Clase media

IRMA PILAR ORTIZ

Pertenecer, formar parte de la clase media es una aspiración en México.

Sin embargo, la realidad se impone.

Que grande sería que en unos años se alcance esa meta, eso lo tiene muy claro el gobierno de la 4T, por eso festinó con bombo y platillo la medición del Banco Mundial que dice que 39.6 de los mexicanos se ubica en ese nivel de bienestar, contra el 21.7 que siguen en la pobreza.

El Banco Mundial utiliza la medición del ingreso por familia como parámetro para decir quién es pobre y quien clase media: si el salario diario es de 360 pesos, es decir 10 mil 800 pesos al mes, entonces ya se salió de la pobreza.

Pero eso es verdad en parte.  Si bien el salario promedio es de entre 12 y 15 mil pesos mensuales, el dinero no es todo. De acuerdo con diversos estudios que se han hecho sobre las clases sociales “México no es todavía un país de clases medias, sino que sigue siendo mayoritariamente de pobres. Los niveles de vida adecuados para no ser pobre sólo se garantizan para 27.5% de la población mexicana. En este mismo panorama, la población en pobreza supera 2.3 veces a la considerada como clase media”.

Y es que, si bien no se es pobre, siempre existe una situación de vulnerabilidad, lo que incrementa el riesgo de caer en situación de pobreza o de carencias múltiples, toda vez que en el país no existen políticas públicas de fortalecimiento de la clase media a través de estrategias laborales y salariales garantes de estabilidad, combinados con políticas sociales y fiscales redistributivas.

Se requieren una política redistributiva que reduzca la vulnerabilidad, acompañado de educación de calidad, servicios de salud oportuno y eficiente, seguridad social, calidad y espacios de vivienda, transporte público asequible y digno y, acceso a la alimentación.

En México, los hogares de clase media destacan por tener acceso a bienes y servicios que los diferencian de otros estratos socioeconómicos. Según datos oficiales, estas son algunas de sus principales características:

  • 74% cuenta con acceso a internet.
  • 61.6% tiene automóvil propio.
  • 55.3% dispone de televisión de paga.
  • 41.7% posee al menos una tarjeta de crédito.
  • 31.5% puede pagar educación privada.
  • 20.4% contrata servicio doméstico.

Podemos ver que no sólo es el ingreso el que incide en el nivel de bienestar. Voltear a cualquier comunidad en México nos permite ver que carecen de servicios públicos básicos como agua potable y drenaje, transporte eficiente, alumbrado público, recolección de basura.

El mismo Banco Mundial señaló que la pobreza en términos de carencias sociales es mucho mayor en las zonas rurales, en 2022, casi el 90 por ciento de la población rural presenta al menos una carencia social, mientras que casi el 50 por ciento tiene al menos tres carencias y el más constante es el de servicios de salud.

 

Se requiere de una política laboral que garantice salarios por encima del umbral de la pobreza monetaria, aunque con las acciones que se han tomado para fortalecer el salario mínimo, parece que eso se está logrando en México.

Pero también se requieren esquemas de protección o seguridad social como seguro de desempleo, por enfermedad y/o vejez, y cobertura amplia en materia de salud, que eviten, ante situaciones de catastróficas caer en vulnerabilidad o pobreza. Todo eso aquí no existe, porque recientemente lo eliminaron del Presupuesto de Egresos de la Federación para destinarlo a las becas, pensiones y transferencias de recursos públicos que aplica la 4T con fines netamente electorales.

Sería un gran logro, más allá de los partidos políticos, que la mayoría de los mexicanos logre estar en la clase media, porque traería un nivel de bienestar generalizado. Pero eso está muy lejos de lograrse.

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