ELVIRA HERNÁNDEZ CARBALLIDO
SemMéxico, Pachuca, Hidalgo. El 2 de marzo de 2018 la secretaría de Cultura del estado de Hidalgo publicó una esquela donde lamentaba el fallecimiento de Adela Calva Reyes:
Escritora indígena otomí avecinada en San Ildefonso, Tepeji del Río
Con ella se cierra una puerta y una ventana por donde entraba y salía la luz y la voz de todo un pueblo.
Ella en silencio construyó un andamiaje por donde hizo transitar le lengua otomí, la tradición oral y el pensamiento de los ancestros.
Murió Adela Calva, pero vivirá siempre a través de las líneas de sus escritos.
Solamente durante 51 años se escuchó la voz de esta mujer hidalguense, voz que resonó en su comunidad y en todos los espacios donde compartió sus palabras, desde la radio hasta la tribuna más humilde. Voz que se expresó en hñähñu y español. Voz que defendió a las mujeres indígenas y expresó su sentir, su amor, su coraje y su dignidad.
Sus tres almas flotaron en su pueblo de origen desde el día de su nacimiento, 16 de diciembre de 1967, tres almas que el pueblo hñähñu asegura que poseen sus hijos e hijas nacidas de esta cultura otomí llena de sueños, territorio, alas y futuro
Adela nació en San Ildefonso -tierra de los músicos- un pueblo que se soñó grande y lo ha sido pese a las carencias y discriminaciones de parte de algunos poblados cercanos pues se le consideraba diferente, quizá por la magia en la que creían sus habitantes. Adela recuperó esa memoria de lugares encantados, de historias orales que fortalecían sus creencias, tradiciones e identidad.
En un homenaje póstumo, su hermano Camiló evocó que ella empezó a escribir lo que “soñaba y platicaba los sucesos, lo que escuchó de la gente, de mis padres, del pueblo, con el ánimo de dejar algo, porque decían los viejos hñähñus que se muere todo, pero no la sabiduría…” Lo hizo en su propia lengua y trató de seguir “el camino de lo sano, lo bonito, lo hermoso, que los pueblos han perdido”.
Los ancestros, la abuela, la bisabuela y las curanderas, el padre y la madre, ojos, serpientes y águilas, el cerro de la cruz y la sagrada serpiente, mitos y leyendas aparecían en sus sueños para responder a las preguntas que todo pueblo hñähñus expresaba y a ella le gustaba plasmarlos en la escritura. Estudio la primaria y la secundaria, después bastó su inspiración para ir trazando su camino literario.
Ellos eran sabios; veían y observaban el sol, la luna, las estrellas, la noche, el amanecer, la humedad, el viento, las nubes, la lluvia, los relámpagos, la llovizna y que ya sentían los temblores de la tierra y que ellos hasta sabían interpretar del porqué cantaba el gallo, la presencia de los zopilotes, de cuando se va a sentir fuertes calores y tremendas heladas…
De esta manera surgió Ra hua ra hiä -Alas de palabras- (2008) fue la primera obra donde recuperó la memoria de su tierra, de su familia y de sí misma. En el texto puede advertirse el panorama que ella ve de su tierra, la comunidad indígena y la población mestiza, sus festividades y su manera de vestir, la cosmovisión de sus antepasados y las visiones mágicas de este siglo XXI.
Destaca la presencia del padre en sus relatos, a quien ama y no, un hombre con prestigio en la comunidad, pero temido en su familia por sus reacciones violentas. Ella nunca lo justificó, pero intentaba comprender ese machismo heredado por un sistema patriarcal del cual es difícil zafarse: “Nuestro padre era un hombre que hoy ya no hay, porque a pesar de todo, muy adentro de su corazón nos quiso muchísimo, aunque por fuera de su persona, pareciera no querernos, por la forma de cómo nos hablaba, porque lastimaba su habla y sus consejos».
Nada escapa a la mirada de la niña y la mujer, observa a una madre violentada y a una hermana fuerte. También les da voz a sus muertos y evoca algunas escenas trágicas donde perdieron la vida personas de la comunidad o de su familia.: “La Sagrada y Bendita lluvia nada malo tuvo que ver en la muerte de estas niñas; aquellos angelitos ya lo traían de destino, o sea, sus destinos era caminar y seguir siempre caminando junto con el agua en su inalcanzable recorrer de barrancas, ríos, lagos y mares, para dignas merecedoras a título de “Doncellas del Mar”.
