JUAN GÓMEZ. La muerte del militar de mayor rango en el país a manos del crimen organizado, coloca a Zacatecas en una crisis de inseguridad sin precedente, y muestra el fracaso institucional del combate a los cárteles de la violencia en el país.
El General Brigadier José Silvestre Urzúa Padilla fue asesinado por un grupo criminal cuando se hacía una revisión al armamento de la policía municipal de Pinos, Zacatecas, lo que es una muestra fehaciente de la penetración y el control del narco en las policías municipales, avance que no están dispuestos a ceder.
El fallecimiento del Comisario de la Guardia Nacional en la zona del sureste zacatecano, una región controlada por el narco y que colinda con los estados de San Luis Potosí y Aguascalientes, conmocionó a los mandos del Ejército Mexicano y de la Guardia Nacional, por la trascendencia del hecho.
La Secretaría de la Defensa Nacional y la Guardia Nacional lo despidieron con una ceremonia castrense, mientras que el Presidente, Andrés Manuel López Obrador, lamentó el crimen del militar, en tanto que la Secretaria de Seguridad Pública y Protección Ciudadana, Rosa Icela Rodríguez, enfatizó que su muerte no quedará impune.
Hasta ahí el discurso oficial, hasta ahí la muerte del militar de mayor rango en la lucha contra el narco, que murió en cumplimiento de su deber. Hasta ahí.
El lamentable hecho fue inmediatamente superado por la marcha de apoyo al Presidente López Obrador, con motivo de su cuarto año de gobierno.
El crimen del general Brigadier quedó en el olvido.
Toda la semana el Presidente estuvo machacando el tema de la marcha, ironizando la versión de los acarreados, minimizando el uso de recursos públicos de los gobiernos estatales para llevar los contingentes a la Ciudad de México.
En Zacatecas es otra historia. El gobernador David Monreal inició la mañana del 24 de noviembre con un video en el que da a conocer los arreglos navideños del Centro Histórico de Zacatecas, en una absurda estrategia que pretendía distraer la atención de la creciente violencia en el estado.
Mientras el gobernador le habla al pino navideño -en el que le dejaron el 6 de enero, diez cadáveres en una camioneta- horas más tarde el Comisario de la Guardia Nacional en Zacatecas era asesinado.
En lo político el mandatario estatal se arroja a los brazos del Presidente López Obrador y asiste a su marcha del cuarto año de gobierno, mientras un grupo de simpatizantes de Morena extienden una manta en la que acusan a su hermano Ricardo Monral, de traidor y exigen su remoción de la Junta de Coordinación Política del Senado de la República.
David Monreal se muestra sonriente en la movilización realizada en la Ciudad de México, en donde encabeza un contingente con la pancarta que dice “Zacatecas”. A su lado va la inseparable delegada de la Secretaría del Bienestar y de los Programas Sociales, Verónica Díaz Robles, quien viste una playera blanca con la imagen de López Obrador que dice “El Mesías”.
La tumultuosa marcha organizada desde el poder, con recursos públicos, con decenas de camiones pagado para llevar a burócratas, simpatizantes y acarreados, pretende enterrar en el olvido la muerte del general brigadier de mayor rango caído en el cumplimiento de su deber.
La narrativa navideña y la sonrisa del gobernador David Monreal busca a toda costa, colocar en el olvido el asesinato de una cincuentena de policías en lo que va del año en Zacatecas.
Su coordinador de Comunicación Social se afana en buscarle una narrativa que lo aleje del fracaso de la inseguridad en el estado y lo pone en el centro de la Plaza de Armas para que le hable al pino de la Navidad y de los valores sociales, mientras el estado se resquebraja.
La muerte del general Urzúa Padilla solo le valió un video en el que está ausente el Secretario de Seguridad Pública del Gobierno estatal, el general Adolfo Marín Marín, y un mensaje en la cuenta de Twitter del mandatario estatal. Fue todo y se fue a la marcha.
Zacatecas está en foco rojo.
Al tiempo.
@juangomezac