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FERNANDO IRALA. A cuatro años y medio de su arranque, en muchos rubros el actual gobierno ha quedado a deber, lo mismo si se habla de metas o indicadores en salud, educación, crecimiento económico, pobreza o desigualdad, por mencionar sólo algunos rubros.
Pero donde ya ha superado ampliamente a cualquiera de los regímenes anteriores, sobre todo los recientes, es en materia de cifras macabras.
Hay una a la que ya nos referimos hace semanas, que tiene que ver con los saldos de la pandemia del coronavirus, en la cual nuestro país tuvo una cifra de alrededor de setecientos mil fallecimientos en exceso en los pasados tres años, comparada con los datos de antes de la emergencia sanitaria. Si se enfoca en el personal médico, el más expuesto por razones naturales, México tuvo el penoso primer lugar mundial en fallecidos por el contagio.
Esa fue una situacion internacional extraordinaria, que no habian afrontado las actuales generaciones.
La semana pasada, sin embargo, según los números oficiales, el país rebasó los 156 mil muertes violentas en lo que va del sexenio, lo cual supera lo registrado en el de Peña Nieto, y con mucho lo observado en el de Calderón.
Los abrazos no funcionaron y los balazos ahora matan más gente.
El régimen actual cumple por estos días, decíamos, cuatro años y medio. Esto quiere decir que con el ritmo promedio cuando concluya el sexenio se habra sumado un total de 200 mil muertes violentas o, para decirlo en el lenguaje legal, homicidios dolosos.
Por si esto no fuera suficiente, otro rubro ha crecido incuso a mayor velocidad en estos años, el de personas desaparecidas. Desde que a finales del siglo pasado se empezó a llevar esta terrible cuenta, se tiene ya el dato de más de cien mil personas que se esfumaron sin huella; de ellas, casi cuarenta mil han ocurrido en estos tétricos 54 meses.
Saldos aterradores y contundentes, que califican como ningún otro lo que ha sido el actual gobierno. Y lo que le falta.
