>> Narcoelecciones: el riesgo, pero también la excusa para anular
MARTHA ELBA TORRES MARTÍNEZ
Morelia, Michoacán. Conforme avanza el fin de su destructivo mandato, se desquebraja la careta del honesto e incorrupto, casi santo, “cabecita de algodón”. Vivir 18 años de la “caridad” pública -los “moches” que recibía de constructores, funcionarios y políticos- él, toda su parentela y testaferros, y ahora ya se supo, también de recursos del narcotráfico, tiene su costo. Si conocía o no de dónde procedía el dinero ya es irrelevante para lavar su “honor”. López Obrador resultó el más malo de malolandia, por farsante, simulador y mentiroso.
Mientras las revelaciones periodísticas sobre su vida de corrupción y deshonestidad se lavaban en casa, no pasó nada. Ahí está el secretario particular del Presidente, Alejandro Esquer, el eterno lavador de dinero de AMLO y quien junto con Denis Zarahula operaron el fideicomiso de apoyo a damnificados del sismo de 2017 pero que en los hechos era lana de dudosa procedencia para financiar las campañas de Morena en 2018.
Elena Chávez, en su libro “El Rey del Cash” exhibió cómo las candidaturas de López Obrador se armaron y fondearon con los descuentos forzados al salario de trabajadores del gobierno de la Ciudad de México y a sabiendas de Marcelo Ebrard, y “el pase de charola” a empresarios, funcionarios, dirigencias partidistas, entonces del PRD. Para eso también Octavio Romero, el agrónomo como director de Pemex y Gabriel García, manejando los programas sociales. Todo encaja: nombramientos sin perfil ni capacidades en áreas estratégicas y de movimiento enorme de recursos. Bueno, Ignacio Ovalle y Leonel Cota en Segalmex y los 15 mil millones de pesos birlados.
Ahora la periodista Anabel Hernández y el dos veces premio “Pulitzer”, Tim Golden, descubren las tramas del financiamiento del cártel de Sinaloa a la campaña presidencial de AMLO en 2006, a cambio de posiciones claves para ese grupo criminal, como la entonces Procuraduría General de la República y hacerse de la vista gorda en el trasiego de drogas a Estados Unidos. No ganó esa elección ni la de 2012, pero si en 2018.
Esto, más que grave, es importantísimo que todo México se entere, por tres razones: 1.- Explica desde cuándo los presuntos vínculos de López Obrador con el cártel de Sinaloa y porqué la liberación de Ovidio Guzmán en 2019, sus visitas a Badiraguato, su extensión hasta la frontera sur y la producción de fentanilo en nuestro país que tanto encabrona a EU; 2.- A partir del 1 de noviembre se le acaba el fuero y podría ser requerido, junto con todos sus testaferros, ante la justicia de aquí o del otro lado; y la clave en la tercera: para que la 2 sea posible y no termine en la absoluta impunidad, es determinante evitar que el cáncer avance. ¿Cómo? Sencillamente con el voto de las y los mexicanos.
Porque no puede quedar impune tanta corrupción, saqueo y mentiras. Más de 800 mil personas murieron innecesariamente en la pandemia por el mal manejo de Hugo López Gatell; 178 mil asesinatos y 47 mil desaparecidos por los infames “abrazos” a los criminales; 50 millones están a la buena de Dios por falta de atención medica y medicamentos. A estas alturas, de los negocios de los López Beltrán, quién puede dudar que el padre no esté al tanto. Y hasta se lleve su “moche”.
Si esto no es la verdadera tragedia que ha dejado la 4T, entonces no se qué…
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Pero hay otra cosa que debe preocupar y está hilado.
El 30 de septiembre de 2021, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación ratificó por unanimidad, el triunfo de Alfredo Ramírez Bedolla como gobernador de Michoacán, a pesar de haberse probado la intervención del crimen organizado en las elecciones del 6 de junio de ese año. Se acreditó su participación a favor del morenista en los municipios de Múgica, Gabriel Zamora, La Huacana y Nuevo Urecho, pero como “no se trató de un hecho generalizado en la entidad”, no anuló la elección.
A tres años, los magistrados Mónica Soto y Felipe de la Mata, ahora si ven riesgos de una intromisión criminal generalizada en los procesos electorales 2024.
Si no fuera por la forma en que ambos, junto con el magistrado Alfredo Fuentes, tumbaron de la presidencia del TEPJF a Reyes Rodríguez Mondragón, y cómo llegó Soto Fragoso a la titularidad -la cacharon cenando con el diputado de Morena, Sergio Gutiérrez Luna, antes de su elección como presidenta-, no veríamos moros con tranchetes.
Entonces que no se hagan como dijo la gobernadora de Chihuahua, Mary Campos, al gobierno de López Obrador por su negligencia ante la inseguridad. Si las y los magistrados hubiera puesto el ejemplo con Michoacán para parar en seco y de una vez por todas, los servicios electorales de los grupos criminales, no estaríamos como estamos.
