SOFÍA GONZÁLEZ TORRES
En México, las mujeres siempre han sostenido el país, aunque pocas veces se les ha reconocido por ello. Han sido las tejedoras de los vínculos comunitarios, las cuidadoras sin salario, las gestoras de paz en los hogares y en las calles. Pero hoy, algo empieza a cambiar: ahora no sólo sostienen, también transforman. Y lo hacen con respaldo institucional.
Con el liderazgo de la presidenta Claudia Sheinbaum y de la Secretaria de las Mujeres, Citlalli Hernández Mora, se está gestando una agenda que entiende algo fundamental: no hay justicia sin justicia para las mujeres. No se puede hablar de transformación sin poner en el centro las condiciones de vida de quienes han sido históricamente invisibilizadas. Y eso —por fin— está sucediendo.
¿Qué significa ser una Tejedora de la Patria?
No se trata de un nombramiento simbólico. Es una convocatoria para construir poder comunitario desde abajo, con rostro y fuerza de mujer. Las Tejedoras de la Patria no son figuras decorativas, son protagonistas: mujeres que informan, acompañan, comparten saberes y fortalecen redes. No esperan a que las soluciones lleguen desde arriba; las construyen juntas.
Cada Tejedora lleva en sus manos una Cartilla de Derechos, una herramienta que sirve para lo que históricamente se nos ha negado: conocer y ejercer nuestros derechos, y además, multiplicarlos. Porque en este programa, una mujer no camina sola: invita a cinco más, construye una red, y vuelve a la comunidad con herramientas y con sororidad.
Centros LIBRE: cuando el Estado escucha a las mujeres
En muchos lugares, ser mujer y estar en situación de violencia es también estar sola. Por eso los Centros LIBRE son una apuesta radical: crear espacios seguros, de acompañamiento y empoderamiento, diseñados por y para mujeres. Con presupuesto público decidido en asambleas, con servicios de salud emocional, asesoría jurídica, promoción de derechos y prevención de violencias, estos centros reconocen lo que por décadas fue desatendido.
No es solo asistencia, es un acto de dignificación. Es decirle a cada mujer: tu vida importa, tu libertad importa, tu bienestar también es asunto de Estado.
Cuidar también es trabajo. Y debe ser reconocido.
Por primera vez, se reconoce el trabajo no remunerado de millones de mujeres mayores. Con la nueva pensión para mujeres de 60 a 64 años, el gobierno comienza a saldar una deuda histórica con aquellas que han cuidado toda su vida sin recibir nada a cambio. No es caridad. Es justicia. Es una manera de empezar a decir “gracias” a quienes lo dieron todo sin esperar nada.
Y también está el futuro: los Centros de Educación y Cuidado Infantil (CECI), que permitirán a muchas mujeres insertarse en el mundo laboral con la tranquilidad de saber que sus hijas e hijos están en espacios seguros, con un modelo educativo nuevo, cuidados profesionales e infraestructura digna. Porque cuidar también es una tarea del Estado, no sólo de las madres.
Tejer país es tejer comunidad, dignidad y libertad
Estas iniciativas no son un gesto aislado. Son parte de una visión feminista de gobierno que reconoce que sin las mujeres no hay transformación posible. Claudia Sheinbaum y Citlalli Hernández están abriendo caminos desde el poder institucional, pero el verdadero motor de cambio está en cada mujer que decide sumarse, cuidar, resistir, organizarse y soñar.
Porque hoy las mujeres no sólo sostienen el país: lo están tejiendo de nuevo, con hilos de dignidad, justicia y libertad.