilidad de un resquebrajamiento mayor, frente a un bloque contrario con personajes como José Murat, Ulises Ruiz y Roberto Madrazo, grupo al que Alejandro Moreno estaba unido.
Sauri convocó a una encerrona de todo el Consejo Político en febrero de 2001. Durante tres días completos, todos se reclamaron de todo, acordaron la estrategia para conservar la unidad y la organización de la 18 Asamblea Nacional que daría paso a la elección de una nueva dirigencia.
Esa asamblea fue innovadora en cuanto a sus métodos de democratización. Hubo más de 12 mil 500 delegados provenientes de todo el país, que participaron en mesas de trabajo en cinco ciudades, de las que salieron todos los acuerdos que formaron la planeación política que les permitió regresar al poder en 2018.
Todos esos trabajos se registraron, por primera vez, en un acervo digital que después, lamentablemente, fue borrado por la dirigencia encabezada por Roberto Madrazo quien más tarde, en la elección presidencial de 2006, fue relegado al tercer lugar, derrotado por López Obrador con una diferencia abismal de votos. Hoy, los entonces madracisas están divididos e incluso, como los Murat, fuera del PRI.
Alejandro Moreno Cárdenas, quien bajo el cobijo de Madrazo fue el líder del Frente Juvenil Revolucionario, utilizó esa plataforma para convertirse después en diputado federal, senador y gobernador de Campeche.
A esa gubernatura llegó como parte del grupo de los ‘golden boys’, jóvenes impulsados por el peñanietismo. Varios de ellos, al término de sus gobiernos estatales fueron investigados, prófugos o encarcelados.
Moreno Cárdenas no retuvo Campeche para el PRI, al igual que Peña Nieto no retuvo la Presidencia. Pero más allá, como dirigente priista, ‘Alito’ ha perdido 10 gubernaturas, en la elección federal de este año redujo la participación de su partido en el Congreso a un asunto meramente testimonial y busca eternizarse en la dirigencia. Sí, eso puede verse como matar a un burro a pellizcos.
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