SOFÍA GONZÁLEZ TORRES
En medio de un panorama económico internacional desafiante, México acaba de marcar un récord: en lo que va de 2025, la inversión extranjera directa alcanzó su máximo histórico. El capital está llegando al país, más confianza se está generando, y la pregunta obligada es: ¿cómo se traduce ese crecimiento en bienestar para las y los mexicanos? La respuesta empieza a tomar forma en 11 estados del país y se proyecta hacia muchos más, bajo una idea poderosa: que el desarrollo no se concentre, sino que se distribuya.
Este jueves, la Presidenta Claudia Sheinbaum anunció que ya están en marcha 11 Polos de Desarrollo Económico para el Bienestar (PODECOBI), se han aprobado 14 más y otros 4 se encuentran en proceso de evaluación. Lejos de ser parques industriales tradicionales, estos polos son parte de una estrategia de desarrollo regional que busca que la prosperidad no solo se mida en cifras macroeconómicas, sino en empleos bien pagados, industrias estratégicas, innovación tecnológica y, sobre todo, bienestar en los territorios que históricamente han sido marginados del crecimiento.
Una nueva lógica: inversión con sentido social
Los Polos para el Bienestar combinan inversión pública, incentivos fiscales y planeación territorial para atraer empresas en sectores clave como la electromovilidad, los semiconductores, la farmacéutica, la industria metalmecánica, aeroespacial, bienes de consumo y muchas más. Pero no se trata solo de atraer capital: se trata de orientar ese capital hacia donde más se necesita, con condiciones que generen valor compartido.
Quienes inviertan en estos polos podrán deducir inmediatamente el 100% del valor de los activos fijos nuevos, recibir incentivos por capacitar a su personal y acceder a beneficios adicionales si invierten en investigación y desarrollo. Además, se facilitará el acceso a predios, servicios e infraestructura en zonas cercanas a vivienda, escuelas y centros de salud, haciendo de estos polos espacios vivos y equitativos.
Inversión sí, pero también inclusión
En el corazón de esta política pública está una visión distinta del desarrollo económico. Como lo dijo la Presidenta Sheinbaum, «cuando la economía se riega desde abajo, a todo México le va mejor». Por eso, estos polos no solo buscan aumentar la competitividad, sino también fortalecer las cadenas productivas locales, apoyar a pequeñas y medianas empresas, e incrementar el contenido nacional en nuestras exportaciones.
La intención no es solo competir mejor en el mercado global —aprovechando fenómenos como el nearshoring o los tratados comerciales—, sino hacerlo con un modelo que privilegia el empleo digno, la sostenibilidad y la equidad regional. Que el desarrollo llegue a Chiapas tanto como a Chihuahua. A Tapachula tanto como a Tula. A mujeres, jóvenes y comunidades enteras que por décadas no habían sido consideradas parte del mapa industrial del país.
Una apuesta por el México del futuro
Los Polos para el Bienestar son una apuesta estructural por el México del futuro. En un momento donde la inversión fluye como nunca antes, el gobierno federal ha optado por guiar ese flujo con responsabilidad y visión. No se trata solo de atraer capital, sino de sembrar bienestar. No se trata solo de construir fábricas, sino de consolidar territorios con industria, comunidad y dignidad.
Porque cuando el desarrollo se planea, se reparte y se vive localmente, la economía no solo crece: se transforma.