
ELVIRA HERNÁNDEZ CARBALLIDO
SemMéxico, PACHUCA, Hidalgo. “El trabajo sexual ha sido históricamente estigmatizado, silenciado y malentendido. Durante siglos, las mujeres que han ejercido el trabajo sexual han sido reducidas a estereotipos sin considerar la complejidad de sus experiencias individuales. Este fenómeno ha sido abordado con visiones moralistas, punitivas e incluso por corrientes feministas abolicionistas que, al hablar por ellas y no con ellas, han ignorado sus voces.”
El primer párrafo escrito por Mónica Corona Quiñones es directo, crudo y abruptamente sincero. Ella estudió la Maestría en Comunicación en la UNAM y tuve la fortuna de tenerla como alumna. Totalmente analítica y rebelde, feminista e inteligente, confío en mi acompañamiento para que avanzara en su tesis durante las sesiones de mi seminario de investigación, mientras yo aproveché cada asesoría para aprender, actualizarme y admirar a las jóvenes de hoy que hacen estudios de mujeres con un compromiso auténtico y honesto. Fue así como hace unas semanas adquitió el grado con el trabajo académico titulado: “Mi cuerpo ¿Tu decisión? Lo simbólico y lo real del trabajo sexual”.
En México, señala Mónica, “el debate en torno al trabajo sexual está polarizado al igual que en otras latitudes. Por un lado, las posturas abolicionistas tienden a representarlo únicamente como explotación sexual y a las mujeres que lo ejercen como sujetas sin voz propia que deben ser “rescatadas”. Por otro lado, las visiones regulacionistas y pro-derechos buscan reconocerlo como un trabajo, pero históricamente tampoco han logrado erradicar el estigma ni la marginalización. En ambos extremos del debate, a menudo ha faltado escuchar y validar a las propias trabajadoras sexuales como las protagonistas del tema en cuestión”.
Es así como desarrolló su estudio partiendo de las preguntas: ¿Qué significados le atribuyen ellas mismas a su trabajo? ¿Cómo narran su día a día, sus desafíos, sus decisiones y aspiraciones? Y al buscar las respuestas su punto de partida fue el libro Putas, activistas y periodistas (Muñoz Ramírez, G., & Avendaño Mendoza, D., 2018), que ofrece una mirada crítica hacia las estructuras sociales, como el Estado y la sociedad, que niegan el reconocimiento de las mujeres que ejercen el trabajo sexual como trabajadoras legítimas.
“En el libro se resalta cómo dichas mujeres que laboran en las calles de la Ciudad de México, al identificarse como “trabajadoras sexuales”, rechazan términos como “prostituta” o “sexoservidora”, los cuales cargan connotaciones negativas vinculadas a la denigración y la subordinación. En su lugar, esta autodefinición enfatiza la agencia y la autodeterminación que ejercen sobre sus cuerpos y decisiones. En sus palabras, las trabajadoras sexuales se desmarcan de la figura de la víctima pasiva y de la culpable del “mal social”, pues afirman ejercer su trabajo desde la libertad y con plena conciencia, rompiendo con los estigmas que les han sido impuestos.
Para delatarse a través de la escritura se impartió el taller de periodismo comunitario “Aquiles Baeza” con el apoyo y organización de Brigada Callejera, la periodista Gloria Muñoz y el activista David Avendaño “Krizna”.
Honesta y directa, Mónica Corona Quiñones no se quedó en el escritorio ni usó ninguna máscara intelectual o falsa sororidad, en el trabajo dejó muy clara no solamente su postura como estudiosa del tema sino también como ser humano:
“En términos personales, este recorrido investigativo ha sido aleccionador. He pasado de creer que tenía respuestas sobre “lo que debería hacerse” respecto a la llamada “prostitución”, a aprender a preguntar y sobre todo a escuchar directamente a las protagonistas, tanto de mis experiencias previas como con la lectura de los testimonios escritos por 16 trabajadoras sexuales, cuyo material se volvió el centro de mi análisis. Asimismo, he constatado la importancia de entender las circunstancias de vida de cada mujer, sus razones y motivaciones, sus ambivalencias y fortalezas, pues esto me permitió apreciar la humanidad detrás de cada historia más allá de cualquier categoría. Este proceso investigativo ha sido también un viaje de transformación personal. No solo ha redefinido mi mirada académica, sino que ha fortalecido mi postura ética: me alío con aquellas voces que exigen que los derechos de las trabajadoras sexuales sean reconocidos como derechos humanos plenos y porque se reconozca plenamente el lema “mi cuerpo, mi decisión” también para quienes ejercen este oficio.”
