ELVIRA HERNÁNDEZ CARBALLIDO
SemMéxico, Pachuca, Hidalgo. Una vez me pidieron apoyar en la recepción de la oficina, obviamente fui un fracaso total. No supe pasar llamadas, en vez de redactar un oficio hice una carta de amor, no logré manejar el control que abre la puerta principal, anoté mal los nombres de las personas que tenían audiencia, ni siquiera pude mantener una sonrisa amable a lo largo del día… Para ser secretaria se necesita vocación, compromiso e inspiración. Quienes han estudiado su representación en las organizaciones coinciden en afirmar que:
Las secretarias son el eje principal de toda institución pública o privada porque son la imagen y la atención que brinda hacia los clientes externos e internos. Es el pilar fundamental dentro de las actividades de una oficina; es asistente directa del jefe, portavoz de las decisiones de su superior; asume responsabilidades de este, con absoluta credibilidad; además construye el eficaz funcionamiento de la oficina, mediante su trabajo discreto ordenado y ágil.
A lo largo de nuestra vida laboral siempre hay una secretaria que se queda a vivir en nuestros mejores recuerdos. En la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales estaba Bertha Estrada. Atenta, amable y aliada. No se diga en el posgrado a doña Rosy, siempre te decía “mi amor” y con un tacto admirable evitaba que hicieras berrinche al informarte que todavía no firmaban el oficio de tu examen profesional.
En la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo las que laboran en el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades a la querida Lucecita, en el área de Comunicación. Llega corriendo para checar a las 8:59, un minuto antes de la entrada, pero en un instante ya abrió los salones, ya te entregó el oficio que desde ayer debía firmar, te recuerda la junta que habrá en la tarde o que no has firmado la nómina. En la oficina de la directora te atiende con una amabilidad generosa Roxana, Rox para quienes la tratamos con la confianza que siempre inspira. En la subdirección, Bety es una angelita solidaria.
Ahora que estoy en el sindicato Verónica Baños y Nora Molina iluminan el lugar con sus atenciones, su gran experiencia, buen humor y solidaridad eterna. No paran ni un instante de trabajar. Me gusta verlas atender a cada académico que llega en busca de una cita o a realizar un trámite. Consejos y sugerencias ante cualquier duda que les externo. Apapachos cuando son necesarios. Sonrisa amiga cuando los días traen torbellinos que te sacuden completa. Me encanta redactar oficios con Norita y practicar diferentes formatos. Los consejos de Vero fortalecen mi alma.
Recuerdo canciones que las vuelven protagonistas con toda la carga conservadora y el estereotipo arraigado, desde la voz trágica de Mocedades repitiendo “secretaria, la que escucha, escribe y calla”, hasta Daniela Romo con “Fíjate en tu secretaria, qué dolor, pobre secretaria, creo que le falta poco para enloquecer”.
La poesía de Mario Benedetti en sus versos de oficina presenta un panorama complejo donde se puede ser la mujer usada, olvidada o deprimida: “Cuando se va mi jefe, mi jefe, ese hombre viejo, yo me desarmo y quedo sola frente al espejo y a mí misma me digo el cansado ritual: Yo soy la secretaria ideal”. O hasta convertirse en niñera: “Hoy vino el patrón y nos dejó a su niño, casi tres horas nos dejó a su niño. Inocente, sonriente y millonario, un angelito gordo y sin palabras. Lo sentamos ahí frente a la máquina y él se puso a romper su patrimonio, como un experto desgarró la cinta y le gustaron efes y comillas”.
La figura de la secretaria en los medios de comunicación ha sido muy estereotipada, es la sexy que conquista al jefe o intenta seducirlo, adorno de la oficina, perfecta porque no habla como la que inventó Víctor Trujillo al explotar la bella de Isabel Madow. Sin embargo, ante este panorama hubo reacciones de con gran dignidad, por ejemplo, Shere Hite, historiadore y experta en investigaciones sobre sexualidad femenina, mientras estudiaba en la universidad trabajó de modelo. Le pidieron participar en una campaña de las máquinas de escribir Olivetti. La sentaron frente a un escritorio, la vistieron como secretaria sexy y a los pocos días vio el anuncio se completaba con la frase: “Una máquina de escribir tan inteligente que ella no tiene que serlo”. Su indignación fue compartida con un número representativo de receptoras. Esto marcó el inició de su trayectoria como activista feminista y se unió a la protesta por esa publicidad sexista.
Por cierto, los estudios de mujeres, género y feminismo han advertido las situaciones que se enfrentan en estos escenarios de oficina, desde la manera en que se ha feminizado esta profesión al grado de tener bajos salarios y poco reconocimiento social hasta la denuncia de los casos de violencia laboral. Una investigación al respecto concluyó lo siguiente:
El corazón de la identidad laboral de la secretaria fue la tensión que creaba el proceso de profesionalización, motor de la carrera laboral, con el proceso de feminización, limite a lo permitido. La mirada histórica sobre la construcción de esta profesión invita a pensar la importancia de las tareas de gestión para el desarrollo social. Su reconocimiento y desnaturalización son la punta del ovillo para combatir la inequidad laboral. Tal vez no solo sea necesario que las mujeres tengan la posibilidad de acceder a los máximos cargos directivos de todo tipo de empresa, sino que, además, aquellas que elijan permanecer en puestos de diferente responsabilidad no lo vivan como una frustración de su desarrollo profesional.