BAD HOMBRES/ Los Aguadores y el Negocio del Agua

CARLOS LEÓN

Recordando la frase: “si las guerras del siglo XX se lucharon por el petróleo, -y lo siguen haciendo en el siglo XXI y además por las tierras raras, por el litio…-, las guerras del próximo siglo serán por el agua” se le atribuye a Ismail Serageldin, quien fuera el vicepresidente del Banco Mundial en 1995. Esta preocupación también ha sido abordada por el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, quien ha advertido sobre la conexión entre la escasez de agua y los conflictos. Hollywood también se ha hecho presente con este problema; en la nueva versión de la película de Mad Max, -que se desarrolla en una sociedad postapocalíptica-, la luchas ya no son por la gasolina como en la versión original, ahora son por el agua potable.

El agua ha sido un elemento indispensable en la historia de la civilización en la Cuenca del Valle de México. La capital mexica, estaba construida sobre dos islotes, situados en la parte occidental del lago de Texcoco. Estos Islotes estaban separados por una acequia; la parte norte se denominada Tlatelolco y la del sur México-Tenochtitlan. Los mexicas llevaban el agua potable a la capital desde manantiales en tierra firme mediante un acueducto construido por Nezahualcoyotl, entre 1446 y 1478 y un segundo acueducto construido entre 1499 y 1500 por el gobernante Ahuizotl.

En cuanto al abastecimiento del agua potable en la época colonial, existieron pozos y manantiales como el de Chapultepec que seguía abasteciendo la ciudad con 61 fuentes diseminadas. Durante el siglo XVI se construyeron muchos acueductos y fuentes que dotaron durante tres siglos el agua potable a la ciudad de México.  Quien llevaba esta agua, fue el aguador, oficio que se remonta desde antes de la conquista.  Con el objeto de llevar el agua a las zonas más alejadas del acueducto de Chapultepec, los aguadores transportaban el agua en canoas. Cuando los canales fueron desapareciendo por calles, los aguadores también distribuyeron el agua a quien la necesitaba. El aguador, singular personaje que vestía de manta, con un mandil y un gorro de cuero, de este pendía un cinturón que sostenía en su espalda un “chochocol” (gran cántaro o tinaja de barro) lleno de agua y otro, por delante, un cántaro para equilibrarse. Un tramo del acueducto lo podemos apreciar en avenida Chapultepec. Un ejemplo de este tipo de fuentes fue la del Salto del Agua, -la que vemos actualmente es una réplica de la original, cambiada en los años setenta y que descansa en el Museo Nacional del Virreinato en Tepotzotlán, pueblo mágico del Estado de México. El oficio de aguador empezó a desaparecer a finales del XIX y principios del XX con el comienzo de la instalación del sistema de tuberías en la capital. Fue cuando se inició el proyecto de traer agua del río Lerma.

El consumo anual en México es de 89 mil 600 hectolitros cúbicos, de los cuáles se divide: 76% para el sector agrícola y ganadero, de ese porcentaje, un 56% se va en fugas, en mala infraestructura y en técnicas obsoletas de riego; 14% al sector público, del cual se desperdicia un 46% en fugas y fallas en la infraestructura, 5% para la industria y 5% para las plantas hidroeléctricas. Aquí tenemos una gran oportunidad aplicando tecnología para recuperar parte de esa agua que se pierde.

De acuerdo con estadísticas de la UNESCO, México es uno de los países donde se consume más agua  embotellada a nivel mundial, 282 litros de consumo anual per cápita. De acuerdo a la revista Forbes, un mexicano promedio gasta alrededor de $137 pesos mensualmente, claro que este gasto varía de acuerdo al nivel socioeconómico y los hábitos de consumo de cada persona.  Las razones para este consumo pueden ser diversas. En primer lugar, que el abasto de agua potable no llega a toda la población. En segundo lugar, la calidad poco confiable de los sistemas públicos y en tercer lugar, hay más conciencia en los beneficios de tomar agua.

