SALVADOR MARTÍNEZ G.
La política económica del régimen ha permitido llegar hasta el proceso electoral sin sobresaltos ni amenazas de crisis sexenal.
Sin embargo, el camino no está exento de riesgos y salvada las elecciones más grandes de la historia nacional se avecinan otros obstáculos como los comicios en el vecino del norte, los conflictos geopolíticos y la resistencia inflacionaria, aspectos que el secretario de Hacienda y Crédito Público, Rogelio Ramírez de la O tiene muy claros.
El 2024 se espera trascurra sin sorpresas a pesar del 5.9 por ciento del Producto Interno Bruto de déficit fiscal y el mantenimiento del desbalance para el 2024.
Hasta ahora ninguna de las dos aspirantes a la presidencia de la República han hecho referencia a la necesidad de una reforma fiscal, por lo que no se prevé para el próximo año pudiera realizarse, aunque las propias presiones económicas podrían hacerla indispensable para el 2026.
No se requiere cualquier tipo de reforma fiscal, sino una que mantenga estímulos a las pymes, contención impositiva para las mayorías y mayores gravámenes para los grandes contribuyentes, sean personas morales o físicas.
La cercanía al 2 de junio impide a Claudia Sheinbaum o Xóchitl Gálvez hablar de los satanizados impuestos, pero bien sería que la ganadora en las elecciones lo haga pronto o las presiones presupuestales y financieras podrían afectar sus proyectos de gobierno. Lo cierto es que una reforma fiscal será indispensable.
AHORROS
A pesar de que la inflación no cede con tres meses consecutivos al alza para ubicarse en 4.80 por ciento en mayo, el Banco de México podría reducir su tasa base en su próxima evaluación de junio.
La intención es alcanzar las proyecciones de crecimiento económico de 2.2 por ciento para este 2024, sobre un tipo de cambio de 17.90 pesos por dólar para final de año.
La lucha contra la inflación se mantendrá con la intención de rebajarla a 3.71 por ciento para 2025 y prácticamente el mismo porcentaje para el 2026, y así lograr la meta del Banxico de 3%+/-1% anual.
Para alcanzar estos objetivos no bastará la acción del Banxico, sino que deberá estar alineada con la política económica-financiera del nuevo gobierno con disminución al déficit fiscal, mayor equilibrio en la balanza de pagos, impulso a la inversión nacional y extranjera y más presupuesto público productivo. Difícil pero no imposible.
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