HÉCTOR MOCTEZUMA DE LEÓN
Si la carrera fuera libre por kilometraje, Xóchitl Gálvez estaría todavía a muchos kilómetros de distancia de su adversaria, la morenista Claudia Sheinbaum.
Es cierto, su irrupción en la carrera presidencial fue tan sorpresiva como impresionante, inclusive para sus partidarios que la veían como la candidata ideal para ganar la Ciudad de México a los morenacos.
Gálvez emergió como una gran esperanza para sacar a Morena de Palacio Nacional, pero una vez precampaña, en un enfrentamiento directo con la precandidata y virtual candidata del oficialismo, Claudia Sheinbaum, no ha podido sostener esas posibilidades de triunfo para el 2024.
Sheinbaum, como en el boxeo, sigue con la ventaja del campeón frente a una adversaria que no ha podido estructurar una campaña que le permita competir al tú por tú, con quien tiene todas las ventajas de ser la candidata oficial como durante muchos años la tuvieron los candidatos del PRI y uno del PAN.
El discurso de su origen humilde, de la vendedora de gelatinas y tamales que llegó a niveles altos en la iniciativa privada y en la política, se le acabó en estas semanas de precampaña, o se gastó como dicen los yucatecos, sin que hasta ahora se vea una modificación que le permita emparejar a la candidata de Andrés Manuel.
Gálvez dijo que echaría mano de los mejores hombres que militan en los partidos que integran el Frente Por México -PAN-PRI y PRD- pero en realidad integró su equipo de trabajo con puros cartuchos quemados, incluyendo a los dirigentes partidistas, que más que ayudar, estorban.
Si el año que entra Xóchitl quiere realmente emparejar los cartones, tiene que establecer objetivos muy concretos de fácil identificación: los sectores en los que ha fallado el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador y que están a la vista de todos.
Para la población en general nada sería más grato que escuchar a la candidata cómo enfrentar los grandes problemas del país, que el actual gobierno no pudo solucionar en estos cinco años en que el tabasqueño lleva las riendas del país.
La población quiere que los candidatos, no solamente señalan los problemas, como el de la inseguridad, la salud, la corrupción, sino que presenten soluciones viables sin tener que recurrir a echar la culpa a los gobiernos anteriores como dice el presidente López Obrador en las mañaneras.
Los mexicanos padecemos todos los días las consecuencias de la violencia que aqueja en todo el país, de un sistema de salud obsoleto y de una corrupción que lacera las instituciones y que pese a las promesas de gobierno tras gobierno, sigue como el Johnnie Walker, tan campante.
Se requiere convencer a los votantes, sobre todo a los indecisos, que no son pocos, de que se tienen los diagnósticos y los argumentos suficientes para enfrentar esos problemas que pegan directamente a la población, no solamente salir con jaladas de que no habrá impunidad, o de que está garantizada la salud de los mexicanos y que se garantizará la seguridad aplicando todo el peso de la ley sobre la delincuencia organizada y desorganizada.
Sobre todo, porque enfrente habrá una adversaria que dirá que esos problemas fueron solucionados por el gobierno que encabeza Andrés Manuel López Obrador, lo que a cinco años de gobierno, es totalmente falso.
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Feliz y Próspero Año Nuevo les desea Circuito Cerrado.
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