>> El periodista Héctor Valdez Hernández lleva 14 meses en el Reclusorio Oriente
>> Guadalupe Lizárraga, de Los Angeles Press, exige a autoridades que vean el caso
FRANCISCO GÓMEZ MAZA. Héctor Valdez Hernández no es cualquier presidiario en el Reclusorio Oriente de la Ciudad de México.
Está preso desde hace un año y dos meses.
Y lo que lo hace especial es su condición profesional de periodista.
Un periodista preso sobre quien pesan delitos prefabricados por denunciar la corrupción en el estado de Quintana Roo.
Nadie dijo nada cuando se supo de la encarcelación de Valdez Hernández. Lo encarcelaron, y nadie protestó por ello, porque denunciar corrupción.
Quien no es periodista no puede entender el compromiso con la verdad ni la necesidad imperiosa del periodismo independiente, afirma Guadalupe Lizárraga, directora de Los Angeles Press, en una carta dirigida, este lunes 6 de marzo, a varios funcionarios, encabezados por Alejandro Encinas Rodríguez, subsecretario de Derechos humnanos, Migración y Población.
Los otros destinatarios de la carta de Lizárraga son Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno de la Ciudad de México; Rosario Piedra Ibarra, Presidencia de la Comisión Nacional de Derechos Humanos; Guillermo Fernández-Maldonado Castro, Representación Adjunta en México del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los derechos humanos, y Vilma Ramírez Santiago, titular del Mecanismo Nacional para Prevenir la Tortura
El caso de Héctor fue aludido en el Encuentro Nacional de Periodistas, celebrado el 5 de marzo de 2022, en San Cristóbal de la Casas. En la reunión de periodistas se hizo alusión a la situación padecida por Héctor, narra la periodista angelina.
Al Héctor «le fabricaron delitos como represalia tras revelar la corrupción en Quintana Roo, y lo mantienen preso en el Reclusorio Oriente de la Ciudad de México, desde hace 14 meses.»
Incorporado al Mecanismo de Protección a Periodistas, de la Secretaría de Gobernación, Héctor apostaba a que iba a haber una intervención gubernamental por la clara injusticia.
Sin embargo, no fue así. No tuvo acompañamiento jurídico, no hubo muestras de solidaridad de defensores de derechos humanos ni de periodistas. «No condenaron la represión los personajes públicos de siempre; es decir, se invisibilizó y se normalizó esta violencia contra el periodismo.»
El caso fue mencionado en el encuentro de periodistas en San Cristóbal de las Casas, cuenta Lizárraga. Desde el público -agrega- una persona gritó que «yo había puesto en riesgo a Héctor Valdez por publicar su trabajo periodístico sobre la corrupción del Reclusorio Oriente donde se encuentra privado de su libertad.
«Por la gravedad de la acusación, por demás desinformada, y por el enorme respeto a mi colega en prisión, hago estas aclaraciones de manera pública», advierte en la carta la colega de Los Angeles Press.
Pero dejo que hable la colega Lizárraga:
«El trabajo de Héctor es impecable, no sólo por su profesionalismo, sino por su valentía y compromiso con la verdad, incluso en situaciones adversas, por lo que no sólo acepté publicarlo, si no apoyarlo en que se conociera su caso fuera de México. Más aún por su extrema vulnerabilidad.
«Cuando Héctor fue detenido y acusado falsamente de violación, nadie lo escuchó. Su caso fue ignorado por las corporaciones mediáticas, pero también por las personas que hoy gritan que yo lo puse en riesgo, cuando en realidad Los Ángeles Press fue quien dio cobertura desde la primera agresión gubernamental, y es cuando Héctor volteó a ver nuestro medio.
«Desde prisión Héctor ha hablado conmigo en reiteradas ocasiones y me pidió colaborar para Los Ángeles Press, con una serie de entrevistas realizadas dentro del penal que daban cuenta de la corrupción, tráfico de celulares, de estupefacientes y violaciones de derechos humanos, lo cual implica directamente a las autoridades penitenciarias.
«Ambos asumimos con responsabilidad y cálculo el riesgo de su trabajo, en mi caso como editora y él como reportero, y precisamente por su vulnerabilidad no iba a dejar de publicarlo. Se trata de un periodista que fue encarcelado para callarlo, y en vez de callarse, como una forma de resistencia, reportó la corrupción y el tráfico ilegal de drogas dentro del penal donde lo encerraron. Su compromiso y pasión con el periodismo es inobjetable.
«A raíz de sus colaboraciones, se dio parte a la Comisión Nacional de Derechos Humanos, a través del Mecanismo Nacional de Prevención de Tortura, quienes lo visitaron en prisión para que firmara una solicitud de medidas cautelares. Y la medida cautelar de la autoridad fue aislarlo e incomunicarlo con maltrato y terror psicológico, mientras el resto del penal sigue su ritmo normal con acceso a celulares, drogas, y otros privilegios para quien pueda pagarlos. No obstante, las autoridades del gobierno de la Ciudad de México y la Secretaría de Gobernación están enteradas de la situación de Héctor Valdez Hernández, y en ellas está la responsabilidad.
«Cuando el poder puede nulificar a cualquier persona, por lo que sea, el periodismo independiente es una necesidad imperiosa. Nuestro riesgo no se reduce silenciándonos con represalias y muerte, ni obligándonos a dejar de ejercer el periodismo, siempre habrá quien cuente la historia con honestidad, porque no nos pueden encarcelar ni matar a todos.»
Fin de esta carta. La historia de cárcel y represión de Héctor Valdez Hernández podría tener fin, si los destinatarios leyeran seriamente la carta de Guadalupe Lizárraga y fuera escuchado su clamor. Ah. Y los funcionarios de la 4T se decidieran a realmente respetar y apoyar a los periodistas verdaderos y su trabajo de denuncia.
Que al final de todo, el trabajo de los reporteros es destapar las cloacas de la corrupción, de la impunidad, de la simulación y del cinismo.