FERNANDO IRALA. Aseguran los expertos desde hace años que en la siguiente década la crisis del agua se agudizará a tal extremo, que por su posesión habrá conflictos y se librarán guerras en el planeta.
En la ciudad de México, el problema es añejo. Desde el siglo pasado se advierte la precaria situación hídrica en la capital del país, que depende de manera insustituible de los aportes que hace el sistema Cutzamala.
También se habla de su insuficiencia, que obliga a seguir extrayendo agua del subsuelo del valle, con el consecuente hundimiento acelerado del piso urbano.
Entretanto, el Cutzamala vive una escasez progresiva de sus aguas, producto de la sobreexplotación y de la desforestación que disminuye sus caudales.
Estos fenómenos podrían ser reversibles y por lo menos posponer la crisis. Pero en los recientes años una nueva agravante se ha añadido: la austeridad legendaria de la 4T ha llegado a los presupuestos de mantenimiento del sistema de provisión hidráulica y los ha reducido hasta en un 40 por ciento, según investigó y publicó el diario 24 horas.
Las consecuencias están a la vista, las presas que surten a la CDMX están en niveles históricamente bajos, alrededor de la mitad de su capacidad, los suministros se han reducido, y la temporada de estiaje este año apenas ha comenzado.
Lo que pasa con el agua no es excepcional ni en la capital ni en todo el país, en el afán de obtener recursos para los grandes elefantes blancos en construcción –el aeropuerto de Santa Lucía, la refinería de Dos Bocas, el Tren Maya— muchas otras obras y servicios son privados de los recursos necesarios para que elementalmente sigan funcionando.
Así ha ocurrido con los servicios médicos y el abasto de medicinas, con las escuelas de tiempo completo y los programas de excelencia, con el metro y el viejo aeropuerto de la CDMX, con el estado de calles, caminos y carreteras, y por supuesto ocurre con el agua.
Tendrá que llegar un momento crítico, y sólo entonces, tal vez, en el gobierno se tomen algunas medidas tardías para paliar la sed de los capitalinos.
Lo bueno es que pronto habrá elecciones locales y federales. Esperemos que no sea demasiado tarde.