BELLAS Y AIROSAS/ Alina Peniche Ortiz: un retiro voluntario

ELVIRA HERNÁNDEZ CARBALLIDO

SemMéxico, Pachuca, Hidalgo. Más de 20 años de impartir clases en la Licenciatura de Ciencias de la Comunicación en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo. Una mujer que al entrar a su salón de clase llena el ambiente de alegría y confianza por su carácter accesible, su manera de hacer sencillos temas tan complejos como el estudio de la hermenéutica o esa orientación paciente para encontrar la forma de redactar correctamente una nota informativa o comprender el uso de los gerundios.

Colega que ha sabido atrapar la certeza de que nunca es tarde para obtener un grado de doctora o que es posible equilibrar el rol de profesora-periodista-esposa-madre-hija-amiga-cómplice. Mujer que hoy tomó la fuerza e inspiración para saber cerrar ciclos cuando se cree que es necesario hacerlo. Todo esto y más contiene la historia de vida de la doctora Alina Eugenia Peniche Ortiz.

Nos conocimos en la Bellairosa, recuerdo muy bien el primer encuentro, su sonrisa, sus ojos claros y esa mirada generosa detrás de unos anteojos de niña nerd.

De inmediato me contagió su optimismo, coincidimos en el gozo de dar clases y en la filosofía que hemos bautizado “corazón de pollo” donde es importante cumplir el acuerdo que se debe ser estricta cuando es necesario y ser accesible si nuestra buena fe nos lo dicta. Su forma de trabajar, de dar clases y evaluar las tareas ha permitido que se gane a toda ley un lindo sobrenombre: “Miss bonita”.

Semestre tras semestre era sencillo toparse con ella en los pasillos del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades: Deja checo amiga y platicamos… Ay, qué gran grupo nos tocó de primer semestre, ¿no crees?… Saliendo de clase, necesito contarte algo… ¿Qué novedades hay sobre los estudios de periodismo?… No se te olvide invitarme en tu próxima antología…

Pese a los tiempos cortos de descanso entre clase y clase, siempre hubo un rato para compartir un café, una alegría, una tristeza, nuevos retos e ilusiones, de saber un poquito más de ella. Fue así como además de ser licenciada en ciencias de la comunicación por la Universidad Iberoamericana, fui testigo cuando decidió hacer la maestría en Relaciones Laborales en Universidad Iberoamericana de Hidalgo y después el doctorado en Gestión Pedagógica Humanista en la Universidad Humanista de Hidalgo.

Ella se confiesa como una apasionada lectora, una verdadera sirena que le encanta nadar, aficionada de los Pumas y a la serie Ghost Wisperer. Antes de entrar a clase necesita un buen café y mil apapachos estudiantiles, un abrazo para desear buena suerte de colega solidaria y la certeza de que entra a su salón ataviada de una vocación natural que sus estudiantes palpan de inmediato: Ser maestra.

Siempre que la he invitado a participar en algún libro que coordino o en algún evento que organizo, me ha dicho sí con todo el entusiasmo del mundo.

Fue así como formó parte de la antología “Relatos Sonoros” y un texto suyo aguarda ser publicado en una recopilación sobre periodismo en Hidalgo. Ha participado en conferencias y presentaciones de libros. No olvido cuando presentó mi novela Las Melodys, fue una reflexión hermosa, llena de la buena sororidad y la certeza de que la leyó con el corazón en la mano.

La he visto en otros eventos académicos, siempre hablando con dulzura, con las palabras precisas para conmover, para que no olvides sus pensamientos e ideas, pero, sobre todo, para que reiteremos una y otra vez de que es completita una mujer sensible y una mujer no de palabra, sino de muchas palabras, como decía Rosario Castellanos.

Nos hemos acompañado también en los malos ratos, recuerdo una vez que sufrió una terrible caída y fuimos a visitarla a su casa mi amiga Silvia y yo.

El golpe recibido había sido fatal, nos asustamos mucho al verla, pero después de llorar un buen rato, logró recuperar esa fuerza que la caracteriza.

Otro día, tuve que ayudarla a salir de su salón ante la gran preocupación de su grupo, pues su mamá había muerto en esa fecha y el dolor no la dejaba estar a gusto en su lugar favorito, así que la tomé de la mano y me la llevé a mi cubículo donde, como buenas chillonas, volvimos a soltar lágrimas, pero esta vez el consuelo tuvo que ser más fuerte para que ella volviera a ser la Alina sonriente de siempre.

Por supuesto, ha sabido refugiarme en sus brazos y cuando jefas villanas me hicieron la vida de cuadritos en la universidad, nunca dejé de recibir su consuelo, su comprensión y su cariño sincero.

Le gusta escribir y lo hace muy bien, la he leído en diferentes colaboraciones en medios universitarios, así como en algunas publicaciones periodísticas y literarias de Hidalgo. Admiré mucho cuando decidió hacer su doctorado, aunque luego decía que ya estaba grande para animarse a ello, por lo que siempre le aseguraba que nunca era tarde para arriesgarse, aprender otras perspectivas teóricas y disfrutar el más alto grado académico, que, si bien no la haría millonaria, sí le dio una de sus más grandes satisfacciones.

Hace unas semanas decidió aceptar una prestación que otorga el Sindicato de Personal Académico de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo: el Retiro Voluntario. Mil razones y sinrazones dieron vuelta por su cabeza, el qué pasará si lo hago o qué pasará si no lo hago latieron en las noches de insomnio.

La decisión no fue sencilla, pero la tomó. Empezaron los trámites, las firmas, las citas en mil lugares para llenar documentos, la charla con el líder sindical, el abrazo nuevamente con agua salada cuando me comunicó su decisión.

No es un adiós, es un gracias por siempre, lo más bonito de todo es que sus estudiantes han querido hacerle un homenaje, agradecerle todo lo que recibieron de ella en el salón de clases, en los pasillos y a lo largo de su vida. Nadie olvida que fue su profesora la Doctora Alina Eugenia Peniche Ortiz. Esos ejercicios de redacción, esa forma lúdica de comprender los estudios de hermenéutica, los recortes de notas informativas, cada diez merecido y cada ocho provocador.

Gracias Alina por ser la maestra ideal, bien querida y totalmente cariñosa con cada alumno y alumna. Gracias por estar dispuesta a cerrar una puerta para abrir mil puertas más, ventanas y cielos. Gracias por ser amiga y colega, cómplice y aliada.

¿Sabes, Alina? Recuerdo mucho una ocasión que fui a visitar a mi hermano y lo acompañé a realizar su caminata mañanera, sin destino alguno pasábamos de una calle a otra. De pronto, saliste de tu casa, no sabía que vivías por ese rumbo, y las dos pegamos un grito de alegría ante ese encuentro no planeado.

Andabas en pijama, despeinada y totalmente al natural. Me conmovió mucho ver en todo su esplendor ese lado tan humano tuyo. Mi hermano nos convenció de quedarnos juntas y él seguir solo su caminata.

Desayunamos, platicamos, conocí tu hermoso hogar, saludé a tu esposo, a tu hijo e hija. El amor que se respiraba en tu hogar.

Recuerdo que hicimos un ritual para desearnos un lindo año y soltamos unas plumas coloridas para que nuestros suspiros y los ventarrones de la Bellairosa las llevaran a un espacio donde convencieran al destino para hacer realidad nuestros sueños. Hoy tú realizaste uno más, pero recuerdo que hay mil deseos más que se te cumplirán, lo mereces, que este Retiro Voluntario encienda otras estrellas en tu cielo. Hasta pronto.

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