BELLAS Y AIROSAS/ 13 veces 8 de marzo

ELVIRA HERNÁNDEZ CARBALLIDO (SemMéxico, Pachuca, Hidalgo). 8 de marzo debe ser un espacio para reconocer que al finalizar el siglo XX otras mujeres escriben desde la filosofía, la historia, la antropología o la sociología para explicarnos y explicarse. Así, la filósofa Graciela Hierro que marcó el cambio de la domesticación a la educación femenina. Marcela Lagarde denuncia los cautiverios de las mujeres: las madres/esposas, las locas, las putas, las monjas y las presas. Martha Lamas reflexiona sobre el feminismo. Elsa Muñiz sobre el cuerpo construido.

8 de marzo debe ser un breve alto en el camino, pero nada más para confirmar que las mujeres del siglo XXI sabemos que todavía queda mucho por hacer, que somos diferentes, pero que deseamos ser nosotras mismas por decisión propia. Las mujeres del siglo XXI agradecemos a las que nos abrieron camino y avanzamos cada vez con más seguridad en nosotras mismas.

8 de marzo debe ser un día de parir coincidencias como las que nos inspira Sara Sefchovich al aseverarnos que “el feminismo de hoy ya, de este siglo XX, ya lucha por otras cosas, entre ellas precisamente para que la mujer pueda no serlo todo, sino elegir, decidir, decir no a ciertas partes de la vida: al matrimonio, a la pareja, a tener hijos/hijas, a verse de cierta manera, a cumplir los roles históricamente asignados además de los nuevos. Por eso hoy, el feminismo quiere el respeto a la diferencia, a la aceptación de la otredad de las mujeres, con la enorme diversidad que cabe en esa otredad. Y quiere la autonomía del propio cuerpo y los derechos sexuales y reproductivos”.

8 de marzo debe ser tribuna para denunciar que la opresión hacia las mujeres sigue latente en muchos escenarios sociales. Y sigue habiendo mujeres que no pueden estudiar en la universidad porque no las dejan en sus familias o no las aceptan en ciertas carreras. Esa opresión que nos sigue haciendo creer o sentir que somos personas de segunda y que no merecemos tener una vida digna.

8 de marzo debe ser un discurso para reconocer que la igualdad no existe y por eso le apostamos a la equidad que representa ese principio de derecho por el cual se pretende conseguir la igualdad para aquellos y aquellas que han sido discriminados y discriminadas.

8 de marzo debe apostar actualmente al reconocimiento de la diversidad social y sexual, para que el respeto y la tolerancia latan en cada escenario social y ya no se reporten cifras frías de mujeres asesinadas, desaparecidas, maltratadas, violentadas, olvidadas siempre, puño en alto eterno, reclamos y vidrios rotos que delatan la impotencia mortal.

8 de marzo debe levantar voces para que los derechos humanos y de las humanas sean respetados, que cada persona, hombre y mujer, tengan las garantías exclusivas a vivir con respeto a su integridad física, a la libertad, a la dignidad humana.

8 de marzo debe advertir que la violencia es el peor de los males posibles en una sociedad. Qué impresión descubrir estudios, encuestas e investigación que reiteran una y otra vez que un número muy representativo de mujeres consideraron que el mayor sufrimiento que les destroza el alma y la fe en los demás es la violencia, más que la pobreza o la falta de trabajo.

8 de marzo reconoce la gravedad de los feminicidios y debe cuestionar a las autoridades su pereza e indiferencia. No olvidemos jamás los asesinatos hacia mujeres por el simple hecho de ser mujeres.

8 de marzo debe darnos la fuerza suficiente para decir en voz alta, en escenarios públicos, ante los peores detractores y ante el dios que creemos: “Me declaro absolutamente cobarde para enfrentar otra vez el reto maternal. Me declaro absolutamente egoísta porque en este momento pienso en mí y en mi desarrollo profesional. Me declaro absolutamente pecadora porque no quiero cumplir con los sagrados mandamientos. Me declaró absolutamente herida porque mi decisión no puede hacerme feliz. Me declaró absolutamente traicionada porque yo no elegí esta situación. Me declaro absolutamente deprimida porque preferiría no tener que decidir. Me declaro absolutamente inmoral porque no cumplo la ética patriarcal. Me declaro absolutamente valiente porque pese a todo dije no. Me declaro absolutamente responsable de mi cuerpo porque es mío. Me declaro absolutamente una mujer que está segura de interrumpir un embarazo no deseado”.

8 de marzo debe provocarnos para pensar, debatir, trabajar, escribir y a vivir de modo tal que continuemos afectando y cambiando los patrones tradicionales de la relación humana para que las mujeres y los hombres encontremos ese otro modo de ser humanos, felices, solidarios, llenos de sororidad y de oportunidades ganadas porque creemos en nosotros y nosotras mismas.

8 de marzo debe ser la lupa, el microscopio y el telescopio que nos permita afirmar que ahí están ellas, todas, nosotras, ellas, tú y yo, bellas y airosas, mujeres de todos lados por siempre, las que estuvieron aquí, las que ya se fueron, las que nacerán hoy y mañana, las que ya no se podrán olvidar, las que todos los días podemos hacer visibles a las otras porque existen, porque construyen este país con sus voces, sus manos, sus sueños, sus luchas, su esperanza y sus recuerdos.

8 de marzo, aroma de sororidad.

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