HÉCTOR MOCTEZUMA DE LEÓN
El presidente y la cancillería deben tener mucho cuidado de su posicionamiento frente al conflicto en el medio oriente, no es cualquier cosa, se trata de una vieja disputa israelíes y palestinos en la que cada quien tiene su razón y de actuar en situaciones que en momentos llegan a la posibilidad de que se desate un conflicto mundial.
La guerra, como la calificó el primer ministro de Israel, que inició este sábado con un sorpresivo ataque del grupo terrorista Hamás, que sembró muerte en el territorio de Israel, es de una escala mayor que la del conflicto entre Rusia y Ucrania.
Hoy estamos ante una confrontación que puede ser de largo alcance como lo calificó el primer ministro Benjamín Netanyahu, con repercusiones mundiales tanto en lo económico como en lo político. El impacto de este conflicto tiene influencia en todo el mundo. La incertidumbre llevó a precios del petróleo en el mercado internacional hasta los 90 dólares por barril y pronto pueden rebasar los 100 dólares.
El presidente y la cancillería hasta ahora han sido cautos en sus declaraciones, el primero dijo que México no toma partido, pero sí se pronuncia por la paz, mientras que la segunda en voz de su canciller, se ha limitado a informar sobre la situación de los mexicanos que se quedaron varados en aquellas tierras y el apoyo que se les brinda.
México no puede estar a tono con los países que apoyan sin condiciones al pueblo y gobierno de Israel, por distintas razones, y en particular por una, que en suelo mexicano existen células de Hamás que pueden responder con represalias.
No es extraño que tanto una como la otra de las partes exijan un posicionamiento claro de nuestro país en favor de su causa, pero eso traería consecuencias que después podríamos lamentar. Ayer mismo, la embajada de Israel en México lanzó una agresiva carta en contra del gobierno mexicano.
El problema es que tampoco el gobierno mexicano puede hacerse el occiso ante un conflicto de tal envergadura, de ahí que la diplomacia mexicana tendrá que establecer una estrategia que nos libre de cualquier represalia futura de cualquiera de las dos partes.
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Dicen que no son igual que los anteriores, pero en materia electoral actúan igual que el PRI en sus años de gloria y su único triunfo en el presente siglo. Las encuestas. El equipo de Claudia Sheinbaum copia a los priistas la estrategia de las encuestas a modo, con grandes porcentajes de ventaja para desalentar a los votantes, sobre todo aquellos indecisos, con el mensaje de que ya para qué votan si todo está decidido en favor de la morenista. El laboratorio de este plan fue el Estado de México en donde Morena compró encuestas que colocaban a la señora Delfina Gómez con una amplia ventaja sobre la priista Alejandra del Moral, al final la maestra ganó, pero no con el amplio margen que le daban las encuestas a modo. Hoy el fenómeno se repite para la elección presidencial, los casos de El Universal y El Economista son un claro ejemplo de que con Claudia Sheinbaum también van por ahí. Habrá que ver si el Frente Amplio por México tiene una estrategia para contrarrestar esos amañados sondeos.
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