ADRIANA DELGADO RUIZ (El Heraldo de México). Los 5.6 millones de habitantes de Monterrey, la segunda ciudad más grande del país, sufren gravemente de escasez de agua, desde hace meses. La indignación se multiplica dado que en el Registro Público de Derechos de Agua (REPDA) está documentado que 57 por ciento del líquido ahí no es para la población, sino para la industria.
No es un caso aislado. En el país, la empresa con más concesiones es la ítalo- argentina Ternium, antes Hylsa, que cuenta con 40, que suman la extracción de 17 millones 693 mil 885 metros cúbicos de agua al año. Ese corporativo reportó utilidades por 4 mil 304 millones de dólares nada más en el primer trimestre de este año en los seis países donde opera, incluyendo el nuestro, pero dejando una estela de corrupción y contaminación a su paso.
En su planta de Xoxtla, Puebla, Ternium produce 15 toneladas diarias de acero. De acuerdo con cálculos de la firma especializada Fluence Corp, para la fabricación de una tonelada métrica de esa aleación, el consumo de agua es de 28,600 litros, con 25,300 litros de descarga. Es decir que, diariamente, Ternium usa al menos 429 mil litros que no le faltan gracias a que goza de una concesión en el lugar, y descarga 379 mil 500 de aguas residuales.
Eso ocasiona dos problemas muy graves. El primero es que sucede mientras las comunidades cercanas sufren de carencia de agua potable para el consumo humano y la agricultura, como lo denuncian continuamente los activistas ambientales locales, Juan Vázquez y Pascual Bermúdez. La otra gran dificultad es que las descargas residuales no se procesan correctamente, se filtran y contaminan los pozos que utiliza el organismo operador de agua del estado para surtir a las poblaciones del área, lo que significa riesgos importantes para su salud.
Queda clara la inmoralidad de esta práctica, pero también su ilegalidad. Ley de Aguas Nacionales, establece el orden de prioridad para el aprovechamiento y concesión de uso del líquido: doméstico, público urbano, agrícola, y hasta el octavo lugar, el industrial.
Más aún, especifica que una concesión de agua para uso industrial debe incluir las obras respectivas “para su descarga, incluyendo tratamiento de las aguas residuales y los procesos y medidas para el reúso del agua, en su caso, y restauración del recurso hídrico”.
¿Por qué Ternium tiene entonces concesiones que pasan por encima de la ley? Los 10 decretos firmados el 5 de junio de 2018 por el entonces presidente Enrique Peña Nieto, eliminando las vedas en 300 cuencas hidrológicas, abrieron la puerta a una lluvia de concesiones de explotación de agua por parte de privados. El resto de la historia es conocido: se repartieron sin ton ni son y sin considerar a las poblaciones y la naturaleza de las regiones. El caos. La corrupción.
En 2020, el presidente López Obrador no permitió la instalación de una industria cervecera en Mexicali por la carencia del líquido vital en esa zona, sin embargo, México ocupa el cuarto lugar mundial de países que más agua extraen para diferentes usos, reconoce la propia Comisión Nacional del Agua, que estuvo mucho tiempo hundida en una red de corrupción que documenté en este mismo espacio hace 21 meses, poniendo El Dedo en la Llaga (https://heraldodemexico.com.mx/opinion/2020/9/22/2030-sin-agua-208772.html).
Las empresas como Ternium aprovechan esas grietas institucionales para cometer fechorías. También evade las cuotas al IMSS, argumentando que mantiene hospitales propios pero que no cuentan con el personal médico especializado y el equipamiento necesario para atender los accidentes de trabajo, los padecimientos y los riesgos propios de su actividad, como una unidad de quemados debidamente provista.
Es hora de poner punto final a esos abusos.