BELLAS Y AIROSAS/ 70 Aniversario de la muerte de Evita

ELVIRA HERNÁNDEZ CARBALLIDO (SemMéxico, Pachuca, Hidalgo). El 26 de julio de 1952 murió Eva Perón, figura femenina convertida en mito, odiada y amada, santificada o maldecida, voz que canta hasta la eternidad “no llores por mi Argentina”, cuerpo sin vida que fue robado-secuestrado-profanado-escondido-perdido hasta que pudo descansar al ser devuelto a su tierra natal y ser depositado en el cementerio de La Recoleta.

Ya setenta años y su vida no ha dejado de ser reconstruida y reinterpretada en infinidad de cuentos o novelas, ensayos y tesis, películas o musicales, poemas o panfletos.

Eva María Duarte nacida en el área rural de Los Toldos, Argentina, sigue inspirado para bien o para mal, posiblemente cada palabra escrita sobre ella no la deja descansar en paz, tal vez eterniza su voz hasta la ignominia, se le vuelve ejemplo o inspiración, ojalá esta necedad de evocarla la consuele al saberse inmortal.

Durante el mes de julio se anunció una serie web producida por la mexicana Salma Hayek, basada en la novela de Tomás Ely Martínez y que justamente fue estrenada el día de su aniversario de muerte. Aunque el eje central de la trama son las vicisitudes del cuerpo de Eva luego que fue robado cuando cayó del poder quien fuera su esposo y presidente de Argentina. Juan Domingo Perón, en los siete episodios que la conforman se abordan diferentes etapas de la vida de esta mujer, algunas -se garantiza por parte del director de la serie- poco conocidas, sin embargo, no quieren encasillar el trabajo como una biografía o en ensayo histórico, lo califican como “una historia apasionante”. Se debe destacar el empeño y la perseverancia de Salma en la producción pues la selección de actores y actrices, los escenarios, así como la atmósfera creada muestran una gran calidad tanto en el contenido como en las escenas e imágenes.

El papel fue representado por Natalia Oreiro, uruguaya que llegó a Argentina al cumplir 16 años y quien confesó que, si bien ya sabía sobre el personaje, se embelesó más al palpar lo presente que sigue en la memoria de los argentinos y argentinas. Aseguró haberse preparado profundamente para interpretarla, consultó textos, vio el trabajo de otras actrices que la habían representado, fue al museo levantado en honor a Eva y en una entrevista declaró con bastante precisión que a los hombres les daba miedo estar cerca de una mujer con esa personalidad: “…les daba miedo viva, pero les daba miedo muerta. El poder de Eva muerta era enorme. Un cuerpo que estuvo a la espera de ser enterrado durante 20 años sin saber su paradero. Claramente fue utilizado políticamente. Por eso desapareció. Porque sentían que era un símbolo y que tenía que ser una muerta más. Y nunca lo lograron. Porque las ideas no se matan… me desbordaba emocionalmente sentir la vejación que le sucedió a una mujer. La manipulación de ese cuerpo femenino desnudo sin poder defenderse. Eso me parece súper actual además y me indignaba muchísimo. Y la serie es súper fuerte en ese sentido”.

La impresión de representar a Eva es una experiencia compartida por diferentes actrices y cantantes. Madona la interpretó y le han dado voz desde Nacha Guevara hasta Rocío Banquells quienes interpretaron una melodía significativa del musical “Evita”.

Un número significativo de escritores la volvieron personaje en alguna de sus obras, poemas le reclamaron volverse mito, lloraron conmovidos su muerte o ironizaron sobre ella. Bien dice la investigadora Susana Rosano al analizar los trabajos de Borges, Onetti, Viñas y Perlongher: “Cuatro textos que vuelven obsesivamente sobre un cuerpo emblemático, sobre una mujer de Estado a la que no se dejó morir en paz. Simulacros, mentiras, ficciones. El poder que corrompe y el límite, siempre incierto, entre la verdad y la fantasía, entre las infinitas posibilidades de la imaginación y la rotonda solidez de la muerte”.