Pero todo mundo tiró de loco a Silvano Aureoles por exigir que se limpiara la elección en Michoacán. “Porque corremos el riesgo de que el próximo presidente sea impuesto por el narco (se refería al 2024)”, repetía y repetía el ex gobernador pero nadie quería escuchar. ¿Por qué? Porque resultaba tan aterrador que preferían voltear la cara. Hoy los hechos le dan la razón y el crimen organizado controla y opera en prácticamente todo el país.
El pasado 26 de enero, en una conferencia magistral que otorgó en la Universidad de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, el magistrado de la Mata Pizaña, dijo que “nadie quiere decir que tenemos un problemón” con la injerencia del narco en las elecciones. No falta mucho, como pasó en Colombia, para que algunas personas ligadas al crimen organizado quieran ser presidentes de la República. Dije no falta mucho, es decir, no está pasando ahorita (¿cómo lo sabe?), pero ¿alguien puede asegurar que para 2030 no suceda?”.
El último de enero, en un foro organizado por El Universal, Mónica Soto, ahora también ya ve el problemón. “Hay que hablar del problema y hay que señalar a las instituciones en lo que nos toca. A ver Tribunal, a ti te toca calificar la elección. Si esta elección no guarda las características de una elección democrática, pues la calificación va a ser negativa”. Pero no lo hizo con Michoacán y validó un sospechosista triunfo de Morena. Como sucedió en Sinaloa, Baja California, Guerrero, Quintana Roo, San Luis Potosí e Hidalgo.
Entonces el que dejó crecer el problema en grado superlativo, no es otro que López Obrador por esa enfermiza obsesión de ser presidente de México a costa de lo que fuere. Lo logró bajo engaños y mezquindad y eso es lo que no se vale; reparte dinero al “pueblo” pero le quita la salud y a sus hijas e hijos.
En lo que va de la jornada electoral que comenzó en septiembre pasado, han sido asesinados una docena de activistas políticos y aspirantes, dos de ellos de Michoacán; esta semana, el de José Alejandro Naredo, quien se desempeñaba como dirigente del PRD en el municipio de Cuitláhuac, en Veracruz, y Jaime Vera, aspirante del Partido Verde a la alcaldía de Mascota, Jalisco.
Pero ahora ¿cómo parar el problemón? ¿Con quién realmente cuentan los ciudadanos para votar en libertad y tranquilidad el 2 de junio? ¿Con López Obrador que ya sabemos quién realmente es y sus pretensiones? ¿Con sus aliados los militares que andan de empresarios aeronáuticos, ferroviarios, constructores, hoteleros? Ahora, ¿quién nos va a defender?
En las elecciones del 6 de junio en Michoacán, en esos municipios los “malosos” llegaron a correr a los funcionarios de casilla, representantes de partidos, observadores y votantes, a punta de pistola; se robaron los blocks de papeletas y las urnas; amenazaron a los candidatos y dirigentes partidistas. Todo se reportó en el momento a las autoridades ¿y qué pasó? Nada. Hasta los árbitros electorales se paralizaron ante los horrendos sucesos.
Y con la pena, esta columnista sí veo moros con tranchetes y esa intención maligna, de no ganar la 4T, de anular la elección presidencial. Ya sea alegando fraude electoral o injerencia criminal “generalizada”. Dios nos cuide…
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Pero al putazo de Anabel Hernández y Tim Golden, le precedió el de Jorge Ramos, el periodista estrella de Univisión, que se dio otra vez su vuelta a Palacio Nacional para confrontar al Presidente con los propios datos de su gobierno, sobre la verdadera tragedia de los asesinatos en México.
“Yo sé que ha dicho que hay una tendencia a la baja, pero los datos son los datos. Los números de muertos en su gobierno son mucho mayores que con Peña Nieto y Calderón. ¿Puede reconocer que su estrategia de militarización ha fracasado, ha traído más violencia? ¿qué le recomendaría al próximo presidente o presidenta?”, preguntó el periodista.
“Una verdadera tragedia son los 100 mil jóvenes que mueren por consumo de fentanilo en donde tu vives (Estados Unidos)”, fue la inútil respuesta presidencial. Por el contrario, “México está viviendo un momento estelar en su historia, vean cómo está el mundo en general. Nosotros estamos muy bien y debemos celebrarlo”, dijo.
Y la pifia del “hackeo” de los datos personales de unos 263 reporteros acreditados a las mañaneras.
-¿Fue hackeo?
-Sí, sí fue hackeo, fue hackeo… espérense, todo aquí se aclara, se llevan los datos, gran escándalo…
-¿Fueron los opositores?
-Es muy probable que Claudio X y toda la red de opositores a la transformación”.
Pues no fue hackeo; la filtración se dio de la cuenta de un empleado de la Presidencia que fue despedido hace dos años y se usó una dirección registrada en España.
Y vaya san lunes, con el exitoso arranque de las “conferencias de la verdad” de Xóchitl Gálvez. La contra mañanera que confronta la realidad ante el discurso propagandístico cada día más debilitado…