VERÓNICA VALDÉS GONZÁLEZ
Desde hace 22 años los diferentes gobiernos de la capital llevan a cabo acciones para que los ciudadanos separen su basura. En 2003 la CDMX (antes Distrito Federal) se concentró en establecer la Ley de Residuos Sólidos, misma que detallaba la separación de la basura en dos fracciones: orgánica e inorgánica, la medida llamo la atención de los capitalinos, pero al poco tiempo fue ignorada.
Cinco años después, en 2008, se hizo un nuevo intento para que los ciudadanos separaran su basura, pero las cosas siguieron iguales, pocos ciudadanos hicieron caso.
En 2017 se aprobó la Norma Ambiental de Separación de Residuos y se convirtió en una “obligación” la separación de basura en cuatro categorías: orgánicos, inorgánicos reciclables, inorgánicos no reciclables (o de aprovechamiento limitado) y residuos voluminosos y de manejo especial; sin embargo, esta “obligación” tampoco se cumplió, incluso ocho años después de entrar en vigor la mayor parte de los capitalinos la desconocen.
Si bien, las intenciones de los gobiernos capitalinos parecen tener una estructura bien planeada y pensada, en la realidad la situación es diferente, su objetivo, hacer que los ciudadanos separen la basura que generan, no se ha cumplido.
Esta situación ha provocado que un alto porcentaje de basura termine en los rellenos sanitarios y no en procesos de reciclaje o aprovechamiento. Nuestra ciudad genera al día casi 13 toneladas de residuos sólidos lo que representa una gran presión sobre los sistemas de gestión.
El informe Módulo de Hogares y Medio Ambiente (MOHOMA) realizado en 2017 por el INEGI señala que el 59 por ciento de los hogares no separa los residuos; pues consideren que el carecer de sentido porque el servicio de limpia los revuelve al hacer la recolección.
Los encuestados tienen razón, principalmente que se refiere a la recolección de basura en los tianguis, donde al finalizar su actividad comercial se puede observar al personal de limpieza mezclando basura orgánica, inorgánica, residuos voluminosos o residuos electrónicos, altamente contaminantes. La basura que se separa es aquella que puede comercializarse como el PET, aluminio, vidrio y papel.
Al inicio de la Ley de Residuos Orgánicos la mayoría de la gente manifestó su aprobación, sin embargo, conforme a paso el tiempo la gente se ha desinteresado, para algunos esto se debe a la carencia de sanciones, otros a la falta de cultura ambiental y al desinterés del gobierno para promoverla.
Lo cierto es que mientras en los camiones recolectores de basura se siga mezclando los residuos, no habrá poder que pueda convencer a los capitalinos de la importancia de separar la basura. Se predica con el ejemplo.