ELVIRA HERNÁNDEZ CARBALLIDO (SemMéxico, Pachuca, Hidalgo). Cristina Lorena Rubí Vite obtuvo el grado de Maestra en Estudios Políticos y Sociales por la UNAM y con Mención Honorífica por su tesis titulada: “Trayectorias laborales de la infancia a la vida adulta desde una perspectiva de curso de vida. Estudio de caso en los comerciantes de la Central de Abasto de Pachuca Hidalgo” y el tema es más que pertinente ya que el 12 de junio fue el día mundial contra el trabajo infantil.
Rubí Vite indica desde la introducción de su texto que, al hablar sobre Trabajo Infantil, “es necesario tomar en cuenta que difícilmente, un infante por voluntad propia decidirá incluirse en el mercado laboral, debido a su corto desarrollo, probablemente los objetivos de un infante sean otros como jugar, aprender, relacionar, etc. Generalmente serán los padres quienes los insten a trabajar, normalmente esto sucede por razones económicas, para aumentar los ingresos del hogar y como estrategia de supervivencia familiar”.
Si bien la Ley Federal del Trabajo prohíbe estas prácticas y en el Artículo 22 Bis se menciona: “Queda prohibido el trabajo de menores de quince años; no podrá́ utilizarse el trabajo de mayores de esta edad y menores de dieciocho años que no hayan terminado su educación básica obligatoria”, aun así, esta situación sigue ocurriendo. El dato más reciente, 2017, reportó que 3.2 millones de niños y niñas entre 5 y 17 años trabajaban.
En Hidalgo, según el Consejo Estatal de Población de Hidalgo (COESPO), la población infantil que trabaja es de 765 mil 755 niños, niñas y adolescentes de entre y 17 años de edad, 52 por ciento hombres y 48 por ciento mujeres. De acuerdo, con esta población, asistían a la escuela 723 mil 644 y los que no asistían 42 mil 111.
La población ocupada de entre 5 y 17 años para ese periodo fue de 68 mil 290 de ellos seis mil 71 se encontraban en alguna ocupación permitida y 54 mil 890 se ubicaban en actividades no permitidas.
La maestra consultó la Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM), en su balance anual de 2019, y observó que Hidalgo reportaba una tasa de trabajo de 12.6 por ciento, entre la población de 5 a 17 años. Cifra preocupante cuando el promedio nacional es de 11 puntos. Ante esta situación, la Secretaría de Trabajo y Previsión Social de Hidalgo (STPSH), que cuenta con un protocolo de atención contra labores infantiles, lo activó 127 durante 2019 y hasta el primer mes del 2020.
Este protocolo fue aplicado principalmente cuando los niñas y niños eran reportados por trabajar en semáforos, cruceros o lugares como las plazas públicas o centrales de abasto, la mayoría vendía productos o pedía dinero, y tuvo mayor incidencia en municipios como Pachuca, Mineral de la Reforma, Actopan, Ixmiquilpan, Tulancingo y Tizayuca.
Comprometida por humanizar esas cifras y recuperar testimonio de quienes ahora adultos podían evocar y reflexionar el trabajo infantil realizado años atrás, Rubí Vite realizó trayectorias laborales, auxiliándose de la entrevista, delimitando su estudio con personas de la Central de Abastos de la ciudad de Pachuca, auxiliándose de los siguientes puntos:
Inicio de trayectoria laboral. Tomó en cuenta casos donde las personas empezaron a trabajar antes de los 15 años, su trabajo en la infancia es el mismo que ahora, recibieron por ello un sueldo y eran supervisados ya fuera por su madre o padre durante las labores realizadas.
Trayectorias laborales. Tomó en cuenta que trabajaran en la misma actividad que aprendieron durante su infancia, si los estudios escolares no tuvieron mucho peso en el curso de vida laboral, si tenían muy largas jornadas laborales y si se observaban diferencias por cuestiones de género.
Característica de la Unidad Doméstica. Si otros miembros de la familia se dedicaban a lo mismo, si su actividad en la infancia contribuía al ingreso familiar, si durante la juventud dejaron esa actividad, pero más tarde tuvieron que regresar a ella, las diferencias del rol por género y la estructura familiar a la que pertenecían.
Fue así como recuperó las historias de dos hombres (Antonio y Eduardo) y de cuatro mujeres (Nancy, Katia, Ana y Josefina). Los testimonios son reveladores:
“El negocio familiar pues lo empezó mi abuela, ella no tuvo la oportunidad de estudiar, sólo estudio segundo, tercero de primaria. (…) hablamos de la familia de mi abuela… este… pues siempre han tenido trabajo desde chicos. Mi abuela trabajó desde los cinco años, venimos como de una generación de que lo primero que te tienes que hacer es aprender a trabajar, a ganarte lo que quieres ¿no?” (Katia, 28 años).