Las marcas provienen de empresas trasnacionales como Nestlé (Pureza, Vital), Danone (Bonafont), Pepsi (Epura) y Coca Cola (Ciel), como de empresas locales. En México Danone, Coca Cola y Pepsi venden 32 mil 864 millones de litros anuales, que les dejan ganancias superiores a 66 mil millones de pesos anuales. En contraste, Coca Cola Femsa, pagó 2 mil 600 pesos anuales por cada una de sus concesiones. 10 empresas son las que captan el mayor consumo de agua a nivel nacional. Coca Cola (55 mil millones de litros anuales), Pepsi (32 mil millones) Danone (15 mil millones), Nestlé (9mil millones), AGA (5 mil millones), Jumex (2 mil millones), Nutrijugos (mil millones), Bimbo (1.3 mil millones), Kellogs (1.5 mil millones) y Peñafiel (828 millones). Esto contrasta con la escasez que sufren varios estados por la sequía, falta de infraestructura hídrica y por los malos manejos de la misma.

Una parte de esa distribución se hace mediante la compra de garrafones de 20 litros, que en México tiene dos variantes: la primera es la obtención de garrafones en comercios y/o tiendas distribuidas por todas partes. Aquí el comprador lleva su garrafón vacío y lo cambia. La segunda variante es la que regresa a la historia antes referida: el aguador.  El moderno aguador, con su triciclo porta agua, lleva el vital líquido ahora en PET por las diferentes colonias de la gran ciudad. Uno de los problemas que se ha detectado en la capital, es que 7 de cada 10 garrafones de agua que distribuyen estas empresas, están contaminados, de acuerdo a un estudio publicado por la Asociación Mexicana para la Correcta Hidratación, en coordinación con Cofepris, la mayoría del agua purificada vendida en establecimientos y en triciclos no cumple con los estándares de calidad sanitaria. Es el resultado de los malos procesos de purificación y la falta de controles de calidad. Así que hay que buscar las marcas de garrafones que cumplan con los estándares de calidad aprobadas por Profeco.

Cómo sabemos y padecemos, el agua es un recurso primordial que tiene diferentes aristas para analizarse, anteriormente escribimos sobre las fuertes lluvias, las constantes inundaciones, y cómo se manejaron en la época prehispánica, en la colonia y más recientemente, hasta nuestros días.  Ahora vemos como ha sido la distribución y consumo del agua potable, estos singulares personajes: los aguadores de antes y actuales, y finalmente las enormes ganancias que tienen las empresas -sobre todo transnacionales- en el torrencial negocio del agua, una de las industrias millonarias en nuestro país.

El agua está concesionada en un 61.4% de acuerdo a un estudio publicado por la UNAM, titulado “Los dueños de México son además dueños del agua”.  Proyectos como “El Batán” para mejorar el suministro de agua, que presenta el gobierno de Querétaro y que sería financiado mediante una Asociación Público-Privada con una concesión de 30 años y obligación de pago estatal a partir de 2026; es un ejemplo de que el gobierno intenta privatizar el agua queretana han asegurado representantes de la Colectiva Vocer@s de la Madre Tierra.  También población civil y expertos en la materia han expresado descontento y preocupación frente a la iniciativa. “En Querétaro no existe riesgo de escasez de agua: esta es desviada para uso de grandes empresas, mientras la población civil y rural queda desabastecida. Además, se estima que el 50% del agua en el estado se pierde en fugas.

Es primordial recordar que es un recurso natural de todos los mexicanos, y se debe trabajar conjuntamente para que el agua sea manejada bajo un interés social principalmente y que todos puedan tener acceso y beneficio a este recurso vital. Así que terminamos con algunos dichos populares: “más claro que el agua”, “el agua es vida, no la desperdiciemos” y por último, “donde llega el agua hay riqueza y donde no, pobreza”.

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