DULCE MARÍA SAURI RIANCHO*
SemMéxico, Mérida, Yucatán. El pasado domingo 22 se realizaron elecciones en Argentina. Un tercio del Senado y la mitad de la Cámara de Diputados estuvieron en disputa, en tanto que se votó también en primera vuelta para elegir al próximo/a presidenta/e de la república, quien sucederá a Alberto Fernández el próximo 10 de diciembre.
Tenemos varias cuestiones que podemos aprender del sistema electoral argentino.
La primera de ellas es la realización de elecciones primarias abiertas, simultáneas y de asistencia obligada, en las que participaron aspirantes de todos los partidos políticos registrados al mismo tiempo, cada uno con sus propios militantes y simpatizantes.
¡Cuántos problemas se ahorraría el sistema de partidos mexicano si las primarias fueran organizadas por el INE, simultáneamente y para todos!
El punto número dos a destacar de Argentina es el mecanismo de segunda vuelta electoral para la presidencia de la república.
Si el domingo pasado algún candidato/a hubiese obtenido el 45 por ciento del total de votos emitidos, o 40 por ciento con una diferencia superior a 10 puntos sobre el segundo lugar, hubiese habido automáticamente triunfador/a. No fue así.
Contra todo pronóstico, el candidato más votado fue el peronista Sergio Massa, de Unión por la Patria, con el 37 por ciento (36.68 %), seguido del disruptivo Javier Milei, de La Libertad Avanza, con el 30 por ciento (29.98 %). Patricia Bullrich, abanderada de Juntos por el Cambio fue la tercera, con el 24 por ciento (23.8 %), por tanto, quedó fuera de la competencia.
En agosto, por un imprevisible resultado de las primarias, Milei quedó arriba de todos los aspirantes. Milei es la cabeza argentina de un movimiento ultraderechista que busca, entre otras cuestiones, reducir al mínimo el papel regulador del Estado y disminuir drásticamente las estructuras gubernamentales.
Asimismo, este movimiento plantea eliminar las políticas de igualdad y no discriminación. En Argentina, Milei lo tradujo en propuestas como la disolución del Banco Central (el equivalente del Banco de México), dolarizar la economía, cortar varios ministerios y secretarías, entre otras la de Igualdad, todo en un afán de reducir drásticamente el papel del Estado en la economía y la sociedad.
El afán disruptivo de Milei lo llevó a plantear la salida de Argentina del Mercosur, la ruptura de los acuerdos comerciales con China y ¡oh, sorpresa!, romper relaciones diplomáticas con el Estado Vaticano en tanto Francisco fuera Papa, en un abierto rechazo a su conducción de los asuntos de la Iglesia Católica.
El segundo puesto en agosto fue ocupado por Sergio Massa, quien a pesar de sus marcadas diferencias con el gobierno peronista, había sido llamado un año atrás a desempeñarse como ministro de Economía.
En este periodo 2022-2023 la inflación se ha disparado —estiman cerrar 2023 con un incremento de 200 por ciento en los precios—, la paridad cambiaria con el dólar estadounidense ha escalado, hasta situarse en el mercado “azul” (eufemismo del “negro”) a $1,000, por uno.
Peores cartas credenciales era difícil encontrar en un ministro que aspiraba a gobernar el país, a pesar de lo cual se impuso sobre su compañero de partido, Juan Grabois.
En tercera posición quedó Patricia Bullrich, quien recogió el repudio al peronismo y a sus excesos, identificados con Néstor Kirchner y Cristina Fernández, ambos presidentes de la Nación Argentina y esta última, actual vicepresidenta.
Bullrich también tuvo competencia interna, Horacio Rodríguez Larreta, jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires. Después de las primarias de agosto llovieron análisis en las redes sociales y en los medios de comunicación tradicionales en los que se trataba de explicar el apoyo popular de un nada despreciable 30 por ciento a Milei, relacionado con Jair Bolsonaro de Brasil, con Donald Trump de los Estados Unidos, entre otros personajes de la ultraderecha populista internacional.
El tiempo transcurrido entre las primarias de agosto y las del pasado domingo muestra que Milei mantuvo sus números; que Bullrich apenas captó los apoyos de su compañero de partido (16.81 % a 23.8 %) y que Massa, el polémico ministro de Economía, logró sumar y acrecentar votantes con una oferta política moderada en el lenguaje, aunque los hechos recientes lo cuestionaran. Massa y Milei irán a la segunda vuelta a realizarse el próximo 19 de noviembre.
¿Qué pasará cuando las y los argentinos tengan que decidir entre la opción mala y la peor? Mala es la oferta de un peronismo desgastado por sucesivas crisis económicas que han azotado a la otrora poderosa nación que, hasta la segunda mitad del siglo XX, era la más rica de América Latina.
Peor es la opción del ultraliberalismo, donde manda el individuo y se combate cualquier derecho colectivo, adicionado con prejuicios de todo tipo, cuyo blanco favorito son las mujeres y la diversidad sexual.
La democracia está en problemas cuando la sociedad no logra generar expectativas de mejorar, cuando el voto se refugia en el miedo. Es probable que el temor al “salto al abismo” que representa votar por Milei haya motivado el apoyo a Massa, el “malo conocido”, con la resignada esperanza del “mal menor”.
Es difícil que la alianza Macri (derecha liberal)-Milei conquiste el porcentaje necesario para triunfar sobre el peronismo y los votantes atemorizados que se sumen a la opción de Massa. ¿Quién en su sano juicio puede creer la frase: “no vengo a eliminar derechos, sino a eliminar privilegios”? (Milei) Respondería con el conocido refrán “tirar al niño junto con el agua sucia”, que cristaliza perfectamente la experiencia del gobierno mexicano que está por terminar.
El espejo de Argentina refleja el futuro de México. El populismo ha erosionado las bases de convivencia y de estabilidad de su economía. Ellos vivieron una dictadura militar, de la que salieron con la esperanza de construir un régimen democrático que, al paso de los años, ha derivado en opciones que van de lo malo a lo peor.
Que no nos capture esa dinámica que, al paso del tiempo, se arraiga y es muy difícil de transformar.
Mujeres. El 22 pasado Patricia Bullrich quedó fuera de la contienda presidencial en Argentina. Previamente, el 15 de este mes, Luisa González, del Movimiento Revolución Ciudadana, correísta, perdió la segunda vuelta electoral en Ecuador. Y Sandra Torres, candidata de la Unidad Nacional de la Esperanza, cayó también en la segunda ronda presidencial de Guatemala, el 20 de agosto pasado. Los triunfadores, todos hombres. Ojo, mujeres mexicanas.— Mérida, Yucatán.
*Licenciada en Sociología con doctorado en Historia. Exgobernadora de Yucatán
La democracia está en problemas cuando la sociedad no logra generar expectativas de mejorar, cuando el voto se refugia en el miedo.