“Mi mamá y mi papá siempre nos dijeron que no podíamos depender de un hombre ni de nadie, nosotras teníamos que encontrar la manera de ganarnos la vida y pues yo creo que la mayor parte de los hijos de los comerciantes son así. Porque pues desde niños te llevan y te crías ahí en la plaza y pues realmente como que ya pensé: bueno ya voy a ir y no voy a perder mi tiempo. Bueno, mi papá es de los que son de trabajar, porque las cosas se ganan, no es nada más de estirar la mano” (Ana, 21 años).
– ¿Tu mamá te pagaba directamente?
– “No, realmente pues el negocio era de ella, ya prácticamente estaba pues enseñándome el negocio ¿no? Por eso digo que uno aprendió desde chico por eso, casi casi me estaban entrenando, no era realmente que yo recibiera un pago, pero este, pues con todo lo que daban yo creo que era más que suficiente. En el aspecto laboral pues si es complicado porque es pararte a las 3:00, 4:00 de la mañana y de chiquillos pues ¡te cuesta! Te cuesta, y que vas al frío… y obviamente con el tiempo te vas acostumbrando, pero de chico sí es complicado y no tienes tiempo de salir a jugar o no tienes tiempo de las vacaciones que tienen todos los niños en las escuelas, tienes que ir a trabajar, a donde sea, donde te toque, pero aun así es bonito” (Eduardo, 32 años).
De los seis entrevistados, solamente a dos les pagaron su trabajo durante la infancia (Katia y Josefina), dos lograron hacer estudios de licenciatura (Antonio y Katia), todos se siguen dedicando al comercio y al preguntarles porque tuvieron que trabajar durante su vida infantil respondieron:
Antonio: Por problemas económicos.
Katia: Para volverse responsable.
Eduardo: Para aprender habilidades y ayudar a su mamá.
Josefina: Para conseguir más ingresos en la familia.
Nancy: Por tradición, heredaron el negocio desde sus abuelos.
Ana: Porque sus papás deseaban inculcarle el que fuera independiente y no dependiera de nadie.
Desde la perspectiva de género, Rubí Vite señaló los siguientes aspectos:
La diferencia esencial respecto a la cuestión de género, es que son las mujeres quienes reciben un sueldo considerablemente más bajo al de sus colegas varones.
Debido a que las mujeres, al no ser dueñas del puesto en el que trabajan, no reciben ganancias directas que dependen de las ventas, sino que reciben un sueldo de parte del dueño del negocio, que en la mayoría de los casos es el padre, el tío o un miembro masculino de la unidad doméstica.
En cuanto al aspecto educativo, se identificó que son las mujeres quienes presentan más desarrollada su trayectoria escolar.
La entrevistada con la trayectoria educativa más larga es mujer.
Aunque hombres y mujeres dedican prácticamente el mismo tiempo al trabajo, son los hombres quienes reciben mayor prestigio, reconocimiento y salarios más altos en la Central de Abasto, son dueños del puesto en el que trabajan y regularmente de más de uno. En muy pocos casos son proveedores únicos para su familia ya que las mujeres en la unidad doméstica también trabajan.
Después de dar voz a cada persona entrevistada y analizar la trayectoria laboral de cada una de ellas, la autora concluyó que “el trabajo en México a cualquier edad genera al individuo honorabilidad, desarrollo, sustento económico, siempre y cuando se realice en las condiciones adecuadas, ya que por lo general enseña a dar el justo valor al esfuerzo-recompensa. Sin embargo, la delgada línea que existe entre las cuestiones laborales entre un individuo de mediana y un niño, es complicada debido, no sólo a una condición biológica sino también emocional y social.
Ya que cuando se inicie el trabajo a una edad temprana se debe cuidar que los niños y las niñas estén en un ambiente seguro que puedan asistir a la escuela, tengan tiempo de descanso y recreación, pero lo más importante es que se respeten sus derechos a crecer en un ambiente sano, tener sus propios sueños y no se vuelvan arcilla para moldear. Sólo así se pueden generar adultos felices y comprometidos con su sociedad”.
Sin duda, esta investigación permite abrir más reflexiones sobre el trabajo infantil y tener una perspectiva de lo que pasa en nuestro estado. Gracias Cristina Lorena Rubí Vite por tu sensibilidad y compromiso, un orgullo haberte acompañado en este proceso para que ahora seas Maestra Estudios Políticos y Sociales por la UNAM.