“Donde no hay sacrificio, no hay amor.” – Adolfo Kolping.
LUIS RAMÍREZ BAQUEIRO (Veracruz). Los presidentes de México a lo largo de su historia, han mostrado múltiples actitudes mesiánicas, caprichos banales que van desde utilizar el Buque Escuela Cuauhtémoc como gran yate para pasear a la pareja consorte –en turno- caso de Rosa Luz Alegría en tiempos de José López Portillo, hasta el más reciente, mandarse a realizar una megamarcha de apoyo.
La contramarcha efectuada este domingo en la Ciudad de México es la evidencia de que ese México no se ha ido, ni se irá jamás, del que necesita arropar a sus hijos, porque si no lo hace, se sienten en la orfandad.
Aunque los hijos se quejan y lamentan de haber sido llevados a la fuerza, bajo amenaza, cuando las miles de evidencias están al alcance del Facebook y los vídeos del acarreo, la movilización y por ende el dispendio están ahí como prueba fehaciente.
Pero eso no importa, cuántos millones de pesos pudieron haberse desviado bajo el delito de peculado, mil, dos mil millones para pagar la incontable cantidad de autobuses que de cientos de destinos arribaron a la capital del país.
Los costos iban desde los 5 mil pesos hasta los 70 mil pesos por autobús, todo dependía el origen del mismo, y claro, de la mano de ello, llegó la cargada de tortas, frutsis y cuanta demás chuchería para entretener la tripa, porque es parte del rito.
Ese ritual del mitin, del que solo como único usufructuario existe un líder, el gran líder moral, el unificador de todas las mentes perturbadas, en pretender ver a México como dos naciones, los fifís o conservadores, y los chairos o liberales.
Libertario de sus propios demonios, el presidente Andrés Manuel López Obrador se recarga de energía, porque eso no lo entiende el pueblo, su enojo y enconó, son la fuente de su fortaleza, de donde proviene su energía.
Y qué mejor que marchar, si marchar con las huestes encabronadas por venir, arengadas a producto de gallina, para que con esa energía, tome la gran plaza, esa la de los grandes sacrificios, esa en la que los antiguos mexicas, adoraban a sus dioses, esas que teñidas de rojo lavaban los pecados capitales del pueblo desobediente que debía pagar sus culpas por ir contra sus sagradas voluntades.
Así el presidente López Obrador, alentado por sus corcholatas, arribó a la plaza, con fotografías sumamente cuidadas del evento, no muestran tomas áreas, porque se verá la cargada, se hará evidente la movilización, se escucha decir.
Pero qué importa si Claudia Sheimbaum -su consentida- informa al pueblo de México que más de un millón 400 mil salieron a desfilar en la más cínica y burlesca manifestación de apoyo.
Qué importa ir contra la Constitución al oficializar el “mega peculado” en una marcha aun cuando la misma definición diga que es un delito que consiste en el hurto de caudales del erario, cometido por aquel a quien está confiada su administración.
¿Cuánto, cómo, porqué y de dónde salió el recurso para pagar la mega movilización?
¿O usted qué opina?
Al tiempo.
Twitter: @LuisBaqueiro_mx