Ante un único camino

DULCE MARÍA SAURI RIANCHO*

SemMéxico, Mérida, Yucatán. Despejadas las primeras incógnitas con las nominaciones de Xóchitl Gálvez y Claudia Sheinbaum a la presidencia de la república, la atención se concentra en las ocho gubernaturas y la jefatura de gobierno de Ciudad de México.

Con la misma antelación a los plazos legales, los partidos políticos decidieron comenzar con el delicado proceso de encontrar a las y los mejores para encabezar a los eufemísticos “comités coordinadores de defensa de la cuarta transformación” (léase candidaturas) por parte de Morena y sus aliados políticos. Conste que no incluyo el correspondiente nivel estatal para el Frente Amplio x México (FAM) porque, a diferencia de la coalición oficialista, todavía no deciden si van juntos o separados a las elecciones locales de 2024, muy especialmente en las gubernaturas.

Las entidades que renovarán a sus ejecutivos son: Chiapas, Tabasco, Veracruz, Puebla y Ciudad de México, todos gobernados por Morena; Morelos, por Encuentro Social (PES), que ya se transformó en guinda morenista; Movimiento Ciudadano (MC) tendrá en juego la gubernatura de Jalisco y el PAN, Guanajuato y Yucatán.

Cabe destacar que por vez primera Morena tratará de refrendar los triunfos obtenidos en 2018; que el PAN buscará mantener su hegemonía en Guanajuato, que dio inicio en 1991, más de 32 años atrás. Cada entidad tiene retos específicos, de acuerdo a su tradición y su historia. Sin embargo, el mínimo común denominador a construir consiste en la coalición o alianza electoral.

Todas las fuerzas políticas, incluyendo a Morena, necesitan sumar a terceros para poder conseguir mejores condiciones en la competencia electoral. Las nueve elecciones son de alta competencia, ninguna está —como decimos en el lenguaje coloquial— “botada” para nadie. Y quien lo crea se equivoca. La soberbia en todas partes es mala consejera, peor en los cálculos políticos. Aún las agrupaciones más pequeñas captan votos que, en una elección con resultados cerrados, puede hacer la diferencia entre ganar o perder.

¿Habrá coalición en Yucatán? El interrogante está abierto, tanto para Morena como para el FAM. Todo indica que la decisión por la parte oficialista federal (o sea, Morena) va en el sentido de mantenerla, aunque todavía no se sabe si la encabezará un/a militante de Morena o del Verde: o quizá, un priista que, de pronto, cambia el rojo por el guinda.

¿Y el FAM? Algunas voces señalan que el PAN no necesita del PRI y del PRD para refrendar su triunfo; que solos pueden; que los otros dos son “malas compañías”, que les quitan más de lo que aportan. Se equivocan de medio a medio aquell@s “panistas puros” que ya olvidaron la coalición con el PRD que en 2001 logró vencer al PRI. Y por parte del priismo histórico, al que pertenezco, las resistencias provienen de experiencias de intenso enfrentamiento político, iniciado desde la mitad del siglo pasado y que se ha prolongado por décadas.

En las balanzas partidistas parece abundar la argumentación en contra de unirse con los que hasta 2018 fueron los adversarios políticos más importantes. Sin embargo, cuando se cambian los platillos de la balanza, de los partidos a la sociedad, el arrastre de la coalición se modifica.

Las y los yucatecos que queremos una opción distinta a la que brindan Morena y sus aliados, tenemos que demandar, exigir a los partidos opositores una coalición total. Esto es, que PRI, PAN, PRD (si es que no se logra la incorporación de MC), presenten las mismas candidaturas para las elecciones municipales, al Congreso local, a las Cámaras de Diputados y de Senadores y, desde luego, al gobierno del estado.

Una coalición nacional solamente para la presidencia de la república sería un desperdicio de energía opositora. Los números de 2021 y 2022 muestran que cuando fue unida, la oposición a Morena logró triunfos. Cuando fueron por separado, perdieron todos, como sucedió en el vecino Quintana Roo.

La coalición electoral es condición necesaria, más no suficiente. Se requieren candidaturas competitivas, que atraigan al electorado no partidista. Y, desde luego, un trabajo de tierra para convencer y ganar.

La negociación entre partidos políticos se intensificará y formalizará durante octubre, para iniciar las precampañas en noviembre. Ya el PAN ha seleccionado al coordinador del Equipo Yucatán. Esta anticipación solo responde a la lógica de las postulaciones de Coahuila y el Estado de México, cuando el partido gobernante, el PRI, fue “mano” en las propuestas. No obstante, si no se logra la coalición total en Yucatán para las oposiciones, se hará más complicado y riesgoso el triunfo del Frente Amplio x México (FAM). O del propio PAN, si decide ir en solitario.

Negociar una coalición total exige estrategia y generosidad. No se trata de sumar al PRI y al PRD ofreciendo solamente lo que le “sobra” al PAN, sino de acordar espacios y representación en las tres elecciones: federal, estatal, municipal. Y en esas consideraciones y espacios las organizaciones sociales deberán participar en condiciones de igualdad. Tan importante como tejer la oferta de candidaturas será convenir desde la campaña electoral el gobierno de coalición, esto es, la representación de los partidos y la sociedad coaligados en el gabinete estatal, tal como propicia la reciente reforma a la Constitución del estado en esta materia.

Solo hay una persona más interesada que Renán Barrera en la coalición total. Supongo que es el gobernador Mauricio Vila. Es un joven político que debe entregar buenas cuentas electorales al pueblo de Yucatán, si quiere mantener abiertas las oportunidades para ensanchar su exitosa carrera política. Obstaculizar o sabotear la posibilidad de una coalición total iría en contra de los intereses y las expectativas de un amplio sector de la ciudadanía yucateca. Espero que así se entienda por parte de las y los actores políticos protagónicos de este momento crucial para el futuro de Yucatán.

¿Qué tanto deben pesar los agravios pasados frente a un futuro incierto con un gobierno encabezado por Morena? Véanse los malos resultados que ofrece la 4T en las 6 entidades que gobierna desde el 2018. ¿Vale la pena el riesgo de que queden rumbo y destino de Yucatán en manos de inept@s e irresponsables? ¿Y todo por celos, rivalidades de partido o mezquindad, de personas o de grupos?

No niego ni minimizo los problemas de Yucatán. Son muchos y complicados, pero de manera alguna Morena representa la opción para solucionarlos. Por el contrario, una coalición electoral total en la que participen partidos políticos y sociedad civil organizada en su definición, en la postulación de las candidaturas, en las campañas y en el gobierno surgido del triunfo electoral es el camino hacia un futuro más promisorio.

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*licenciada en Sociología con doctorado en Historia. Ex gobernadora de Yucatán

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