LUIS RAMÍREZ BAQUEIRO
“Amo la traición, pero odio al traidor.” – Julio César.
Xalapa, Veracruz.
¿Y si la reforma no pasa?
Mientras todos presuponen que habrá un gran Judas en esto de la aprobación de la reforma al Poder Judicial, otra gran posibilidad surge.
Ante el gran juicio mediático que se ha creado en contra del senador o senadora 43 es claro que nadie de los participantes querrá pasar a la historia como el próximo Victoriano Huerta o el Porfirio Díaz de la historia en México.
Por esto la probabilidad de que todo el bloque opositor vote en contra se ha elevado sustancialmente.
La reforma al Poder Judicial si se logrará consumar, pero no como pretende sacarla el propio presidente Andrés Manuel López Obrador.
Los mismos Morenos y aliados saben que el mamotreto jurídico propuesto construye los elementos suficientes para provocar un tsunami catastrófico en materia económica, política y social, la crisis que esto ocasionará sería tanto o más grave que la de 1994 y el famoso efecto tequila.
Por ello la determinación de hacer público el primer gran balazo en el pie del presidente López Obrador al anunciar que su hijo Andy será el secretario de Organización Política de Morena, evidencia el malestar del gran tlatoani.
Craso error, el incorporar abiertamente a la vida política de México a su vástago, porque sataniza a los Yunes de Boca del Río y siembra al orgullo de su nepotismo, al mismo tiempo, algo que demuestra que en eso de detentar el poder todos los que lo ejercen “locos se quieren volver.”
La incrustación de Andy López Beltrán es la manera de decirle a la próxima presidenta de México, Claudia Sheinbaum que en política las cosas se harán a su modo y a sus formas, y que el control de su partido es de él por derecho divino, tan simple como eso.
Aquí que no le vengan con el cuento de que es la continuidad del proyecto transformador, aquí lo que se evidencia es que los mismos legisladores de Morena saben que la reforma judicial es urgente y hay que ir por ella a fondo, sin menoscabar la actual condición política y económica de México.
Los riesgos son muy grandes, ya lo decía el The Wall Street Journal (WSJ) en su titular de este lunes, 35 mil millones de dólares estarían pausados de invertirse en México por la simple aprobación de la reforma judicial.
Y cierto es, ya se llevó hasta la lona a los ministros de la corte, quienes han terminado de confesar que cerca del 16% de los integrantes del citado poder tienen algún pariente -nepotismo- incrustado en alguna de sus estructuras, algo que se deberá combatir fuertemente para evitar la construcción de cadenas corruptivas al interior del mismo.
Pero regresando a la presión mediática ejercida contra las y los senadores de oposición, el tema ha escalado al punto de ¿qué se estaría ofreciendo por ese voto? ¿qué le faltaría al grupo mayoritario para lograr su cometido?
Hay quien afirma que la desaparición de denuncias y expedientes que los pudieran llevar a la cárcel, pero otros, afirman que este sería el voto más caro de la historia y que si podría estar jugándose la sucesión gubernamental del 2030 para algunos, el caso más claro el de Veracruz con la posibilidad de retorno de los Yunes al poder.
La realidad es que los reflectores se han posado en un personaje como Miguel Ángel Yunes Márquez heredero de un Clan político veracruzano que si algo sabe es metamorfosearse a la perfección.
Su padre se formó, creció y desarrolló siendo priista, llegado el momento se pasó al PAN hasta donde alcanzó grandes cargos a nivel nacional, solo basta recordar que a él atribuyen la primera gran fuga de Joaquín “El Chapo” Guzmán.
Después llegó al ISSSTE de la mano de Elba Esther Gordillo que hoy no habla bellezas del personaje -quien afirma la traicionó- lo mismo podría decir de ello Felipe Calderón Hinojosa o Josefina Vázquez Mota.
El mismo Javier Duarte, quien sucumbiera a sus escarceos, pactarán la llegada de Fernando Yunes al Senado y después terminará el mismo en la cárcel perseguido por el propio Yunes Linares.
En fin, lo cierto es que el valor que se le pondría a ese voto significará la posibilidad de cambiar el rumbo permanente de la historia moderna de México, de pasar de un régimen democrático pleno, a un estado totalitario de facto.
¿Y si no pasa la reforma?
Al tiempo.
“X” antes Twitter: @LuisBaqueiro_mx