
TERESA GURZA
Siempre pensé que los líderes independentistas latinoamericanos habían sido masones y resulta que no.
Me sacó del error un artículo de Paula Rosas para la BBC del pasado 5 julio, que afirma que el secretismo que envuelve a la masonería ha llevado a que se diga que promueve todo tipo de conspiraciones y revoluciones.
Y como además está prohibida por la Iglesia católica, que incluso excomulga a los que a ella pertenecen, los mitos han crecido y uno de los principales es que fueron masones quienes encabezaron la independencia de los países de América Latina.
Se atribuye filiación masónica a los libertadores Simón Bolívar, Bernardo O’Higgins, José de San Martín y Francisco de Miranda a quien se ha llamado “padre de la masonería latinoamericana”, pero según el investigador chileno Felipe del Solar solo está documentada la de Bolívar y su participación en la masonería no fue mucho más allá, del rito de iniciación.
No se afilió a ninguna de las 30 logias que entonces existían en Venezuela, la Gran Colombia y Ecuador, la masonería no tuvo ninguna influencia en sus escritos y actividades y en 1928 la prohibió junto a todas las sociedades secretas.
En Chile el único masón que luchó por la independencia, que se celebra los 18 de septiembre, fue José Miguel Carrera; a quien las logias europeas ayudaron con armas “no por ser masón, sino por hacer negocio”, precisó del Solar.
Agregó que las logias sirvieron de modelo para crear sociedades secretas, que permitieron a las élites intelectuales criollas agruparse, pero atribuir a la masonería el logro de las independencias, es parte de una mitología que la propia masonería ha impulsado.
El académico y masón chileno-israelí León Zeldis estuvo de acuerdo en que el espíritu libertario, igualitario y fraternal que promovían las logias inspiró a los libertadores, pero no pertenecían a ellas.
Y coincidió con ambos, el investigador de la Universidad de Buenos Aires, Emilio Ocampo; quien advirtió que la logia chilena Lautaro, fundada en Buenos Aires con filiales en Santiago de Chile, no buscaba implantar una gran república en la América española, sino monarquías constitucionales encabezadas por príncipes de dinastías europeas.
Las logias, dijo, fueron antesala de los partidos políticos; sirvieron para unir facciones que buscaban generar reformas y fue la actitud antimasónica del imperio español la que actuó como propaganda para crear nuevas sociedades secretas.
“La independencia no la hicieron los masones, pero ayudaron a que los cambios efectuados por gobiernos liberales de mediados del siglo XIX fueran irreversibles”.
La historia de la masonería empieza en los gremios de canteros y constructores de la Edad Media europea que se organizaban en logias para guardar los secretos de su oficio y en el siglo XVIII se centraron en el debate de ideas filosóficas, religiosas y políticas.
Adquirió fuerza en los imperios británico y francés y floreció en sus colonias, pero no en las españolas.
En España estuvo prohibida desde 1751 y fue perseguida por la Inquisición; lo que no impidió que dos siglos después, el dictador Francisco Franco achacara a alguna “conspiración judeo-masónica-comunista”, cualquier acontecimiento contra su gobierno.
Las primeras logias americanas se establecieron en el Caribe a mediados del siglo XVIII, cuando esa zona era parte de España, Francia, Inglaterra y Holanda, pero la presencia en ellas de miembros locales fue casi nula.
La primera en territorio español se llamó Tres virtudes teologales y se fundó en Cartagena de Indias en 1808, coincidiendo con la invasión de las tropas napoleónicas a España.
Actualmente hay alrededor de 350 mil masones en América del Sur y Centroamérica, que tienen una población de 422 y 63 millones y medio, respectivamente.
Pero con excepción de Chile, donde entre 1940 y 1970 cuatro de sus cinco presidentes y más de la mitad de su congreso eran masones, el nivel de influencia de la masonería es muy relativo.
Por lo que toca a México, la independencia- 16 de septiembre de 1810- no la hicieron las logias; la primera de ellas se fundó, en agosto de 1825.
Y hay ahora unas 800, con cerca del millón 750 mil agremiados en una población que pasa de los 132 millones.
Se dice que es necesario ser masón, para llegar a la presidencia de México, pero es falso.
Lo cierto es que la masonería ha jugado un papel positivo en eventos clave de nuestra historia, como la redacción de las primeras constituciones.
Y que el único presidente reconocido como masón, es Benito Juárez.
Iniciado en la masonería en 1847 y miembro activo del Rito Nacional Mexicano de tendencia liberal, Juárez fue el primer mandatario latinoamericano en elaborar leyes laicas, que siguen siendo modelo a nivel mundial, en un país mayoritariamente católico.
Otro famoso masón mexicano fue Cantinflas, que llegó al grado 33 del Rito Escocés Antiguo.
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