Generosa y noble, sencilla y emotiva, Adela aproxima con gran sensibilidad a sus evocaciones, hay magia en sus palabras, aunque también situaciones donde la denuncia es importante, donde la injusticia está latente:
Una ocasión, por consejos de otras gentes llegaron a matar, mataron varias viejitas y viejitos por mala fama de que eran brujos y hechiceros (según decían los vecinos) por profesar la mala arte (lógico que estos pobres ancianos no eran) pero los verdugos poco les importó y sólo se concretaron a decir que ‘no debían vivir’ y fueron de casa en casa para llevar a cabo sus viles y sangrientos crímenes, incluso llegaron hasta a matar a alguien de mi familia, por el hecho de ser tan viejitos, esto y más llegaron a hacer
Figuras monstruosas o sucesos sobrenaturales, mitos y leyendas, personas que se transforman en animales, cosmovisiones escuchadas por varias generaciones y artes divinas que han sido transmitidas de manera oral:
Por ahí me dijeron, alguien vio arriba de nuestra casita una llamarada como una fogata de lumbre y yo creo que fue un nahual, ese malvado viejo de allá arriba de El Fresno, dicen que es diferente a nosotros y hoy precisamente me dijeron que ese malvado, para que no entre a la casa y pueda chupar a los bebés hay que poner en nuestras puertas por dentro una herradura de caballo o poner en cruz cuchillos grandes y que donde duerman nuestros hijos encima de ellos poner una tijera de acero y poner nuestra ropa al revés, que con eso lo ahuyentamos.
Este discurso sencillo, esta voz natural que surge de cada página, una belleza inocente en el discurso y un estilo dócilmente rebelde son algunos de los elementos que permiten no olvidar las historias de Adela, ella habla a nombre de su pueblo y su pueblo la representa de manera genuina, hace visible lo que amenazaba con olvidarse, vuelve eterno lo que nadie antes había observado.
Escrito en lengua Hñähñu siendo posterior su traducción al español. Según la autora, el conocimiento de la escritura de su idioma le dio alas a la palabra. Así fluyen los cuentos, los recuerdos de infancia, las anécdotas, los sucesos trágicos, la vida cotidiana, todo relatado con sencillez y con un profundo conocimiento de la cosmovisión otomí.
Además de dominar el discurso narrativo, Adela Calva se aproximó también a la poesía y aunque el libro que recopila sus poemas fue publicado de manera póstuma, Dombo ma enxe – Flor de mi alma – (2019), esta obra fue considera una reivindicación de su historia, se destacó que su lenguaje era bello, agradable y popular, además que encerraba las palabras precisas que identificaban las raíces de su comunidad.
A ti, mi pequeña
Flor de mi alma
Mi pequeña piedra de jade
Joya preciosa
Color verde:
¡Te entrego mis flores!
¡Te entrego mi canto!
De igual manera, aprovechó toda la riqueza que le ofrecía la radio comunitaria, fue así como colaboró en Radio Gi ne ga bu he th’o (Queremos Seguir Viviendo) XHDCC 97.3 FM y la consideró un escenario muy representativo para que las mujeres expresaran su sentir de manera libre:
Por medio de la radio, la mujer indígena aprendió a comunicarse con cartas de amor, expresando su sentimiento con plena libertad, escribiéndole al amado. Se permitió adquirir un derecho a ser escuchada y partícipe de este medio; verdad y sentimiento, cualidad y principio de toda mujer de todos los tiempos. Por muchas décadas ha existido una lucha de géneros, en medida de fuerza física e intelectual; el género masculino cree seguir dominando con la fuerza física que la naturaleza le ha dotado, es inteligente no cabe duda, más también la mujer indígena posee la fortaleza física e intelectual, ya que es una cualidad que se le dotó a toda mujer. Por esta igualdad, la mujer indígena se ha dado el valor de tomar el micrófono de una radio, o de otros medios de comunicación, para difundir sus derechos como mujer. Actualmente la mujer indígena está haciendo un buen uso de las radios comunitarias, extendiendo todas las comunicaciones de tipo cultural para los pueblos, abordando temas de gran importancia, que ayuden al desarrollo de las personas y sus comunidades.
Aceptar la identidad es la cura de todo lo que se ha sufrido, dijo Adela Calva en una entrevista, pero también compartirla a través de la escritura. Ella fue guardando en su memoria todo lo que observó y vivió:
Gracias a los abuelos me heredaron este lenguaje tan bonito, porque actualmente descubro cosas interesantes, importantes y de profundidad. Y es una lástima que se tienda a perder, ya que la lengua hñähñu habla sobre todo de mucho amor, de mucho respeto, de mucha profundidad. Entonces, me siento cada vez más motivada, más interesada y lo que lamento es no haber descubierto esto en la mitad de mi vida que llevo y siento que me va a faltar mucho tiempo para sentirme plenamente satisfecha. Lamento que muchos de nosotros no sabemos valorarlo, porque no conocemos la escritura y no profundizamos en analizar la palabra. Perdemos mucho sentir, mucho de lo que tenían los abuelos que no estaban preparados, pero estaban educados dentro de la casa. Porque ahora se difundido que no sirve para nada, pero realmente nosotros los mexicanos no nos detenemos a analizar lo que nos imponen, si es correcto o no, si vale la pena.