JUAN GÓMEZ (Zacatecas). Autoridad y liderazgo no son sinónimos. La autoridad es la que ejerce el control burocrático de una estructura gubernamental, pero no necesariamente es el liderazgo que mueve, que motiva, que conduce a los gobernados o a la sociedad.
Estas precisiones son importantes puntualizar porque, desde hace ya varios años, Zacatecas carece de un liderazgo que lo dirija, que lo motive, que lo mueva hacia un estadio de definiciones políticas y menos aún, hacia el desarrollo económico.
Estos factores de autoridad y liderazgo son importantes considerarlos, especialmente por el momento crítico que se vive en el estado, a consecuencia de la violencia y la orfandad política en Zacatecas.
Solo para mostrar la falta de liderazgo político en el estado, basta compartir la serie de resultados de encuestas, de diferentes empresas de opinión, sobre la popularidad del gobernador, David Monreal Ávila, quien desde que arribó al gobierno estatal, se ha mantenido en el último lugar de aceptación por parte de los zacatecanos.
Esos índices también muestran la falta de credibilidad en el mandatario estatal, pues los sondeos de opinión pública así lo demuestran. Los ciudadanos no le creen al gobernador.
Tampoco hay una participación de un partido político que asuma ese liderazgo, aunque sea discursivo, pues si tomamos en cuenta la presencia de Morena en Zacatecas, su ausencia es inexplicable. El partido prácticamente no existe, ni siquiera de forma nominal.
Pero tampoco la oposición ha tenido la iniciativa de tomar ese liderazgo político, pues están sumidos en un comportamiento tradicional, sin aportar iniciativas que motiven y muevan al liderazgo hacia nuevos objetivos.
El ultimo acontecimiento de carácter penal sucedido en Guadalupe, Zacatecas, que impactó a la sociedad zacatecana, cimbra no solo al ámbito social, sino también repercute en el político.
El retiro del fuero constitucional que hiciera el viernes pasado la LXIV legislatura del estado al presidente municipal de Guadalupe, Julio César Chávez Padilla, desgasta política y socialmente al partido gobernante.
Por un lado le arrebata a un alfil importante en ese distrito electoral que traía un trabajo electoral de varios años, y que hoy tendrá que enfrentar un proceso judicial que se vislumbra muy adverso en la defensa de su presunción de inocencia.
En lo social también tendrá un fuerte impacto, sobre todo, si en el discurso mediático, tanto en redes sociales como en medios tradicionales, se lleva como cuestionamiento de los valores que impulsa la actual administración gubernamental.
El escenario es muy complicado porque por no se observa un liderazgo por parte del gobernador Monreal Ávila y de ninguno de sus funcionarios y menos aún, de su partido político, pero tampoco se ve que emerja en este momento un líder de la oposición.
Sin embargo el deterioro político del gobierno estatal es palpable y también su falta de candidatos o candidatas que puedan encabezar un proyecto electoral en el 2024, que estará basado en el trabajo de la estructura que proporcionan los programas sociales que administra políticamente la delegada Verónica Díaz, quien también estará buscando un puesto de elección popular, lo que la hará más frágil en la contienda.
El escándalo político por el desafuero del presidente municipal de Guadalupe, Julio César Chávez Padilla, es una carambola de tres bandas en el ámbito político que, dicho sea de paso, el gobernador y sus funcionarios o asesores, aún todavía no saben cómo desentrañar.
Al tiempo.
@juangomezac