FERNANDO IRALA. Una sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos condena a México por el encarcelamiento sin sentencia que sufrieron durante más de diecisiete años dos acusados de homicidio.
El caso estuvo plagado de ilegalidades desde su detención misma y durante todo el proceso, por lo que el Estado mexicano deberá cerrar el juicio, borrar los antecedentes penales, brindar atención médica y sicológica a los demandantes e indemnizarlos.
Pero lo más relevante es la resolución de la Corte, de señalar que la figura de la prisión preventiva oficiosa contenida en el artículo 19 de la Constitución mexicana, es contraria a lo dispuesto en la Convención Interamericana; en consecuencia, la CIDH ordena al Estado mexicano “adecuar su ordenamiento jurídico, incluyendo sus disposiciones constitucionales” para hacerlo compatible con la norma que obliga a todos los países miembros.
En sentido contrario, en los años recientes las reformas legales en México han ampliado el listado de delitos por los que se aplica la llamada prisión preventiva oficiosa, por lo cual miles de acusados por diversas faltas que podrían llevar su proceso en libertad permanecen encarcelados por años, antes de que se les declare culpables, o se reconozca su inocencia con el tradicional “usted disculpe”.
Esta vez, la CIDH ha sentenciado con base en un caso emblemático, pero la violación a los derechos humanos es una constante en la actuación en los más variados ámbitos del gobierno mexicano.
Podrían citarse muchos ejemplos, pero uno muy actual que seguramente llegará hasta esa instancia es la muerte de cuarenta migrantes en una cárcel disfrazada de albergue de migrantes en Ciudad Juárez.
La tragedia es el resultado de una política migratoria absolutamente violatoria de sus derechos humanos, y tres semanas después de los hechos, la Fiscalía federal encargada del caso anuncia órdenes de aprehensión que luego no ejecuta, porque hay una declarada protección a los implicados desde el más alto nivel de autoridad.
Nuestro espacio se termina, el desastre en la materia es infinito.