ELVIRA HERNÁNDEZ CARBALLIDO (SemMéxico, Pachuca, Hidalgo). ¿Desde cuándo me hago y me vuelvo a hacer estas preguntas?
Quizá cuando leí sobre todas las veces que encarcelaron a Filomeno Mata y a Juana Gutiérrez de Mendoza por criticar la dictadura de Porfirio Díaz.
Tal vez cuando mataron a mi maestro Manuel Buendía y ese día en la Facultad de Ciencias Políticas nos sentimos en la total orfandad.
Posiblemente cuando secuestraron a Alaíde Foppa, directora de revista Fem y cada mes quisimos recuperarla repitiendo hasta el infinito: “Alaíde, siempre entre nosotras”.
Cuando secuestraron a Lydia Cacho.
El día que mataron a Regina Martínez.
Cuando fui presidenta del Premio Nacional de periodismo y un joven reportero me dijo: ¿Para qué quieren darnos un premio si lo que queremos es que ya no nos maten?
Mi voz quebrada en Sinaloa al pronunciar el nombre de Javier Valdés. El día que abracé con el alma a su esposa y lloramos como si ese asesinato hubiera pasado ayer.
Al escuchar la noticia sobre lo ocurrido a Miroslava Breach.
Cuando creo que ya no puedo escuchar una noticia más, pero siguen surgiendo, hace unos días fue Margarito Martínez, José Luis Gamboa, Lourdes Maldonado. Ser periodista en México, este México que sigue herido, traicionado, pintado de rojo sangre, tan lejos del verde esperanza, del blanco paz…
Preguntas que pude escribir al presentar un libro de Celia del Palacio, una de las investigadoras más comprometidas en profundizar sobre el tema violencia y periodistas… Periodistas que no son números, no representan un caso más, es una persona que trabaja con pasión, que informa con gran compromiso, querida por su familia, admirada por sus amistades. Pero nos arrebatan su vida y las preguntas hoy surgen con más dolor que antes:
¿QUÉ alma sin alma, qué corazón sin latidos humanos, qué monstruo político, qué mano asesina, qué pánico cobarde, qué fuerza inhumana, qué orden brutal, qué terror al periodismo, qué sin razón absurda puede provocar la muerte de una periodista en México?
¿QUIÉN no puede sentirse consternada cuando la muerte de un periodista es la noticia, quién no se invade de rabia, quién no maldice bajito, quién no levanta la voz, quién llora y escribe para buscar la palabra precisa que denuncie, quién publicará mañana la nota de protesta, quién grabará la nueva consigna para darnos fuerza, quién se pregunta una y mil veces quién fue, quién puede cometer un crimen tan atroz?
¿DÓNDE está la justicia que insiste en taparse los ojos para dejarnos en total desolación, dónde quedaron los derechos humanos, dónde está el respeto y la compasión, dónde se esconden los asesinos, dónde lanzamos nuestro coraje y nuestra pena, dónde se podrá ser periodista sin ser asesinado en el intento?
¿CUÁNDO se respetará el oficio periodístico, cuándo los poderosos en vez de asesinar nos leerán con atención para volverse humanos? ¿Cuándo podremos escribir para denunciar sin ser asesinados por nuestra fuerza y coraje, cuándo encontraremos a esos asesinos?
¿CÓMO sigo enseñando a mis alumnos la pasión periodística, cómo los convenzo de ser periodistas comprometidos, cómo les quito ese miedo que ha provocado cada vez menos estudiantes se inscriban en la especialidad de periodismo, cómo les digo que esto no va a volver a pasar, cómo los lleno de fuerza si me siento rendida de tanto llorar, cómo volver a tomar aire y esas vidas perdidas me den otra vez fuerza?
¿POR QUÉ asesinan cada palabra de denuncia, por qué persiguen a quien escribe para transformar, por qué secuestran para silenciarnos, por qué no hay protección confiable para los/las periodistas valientes, por qué no entienden que pese a todo seguirán surgiendo las/los periodistas de compromiso social, por qué lloro pero me pongo otra vez a escribir, por qué pronuncio tantos nombres, Miroslava/Regina/ Guillermo/ Gabriel/ Anabel/ Javier/Lourdes… con el tono más desgarrador de toda fuerza periodística, por qué tomamos en el nombre de cada uno y de cada una y retomamos el texto, el micrófono, la cámara y salimos otra vez a denunciar?
Y hoy firmé esa petición para hacer justicia luego del asesinato de la periodista Lourdes Maldonado, reescribí ese texto de ayer con lágrimas en los ojos, me uno al reclamo de tantos colegas, de tantas aliadas…
#NisilencioNiolvido
#NoSeMataLaVerdad
#SinMásPeriodustasEnSusListas
#PeriodismoEn Riesgo