Respetuosa de la estructura de una tesis, de los requisitos de crear un marco teórico y un contexto que permita comprender su mirada tejió antecedentes y bordó perspectivas contemporáneas, por ello recorrió diferentes épocas, estigmas, mitos y filosofías. Entre las autoras consultadas cita desde Judith Butler hasta Silvia Federici, pasando por Olga Sabido, Marta Lamas y Martha Nussbaum. En ese paisaje académico destaca la minuciosa revisión histórica que realizó del trabajo sexual en la Ciudad de México (1970 -2025).
Ante siglos de marginación, criminalización y violencia estructural, las trabajadoras sexuales de la Ciudad de México han desarrollado formas de organización y resistencia que apuntan a la defensa de sus derechos desde una lógica de justicia social. Un caso emblemático es el de la Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer “Elisa Martínez”, nacida a inicios de los años 90, que se convirtió en pionera al articular una respuesta colectiva centrada en la salud y los derechos humanos. Liderada por figuras como Elvira Madrid y Jaime Montejo, esta organización ha trabajado directamente con mujeres que ejercen el trabajo sexual en las calles, ofreciendo capacitación en autocuidado, prevención de infecciones de transmisión sexual, distribución de insumos de salud como preservativos y, crucialmente, información legal para enfrentar y denunciar abusos policiales (Brigada Callejera, 2018).
Después de leer los testimonios, analizarlos con perspectiva interseccional, señaló y explicó a profundidad varios hallazgos, entre ellos:
- Una constante transversal en los testimonios es el estigma que pesa sobre las trabajadoras sexuales, marcado por insultos, desprecio y pérdida de estatus social.
- Buena parte de las informantes relatan haber llegado o permanecido en el trabajo sexual por necesidad económica apremiante y ausencia de opciones laborales viables.
- Los testimonios de nuestro corpus evidencian que la violencia no aparece como evento puntual, sino como un hilo que atraviesa etapas enteras de la vida. Desde lo íntimo hasta lo institucional, se configura un paisaje hostil en el que la agresión no es la excepción, sino parte del orden social que margina y castiga ciertos cuerpos
- Aunque comparten muchas experiencias en común, las mujeres cisgénero y transgénero del estudio enfrentan desafíos particulares vinculados a su identidad de género y a la intersección que se da con otros ejes como la orientación sexual, la expresión de género, la nacionalidad y la edad.
- Contrario a cierta imagen estereotípica que las representa como figuras aisladas o carentes de lazos significativos, encontramos que ellas establecen y valoran profundamente sus vínculos emocionales, aunque a menudo estos se ven fracturados por el estigma y la violencia.
Sin duda, la investigación de Mónica Corona Quiñones además de original e innovadora, es totalmente humana, sustentada en lecturas representativas y una mirada sensible, ofreciendo una reflexión solidaria:
“A pesar de moverse en contextos opresivos, todas estas mujeres despliegan diversas formas de agencia —es decir, de acción y decisión propia— para influir en sus vidas y entorno. Su agencia es necesariamente situada: la capacidad de acción de estas mujeres no se despliega en un vacío de libertad plena. Cada decisión que toman —por mínima que parezca— se da en medio de obstáculos sociales, prejuicios persistentes y carencias materiales. Aun así, logran ejercer formas de autonomía que desafían su condición impuesta y los testimonios están llenos de ejemplos de resiliencia, negociación, rebelión y búsqueda de autonomía.”
Gracias Mónica por tu pasión y compromiso, necesitamos más investigaciones con ese interés auténticos de advertir escenarios, de recuperar testimonios y de hacer visibles a las mujeres.
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