El migrante puede convertirse en un riesgo mayor a su aventura de buscar una mejor vida.
ROGELIO FAZ
Chicago, Illinois, EU. La presencia de migrantes en Estados Unidos particularmente de México y Centroamérica durante los últimos 40 años ha sido abrumadora; y, representa un suministro de mano de obra barata, condición que impide incrustarse en el llamado “sueño americano”.
Esta de sobra citar las razones de la migración humana, en todas encontraremos justificaciones, por supuesto incluidas otras razas.
Cualesquiera que sean, cuando se viene a probar suerte hay un periodo de incertidumbre con sus respectivos sacrificios, que van desde carencia de vivienda o precaria o, un trabajo mal remunerado condicionado a la falta del idioma inglés.
Ese círculo social de paisanos sigue atado a vivir en un submundo dentro del primer mundo.
Exhibiendo el orgullo
Así que, ese paisano para sentirse en su ambiente se mantiene en su círculo de convivencia para dejar salir ese mexicano primitivo que lleva dentro. Exhibe el orgullo de la cultura en comida, música y en comportamiento.
Donde se ve claramente esto es en los parques públicos y en los festivales musicales de verano.
Está a la vista de todos, sobre todo en el festejo de la Independencia de México -en el extranjero-. En este caso, ya no se limita a los barrios latinos, sino en el centro de la ciudad de Chicago, que literalmente se paraliza por el congestionamiento de automóviles que exhiben la bandera mexicana y guatemalteca gritando vivas a la patria con música pueblerina a todo volumen. Un problema sin control.
El precio de ciudad santuario
Pero están los que quieren comportarse con cordura y respeto hacia los demás. Ese inmigrante que vino a superarse más allá de lo económico ve con preocupación los desmanes que provoca una inmigración desproporcionada y descontrolada, que ocupa espacios para hacerlos suyos. Le guste a quien le guste.
Por eso, cuando se ven venir esas caravanas enormes en busca del sueño americano, no hay más que plantearse el resultado.
En el caso de los recién llegados, el gobierno local los acogió por ser ciudad santuario, pero ya no hay donde acomodarlos, es más, ya están siendo desalojados de los albergues, para reubicarlos en viviendas pagadas.
Viacrucis a capricho
Muchos immigrants contribuyentes con intención de vivir en el destino que eligió, entiende el compromiso de salir adelante por sus propios medios, en orden y respetando la ley, además de pagar impuestos, incluso sin ‘papales’.
Ese immigrant ya no está viendo con buenos ojos que los nuevos inmigrantes se junten en bola, y sin más argumento que “buscando una mejor vida” rompan vallas para ser aceptados como salva patrias cuando en la manera de hacerlo ya es un mal presagio. Además, costearlos.
Su actitud caprichosa y su fe enajenante pronostica un problema mayor a su condición de migrante. Y para conmover a la sociedad receptora comparan su trayectoria con el viacrucis de Jesús; y que mejor en Semana Santa para ser rescatados por la gracia de Dios y, los contribuyentes.