ÁNGEL SORIANO. El gobernador de Texas, Greg Abbot, culpó al presidente Joe Biden de la tragedia ocurrida en las goteras de San Antonio Texas, donde un tráiler fue abandonado con medio centenar de migrantes de los cuales 46 habían sido reportado muertos y 16 hospitalizados a consecuencia de las condiciones infrahumanas en que eran transportados por inhumadas bandas de delincuentes.
Criticó el gobernador texano “la letal política de fronteras abiertas” del presidente Biden y su negativa a aplicar la Ley, hecho tergiversado pues si hubiera fronteras abiertas no ocurrirían esas desgracias: los seres humanos que buscan mejores condiciones de vida tendrían mayores facilidades para ingresar a la Unión Americana y lograr sus objetivos, cumplir con sus aspiraciones familiares y de esa nación.
Pero como no se comprende el derecho humanitario de la migración, aun cuando los Estados Unidos como el resto del mundo se ha integrado por corrientes migratorias de distintos rumbos del planeta, se les niega el acceso y se les persigue, policías y delincuentes hacen de los ciudadanos que migran de sus naciones a otras, en carne de cañón, para intereses mercantiles y criminales.
Hoy, la tragedia humanitaria de medio centenar de migrantes es motivo de bandera política: Abbot, republicano, se lanza en contra del demócrata Biden, por encima del sufrimiento humano cuando ha sido el mismo texano quien ha implementado políticas represivas en contra de los ilegales e impone medidas de terror en la frontera. Los desplazados de su tierra merecen respeto y solidaridad.
TURBULENCIAS
La Iglesia contra el Estado
No es para menos la indignación en el medio religioso en contra de la fallida política de seguridad nacional implementada en nuestro país, que no sólo crece en cifras, sino en sufrimientos de comunidades enteras de diversas regiones del país, y cuya impunidad ha hecho que se pierdan valores y respeto hacia las instituciones que antes lo eran. El cuestionamiento de la jerarquía religiosa hará que este fin de semana, desde Dos Bocas, el presidente López Obrador de respuesta a quienes cuestionan su estrategia de seguridad y, con cifras, afirma, dirá que vamos por el rumbo correcto y que no hay cambio. Diversos sectores de la sociedad opinan lo contrario, pero entre dimes y diretes la sociedad civil vive con el Jesús en la boca: urge restablecer la tranquilidad nacional, tenga la razón quien la tenga; lo que se necesitan son resultados, no enfrentamientos…Sigue cuestionándose también la actividad del gobernador de Nuevo León, Samuel García, que enfrenta colosal problema por la falta de agua a colonos más pobres, en tanto que la poderosa industria refresquera y cervecera e influyentes agricultores acaparan concesiones de explotación de mantos acuíferos en detrimento de la población. Samuel García se queja de la falta de solidaridad nacional ante semejante problema, en contraste con los apoyos que reciben los estados del sureste del país cuando son víctima de fenómenos naturales. El presidente López Obrador asegura que sí hay apoyos, pero falta imaginación y persuasión a los industriales para que cedan parte de los caudales de agua que reciben. Es otro asunto que se toma como bandera política y que amenaza con la misma destitución del emecista Samuel García…Otro caso que pondrá a prueba la impartición de la justicia es el del abogado Jesús Hernández Alcocer, que del anonimato saltó a la celebridad y a la leyenda con hechos reales e imaginarios. Lo que sí es una realidad y una bajeza es su cobarde proceder en contra de las mujeres que amerita castigo sin miramientos y que es también un ejemplo de cómo la impunidad y la compra de la justicia llega tan bestiales acciones como de este abogado acostumbrado a la compra-venta de jueces y ministerio públicos…
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