TERESA GURZA
Cuando era chica oía el refrán La trampa y la droga nunca se logran, pero como que ahora no funciona; porque hay droga y tramposos en todas partes.
Destacan por eso en el mundo Putin, Trump, Maduro y los gobernantes de China y Corea del Norte.
En México entre otros muchísimos vividores del cuento y destructores de lo ajeno, tenemos a Felipe Calderón y Marko Cortés, el primero presidente de México entre 2006 y 2012 y ambos dirigentes del PAN, que este martes se acusaron mutuamente de corrupción y vergonzosos pactos con los adversarios.
Y sobre todo a López Obrador, a quien se han documentado cientos de miles de mentiras que pretenden justificar sus agandalles y a Jesús Ortega y Jesús Zambrano, que finalmente acabaron con el PRD; a cuyas expensas los tres vivieron como reyes durante décadas argumentando se sacrificaban por el bien del pueblo.
Tanto sacrificio condujo a que hoy se tengan que rematar registro y pertenencias que el PRD usufructuó, pero eran del Partido Comunista Mexicano; organización indispensable, para la democratización de nuestro país.
Los acostumbrados a recurrir a trampas como ellos, que pudieron camuflarse con los colores de todos los partidos por los que pasaron, se pintan solos y son capaces de pintar lo que sea, con tal de seguir lucrando.
Como esos funcionarios chinos que en el zoológico Taizhoude la provincia de Jiangsu, anunciaron con bombos y platillos el pasado primero de mayo, la llegada de dos pandas.
Cientos llegaron a admirarlos y todo iba bien, hasta que los ´panditas´, comenzaron a ladrar.
Videos tomados por quienes querían tenerlos en sus celulares porque en China son símbolo de fortuna, mostraron que no eran tales sino dos perros Chow Chow blancos, a los que pintaron de negro, hocicos y extremidades.
Para legitimar falsedades, los tramposos suelen disfrazarlas de generosidad y los jefes del zoológico dijeron que solo querían entretener a los visitantes.
Otro reciente caso de fraude bondadoso es el de la cascada Yuntai, la más alta de China y donde un turista descubrió que una tubería la surtía de agua.
Este 11 de junio cables noticiosos informaron que ansioso por mostrar de regreso a casa la magnífica cascada, un hombre la grabó y advirtió que parte de su caudal de más de 300 metros, procedía de tubos que le subían agua de un manantial.
Los responsables declararon que solo querían “ayudar a la naturaleza” para no decepcionar a más de 10 millones de personas que acuden cada año.
Y difundieron un video en el que hacen ´hablar´ a la cascada: “como no puedo estar en mi mejor forma cada vez que vienen a verme, me hice una pequeña mejora para estar siempre bella”.
Ya el año 2006 se había hecho algo parecido en la cascada de Huangguoshu, al alimentarla con el agua de una represa.
Estas situaciones me recordaron, entre otras trampas oficiales, cuando Fidel Castro solucionó el engaño sufrido por Voladores de Papantla que en diciembre de 1974 fueron parte de un crucero “cultural”, que por Cuba, Jamaica, Panamá y Venezuela, hizo Esther Zuno con dos barcos cargados de funcionarios, gimnastas, artesanos, charros, caballos y reporteros, en representación de su esposo el presidente Luis Echeverría. Enviada por el periódico El Día, entonces importante diario, quise ver los rituales que precedían a la exhibición que esa tarde darían los Voladores, en el principal estadio de la isla.
Y llegué muy temprano a una playa donde ocho o nueve, protestaban porque habían solicitado se enterrara “una gallina blanca y señorita”, para encajar en ella el palo que sostendría el andamiaje en el que actuaban.
Pero a los funcionarios mexicanos, tal como hoy adictos al engaño, les pareció fácil pintarle las plumas a una gallina colorada y enterrarla antes que los Voladores se dieran cuenta.
Sería por el calor y humedad o porque estaba mal teñida y peor enterrada, el caso es que a la gallina blanca le salió lo rojo y sus plumas se asomaban cada vez más, entre la arena.
Y los indígenas amenazaban que no darían la función, porque si no cumplían con la tradición más de uno podría caer y matarse.
Los funcionarios se burlaban de la “tozudez” de los de Papantla y a Delfín Sánchez Juárez, al mando de charros y caballos sin nada que ver en el asunto de la gallina, le brincó el ron que desde la noche estaba tomando y les gritó que si no se dejaban “de esas estúpidas pendejadas” empezaría a disparar.
Y cuando todo indicaba que lo haría y vi con susto que no había lugar donde esconderse, llegaron tres autos con Fidel y varios ayudantes cargando tres gallinas blancas de verdad, se dijo que también vírgenes, para que los Voladores pudieran elegir la más conveniente.