BELLAS Y AIROSAS/ Cinco veces 17 de abril

ELVIRA HERNÁNDEZ CARBALLIDO (SemMéxico, Pachuca, Hidalgo).La tarde es transparente y parece pintada de color azul claro. Camino por el jardín de lo que hoy es la universidad del claustro de Sor Juana, de lo que fue el convento donde ella vivió, buscando sus huellas. En cada salón aspiro el aire adivinando su olor, ese olor de rompope hecho en convento y sabiduría eterna. Discretamente acaricio las paredes y busco si hay en ellas algo escrito por ella porque los pergaminos ya no le alcanzaban por tanta inspiración que necesitaba salir de tu alma. Levanto las plumas de algunas palomas que revolotean por ahí e imagino su mano atada a esa pluma que le permitía escribir las palabras que fluían de lo más profundo de su ser. Miro las vigas del techo adivinando esas noches en que las contabas para descubrir los secretos geométricos de la vida. Acerco mi oído a un caracol para confirmar que la música también fue un escenario de tu creatividad. En efecto, se dice que la Décima Musa escribió un tratado de música que se tituló “El Caracol”,  una obra que representaba la plenitud de su madurez, y fue tan alabada en la época en que la dio a conocer, “que bastaba ella sola, dicen, para hacerla famosa en el mundo…”. Desgraciadamente es un documento que se ha perdido, pero uno de sus poemas delata su sabiduría musical:

¿Enseñar Música a un Ángel?

¿Quién habrá que no se ría de que la rudeza humana las Inteligencias rija?

Mas si he de hablar con la verdad,

Es lo que yo, algunos días,

Por divertir mis tristezas,

Di en tener esa manía

Y empecé a hacer un tratado,
Para ver si reducía
A mayor facilidad
Las reglas que andan escritas.
En él, si mal no recuerdo,
Me parece que decía
Que es una línea espiral,
No un círculo la armonía.
Y por razón de su forma,
Revuelta sobre sí misma,
La intitulé Caracol,
Porque esta revuelta hacía.
Pero esto está tan informe,
Que no sólo es cosa indigna
De vuestras manos, más juzgo
Que aún le desechan las mías.

17 de abril…

Las mujeres del siglo XVIII, del siglo XIX, del siglo XX y del siglo XXI seguimos descubriéndonos en sus palabras. Todavía coincidimos con ella en que los hombres son unos necios y seguimos luchando como ella para ganar un lugar en el mundo intelectual. Yo sigo descubriendo en sus palabras la sabiduría femenina, las ilusiones con género y los antecedentes del feminismo que nos hace creer en nosotras mismas y en las otras, en ellas, en todas. Y hasta la fecha hay un poema de Sor Juana que logra levantarme cuando algunas personas perforan con mala fe mi alma, cuando gente resentida quiere desgarrar mi corazón remendado, cuando la vida tramposa me pone obstáculos y malas caras. Entonces rezo estas palabras para inspirarme pese a todo, una y otra vez:

Invicta razón alienta armas contra tu vil saña,
y el pecho es corta campaña a batalla tan sangrienta.
Y así, Amor, en vano intenta
tu esfuerzo loco ofenderme:
pues podré decir, al verme expirar sin entregarme,
que conseguiste matarme mas no pudiste vencerme.

17 de abril…

Sor Juana espejo y Sor Juana guía, te busco para recordar que tu obra es importante, representativa, admirable. Única, profunda y compleja. Basta recordar el primer párrafo de tu “Respuesta a Sor Filotea”. En este memorable texto además de la profundidad y complejidad que le daba a cada párrafo para defender, su derecho, tu derecho, nuestro derecho al conocimiento y a la sabiduría, responde con perfectas argumentaciones a las recriminaciones que te hiciera el Obispo de Puebla que no podía aceptar que una mujer fuera inteligente, sabia, creativa y talentosa. Sí, la Respuesta a Sor Filotea delata ese malestar masculino al advertir no solamente una mujer inteligente sino a una mujer que estaba segura de la importancia a su derecho de recibir una educación. En el siglo XVII se observaba el surgimiento de fuertes debates en torno a la educación femenina y a la perspectiva discriminatoria y sexista al respecto. Los argumentos que sostenían la postura de negarle esa oportunidad educativa se basaban en el temor a la soberbia femenina y por ello caer en el pecado. Sin embargo, las mismas monjas debatían que el conocimiento las aproximaba más a Dios y con esa estrategia buscaban ese afán de tener acceso a la educación. Tu protesta y crítica hacen eco todavía en muchas mujeres de este siglo XXI:

Pero los particulares y privados estudios ¿Quién los ha prohibido a las mujeres? ¿No tienen alma racional como los hombres? ¿Pues por qué no gozará el privilegio de la ilustración de las letras con ellas? ¿No es capaz de tanta gracia y gloria de Dios como la suya? ¿Pues por qué no será capaz de tantas noticias y ciencia que es menos? ¿Qué revelación divina, qué determinación de la Iglesia, qué dictamen de la razón hizo para nosotras tan severa ley? ¿Por qué ha de ser más aceptada la ignorancia que la ciencia?

17 de abril…

Sor Juana, gracias por mostrar tan claramente ese orgulloso de ser mujer y a la vez cuestionar los obstáculos sociales que nos han impedido estudiar, expresarse sentimientos y hasta incertidumbres.  Gracias Sor Juana por creer en ti y en nosotras, por confiar en nosotras y dejarnos este maravilloso legado. Nadie como la poeta Kyra Galván para imaginar ese momento, ese día, esa muerte, ese adiós:

Sólo el padre Góngora, al decir su oración fúnebre, sonó sincero en cada palabra. La exaltaba, extrañándola a unas horas de su muerte, comparándola con todas las cosas imaginables que ya se le decían en vida, como el ave fénix, la más excelsa musa, la Palas Atenea de América, pero cuando él lo pronunciaba, le otorgaba la dimensión de algo indiscutible. No pudo contener las lágrimas al oír sus propias palabras… Después de la misa, la madre Juana fue enterrada en el coro bajo, en una fosa paralela a las gradas de la sillería. Ahí, el convento en pleno, monjas profesas, novicias, criadas y esclavas, salvo las enfermas, lloramos y rezamos…

17 de abril

Y en este mes murmuro una oración para nuestra musa…

Yo, la peor de todas, confieso cada palabra que invento para no decirme/ Envuelvo en frases brumosas la imagen del hechizo que más quiero/ Redacto inspirada pues me burlo fugitiva para enamorarme luego/ Lo hago para bendecir a hombres necios que me hacen creer en el amor eterno/ Para describir a mujeres necias que luchan para hacer realidad nuestras utopías/ En cada párrafo altero mi risa con el llanto, como toda amante anónima/ Argumento contra injurias que consiguen matarme pero gracias a mi alma nunca logran vencerme/ Y escribo cada día, diversa de mí, para confesar que soy/somos/son como me gusta imaginarlo/ Así escribo cada día, cada noche, cada hora… mientras Sor Juana me ilumina con su sabiduría eterna.

17 de abril de 1695, Sor Juana la mujer murió, pero nació la Décima Musa.

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