Así puede leerse “La Señora Muerta”, de David Viñas; “El Simulacro”, de Jorge Luis Borges; “Ella”, de Juan Carlos Onetti; “Evita vive”, de Nestor Pertlongher. La ya citada novela de Tomás Eloy Martínez, “Santa Evita”; “Las dos muñecas”, de César Aria; “Evita, la loca de la casa”, de Daniel Herrendforf o “La pasión según Eva”, de Abel Posse, además de ocho películas. Cinco obras de teatro, diversos musicales, espectáculos de danza o alguna ópera.

Curiosamente, al hacer esta revisión, según yo, encontré más textos literarios de hombres que la imaginan para acentuar su rol como víctima o cómplice del poder, que detallan su locura o cordura, que advierten en su carácter una fuerza varonil y en su vida una fragilidad femenina. Pero, al revisar los trabajos de investigación o académicos, las autoras son en su mayoría mujeres. Ahí está el trabajo de Marysa Navarro, considerado la primera biografía con riguroso trabajo documental. Destacan también “Los cuerpos de Eva. Anatomía del deseo femenino”, de Claudia Soria; “Rostros y máscaras de Eva Perón”, de Susana Rosano; y, “La fundación Eva Perón y las mujeres: entre la provocación y la inclusión”, de Carolina Barry, Karina Ramacciotti y Adriana Valora. Me llamó mucho la atención el estudio realizado por Beatriz Viterbo, Martín Kohan y Paola Cortés, “Imágenes de vida, relatos de muerte”, donde, a través de un corpus fotográfico, marcan tres pautas: 1) Mostrar la vida de Eva a través de sus discursos, sobre todo en torno a su enfermedad y fallecimiento; 2) Politizar la agonía y el uso político que se hizo de la misma; y, 3) Narrar la muerte, textos literarios que tematizaron su fallecimiento.

De esta manera, Eva Perón sigue vagando por el imaginario literario, académico y popular. Una mujer cuyas decisiones y personalidad la hicieron destacar por sí misma, sus discursos memorables o sus decisiones en torno a la situación de la mujer que nunca le fue ajena. Ella misma se dio la palabra en dos textos: “La razón de mi vida” (1951) y “El Mensaje”, publicado mucho después de su muerte.

NO ME ARREPIENTO

Creo que ya he escrito demasiado. Yo solamente quería explicarme y pienso que tal vez no lo haya conseguido sino a medias. Pero seguir escribiendo sería inútil. Quien no me haya comprendido hasta aquí, quien no me haya «sentido», no me sentirá ya aun cuando siguiera estos apuntes por mil páginas más. Aquí veo ahora a mi lado verdaderas pilas de papel fatigado por mi letra grande… y creo que ha llegado el momento de terminar. Leo las primeras páginas… y voy repasando todo lo que he escrito. Sé que muchas cosas tal vez no debiera haberlas dicho… Si alguna vez se leen por curiosidad histórica no me harán estas páginas un favor muy grande: la gente dirá por ejemplo que fui demasiado cruel con los enemigos de Perón. Pero… no he escrito esto para la historia. Todo ha sido hecho para este presente extraordinario y maravilloso que me toca vivir: para mi pueblo y para todas las almas del mundo que sientan, de cerca o de lejos, que está por llegar un día nuevo para la humanidad: el día del Justicialismo. Yo solamente he querido anunciarlo con mis buenas o malas palabras… con las mismas palabras con que lo anuncio todos los días a los hombres y a las mujeres de mi propio pueblo. No me arrepiento por ninguna de las palabras que he escrito. ¡Tendrían que borrarse primero en el alma de mi pueblo que me las oyó tantas veces y que por eso me brindó su cariño inigualable! ¡Un cariño que vale más que mi vida!

A setenta años de su muerta, la voz de Eva Perón se repite como mil ecos.

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