HÉCTOR MOCTEZUMA DE LEÓN
El presidente Andrés Manuel López Obrador utiliza las conferencias mañaneras para jugar a la sucesión, mientras que en el país se desborda la violencia que hace cada vez más evidente el fracaso de su estrategia de abrazos no balazos, que sirve para un carajo.
Toluca, en el Estado de México y Chilpancingo en el de Guerrero, son escenarios de cruentas acciones de la delincuencia organizada que actúa impunemente frente a una ciudadanía indefensa que sufre las consecuencias de una estrategia fallida, de la cerrazón de un presidente que jamás aceptará que se equivocó.
En Chilpancingo, Guerrero, en donde la alcaldesa Norma Otilia Hernández, fue captada en una reunión con uno de los líderes de los cárteles más temibles que actúan en la entidad guerrerense, Los Ardillos, ayer se vivieron auténticos momentos de guerra. Sin autoridad, un grupo de delincuentes de la Tierra Caliente levantó a elementos de la Guardia Nacional y de la Policía del Estado.
No conformes, los delincuentes se apoderaron de un auto blindado de la seguridad y se lanzaron sobre el Palacio de Gobierno, sin que autoridad alguna les hiciera frente, por lo que tuvieron que evacuar el Palacio, la Fiscalía General del estado, el Congreso Local y la sede de la CNTE, entre otras oficinas públicas.
En Toluca en donde desgobierna el inútil de Raymundo Martínez, el cobro de piso deja una estela de muerte que llegó ayer a la Central de Abasto en donde un grupo de delincuentes prendieron fuego a unas bodegas, con un saldo de nueve personas muertas, antes había aparecido cuerpos desmembrados y colgados en varios puntos de la capital mexiquense.
En Morelos en donde en lo que va del año se ha registrado más de 80 asesinatos, el obispo Ramón Castro Castro, quien también es Secretario de la Conferencia Episcopal Mexicana, (CEM) convocó a una marcha por la paz para el próximo sábado 15 de julio que saldrá de Tlaltenango para finalizar en la Catedral de Cuernavaca.
De acuerdo con el prelado morelense el objetivo de la marcha por la paz es exigir al gobierno una nueva estrategia de seguridad, porque la de abrazos y balazos no funciona, así como para promover la reconciliación entre aquellos que se han involucrado en la delincuencia.
México vive un escenario violento, 144 ciudades del país están controladas por la delincuencia organizada como lo aseguró el jefe del comando norte de los Estados Unidos, Glen Van Herck, en su reciente visita a México.
En medio de toda esta violencia el presidente López Obrador, se dedica al juego de la sucesión presidencial, al de los destapes de los aspirantes de la oposición sea a la Presidencia de la República, sea a la jefatura del Gobierno de la Ciudad de México, el presidente goza, mientras los ciudadanos sufren las consecuencias de su estrategia de seguridad francamente equivocada.
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El cinismo del ex gobernador de Tamaulipas, Francisco Javier García Cabeza de Vaca, no tiene límite, se inscribió como aspirante a la candidatura del Frente Amplio Opositor, pero no lo hizo personalmente porque sigue en la mira de las autoridades locales y federales. Cabeza de Vaca no tiene ninguna posibilidad de abanderar al FAO, pero sabe que puede comprar una senaduría de representación proporcional, lo que le daría fuero, aunque para tomar posesión tendría que llegar encajuelado, como hace unos años lo hizo el perredista César Godoy, medio hermano de Leonel Godoy, actual diputado federal.
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